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Rescató una marca de calzado de EE.UU. y la vende desde Argentina

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El argentino Ronnie Mazzei está detrás de la marca Fallen. Foto: La Nación / GDA.

EMPRESAS

En lo que va de 2019, la distribuidora de la californiana Fallen (con foco en calzado para skateboarding) alcanzó acuerdos con 25 países, entre ellos, Canadá, China, Rusia, Indonesia, Filipinas y Colombia

En 2009, Ronnie Mazzei regresaba a Argentina, luego de pasar unos años en Barcelona, España, «sin mucho para hacer en Buenos Aires», pero sumó un skate a su equipaje y se planteó un desafío. «Si se vende es negocio», pensó mientras terminaba la casa para su familia a meses de convertirse en padre. «Lo lleve a un skate shop en zona norte y al otro día se vendió», recuerda y cuenta que luego importó 300 unidades, pero sabía que ese producto iba a caducar.

Por eso comenzó a licenciar marcas de ropa como O'Neill, bajo el control de la distribuidora Town Connection, que fundó en 2009. «En ese momento había que fabricar en Argentina porque la importación estaba cerrada; arrancamos con un empleado en un garaje y, ahora, tenemos 1.000 m2, 60 personas y siete locales», repasa el dueño de la planta ubicada en Beccar, San Isidro, Buenos Aires, y estima que de forma indirecta generan más de 200 empleos.

La cuarta marca que comercializó Town Connection fue Fallen, especializada en calzado diseñado para skateboarding, fundada en California (2004) por dos skaters profesionales, Jamie Thomas y Chad Foreman, quienes lograron posicionarla entre las cinco más importantes de la industria.

«En 2016 —dice Mazzei—, nos llegó el comunicado acerca del cese de la marca que había sido comprada por el fabricante en Asia, y como teníamos contacto y muy buena reputación, decidimos iniciar la negociación con los chinos». Ese proceso, se concretó a mediados de 2017 por US$ 300.000, en cuotas, y les permitió relanzar la marca para volver a posicionarse en los mercados más competitivos del mundo.

Las redes sociales se activaron en febrero cuando el producto estaba por llegar y «explotaron», cuenta Mazzei y señala que generó un efecto de nostalgia: «Había muchos fans esperando que volviera; recibimos apoyo de 440.000 seguidores del mundo».

Con ese impulso, en lo que va del año alcanzaron acuerdos con 25 países, entre ellos, Canadá, China, Rusia, Indonesia, Filipinas y Colombia, «decidieron probar con 500 pares, pero en unos años pueden representar miles».

La comercialización se realiza a través de distribuidores locales, pero además la marca cuenta con tres plataformas online en Argentina, EE.UU. y Europa. «La fuerza se les da a los distribuidores con descuentos comerciales importantes, financiación, soporte de ventas, para que puedan operar a través de su web o locales en su país», afirma Mazzei.

A partir de este nuevo modelo de negocio, Fallen espera vender 125.000 pares de zapatillas durante los primeros 12 meses, lograr una facturación de US$ 2.500.000 en el mundo y mantener un crecimiento de 20% durante los tres primeros años. «Pese a que todo este dinero ingresa a Argentina, en un modo no convencional, no somos reconocidos como exportadores», reclama el empresario y exskater.

«El negocio que se está dando con el resto del mundo consiste en crear marcas, crear propiedad intelectual, diseños, valores agregados para, finalmente, producir en cualquier país que sea competitivo», explica.

«El sistema de exportación crudo y duro para Argentina es un formato obsoleto, y por algún motivo esto no se ve o no se sabe cómo superar. Hoy producir en el país para exportar al resto del mundo es muy difícil, al menos para todo lo que no es alimento o productos derivados de los granos», señala el empresario. Y destaca que «tener base en Argentina, con costos laborales competitivos para operar internacionalmente, es un modelo viable en el largo plazo».

En ese sentido, destaca que mientras un diseñador de calzado en EE.UU. percibe US$ 4.000, en Argentina cobra US$ 800. «Entonces —insiste—, ¿por qué no exportar la mano de obra, la propiedad intelectual, el conocimiento desde acá, pero produciendo en el país más competitivo del mundo, que hoy es China?».

«Después del entusiasmo que ponemos los emprendedores, viene el financiamiento, un paso clave que nos hizo ceder a licenciatarios extranjeros, porque no recibimos acompañamiento de las entidades bancarias», lamenta Mazzei, pero no pierde la esperanza de acceder a alguna línea de crédito productiva en el futuro.

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