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Pequeños negocios se instalan en las icónicas cabinas rojas del Reino Unido

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Al paso. Los emprendedores utilizan estas locaciones estratégicas para la venta de distintos productos.

Descartados por la masificación del celular, los locutorios devienen en locales comerciales

Abrir la puerta de una de las icónicas cabinas rojas del Reino Unido para adquirir un libro, un café, una ensalada o reparar una tableta son algunos ejemplos de nuevas pequeñas empresas que dan funciones a los obsoletos locutorios.

Las cabinas de teléfono forman parte del paisaje del territorio británico desde 1920, pero la popularidad del teléfono móvil ha hecho que este servicio público se convierta en un mero elemento decorativo y en una atracción para turistas que, en muchas ocasiones, es objeto de vandalismo.

En los últimos años han ido emergiendo en el país pequeñas empresas e iniciativas vecinales que dan una nueva utilidad a estos diminutos espacios de color rojo.

En la calle principal de Hampstead (norte de Londres) se pueden ver tres ejemplos de negocios en cabinas. Una de ellas es un puesto que sirve café, otra va a ser una tienda de reparación de teléfonos o tabletas y la tercera una «oficina» que se alquila por horas.

«Kape Barako» (café con cuerpo, en filipino) se convirtió este febrero en la primera cafetería en una cabina de Londres y en la segunda en el Reino Unido. Allí los dueños, Umar Khalid y Alona Guerra, tienen una máquina de hacer café, otra para calentar leche, bollería y refrescos.

Khalid relató que solo cierra un día a la semana y que su peor enemigo es «el viento», pues de la lluvia se puede proteger bajo una gran sombrilla, que cubre tanto la cabina como su perímetro.

El matrimonio alquila el espacio a Red kiosk, una compañía que dispone de cabinas por toda la isla, por 360 libras (unos US$ 450) al mes, pero lo que más preocupa a Khalid es que el consejo municipal «no se decide sobre qué tipo de licencia» necesitan para operar.

En la misma calle, dentro de poco, también se abrirá una «micro-oficina», en la que mediante un alquiler mensual de 19.99 libras al mes (US$ 25) los usuarios podrán alquilar, a través de su teléfono móvil, el espacio.

La cabina formará parte de las 32 que la compañía estadounidense Pod Works transformará en el Reino Unido y ofrecerá a los oficinistas conexión wi-fi, un monitor, un escáner, una impresora, un ratón inalámbrico y una silla.

El caso más sano de la segunda vida de las cabinas se encuentra en la céntrica plaza de Russell, donde está «Spier’s Salads», que vende ensaladas. La idea fue fruto de Ben Spier, un vendedor de verduras que en verano y primavera llena la cabina de lechuga, tomate, pollo frío o cuscús para alimentar a los oficinistas de la zona.

La segunda vida de las cabinas no siempre está relacionada con los negocios, a veces, también son los propios vecinos los que deciden renovar estos espacios.

Ese es el caso de «Lewisham Micro Library», un proyecto que empezó hace un par de años cuando un grupo de vecinos compró por tres libras a la empresa de telecomunicaciones British Telecom las tres cabinas de la calle Lewisham, (al sureste de Londres), para convertirlas en «bibliotecas».

«Hay gente que viene para dejar libros y otras personas buscan adquirir ejemplares, es un proceso muy simple, no hay sanciones u obligaciones», matizó Susan Bennett, una de las «bibliotecarias» encargada de estas librerías.

Catherine Oliver, una vecina del barrio que utiliza este sistema, dijo que el proyecto «es una muy buena manera de deshacerse de libros, pues llevas todos los tuyos y encuentras otros que son ideales para rellenar el espacio que has dejado en casa», comentó entre risas, mientras ojeaba los estantes de la cabina.

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Al paso. Los emprendedores utilizan estas locaciones estratégicas para la venta de distintos productos.

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