TECNOLOGÍA

Daniel Fernández, consultor en memética, augura revolución en transporte, biotecnología y finanzas.

La revolución tecnológica trae aparejados cambios culturales y sociales que modificarán radicalmente muchos modelos de negocios. Los principales paradigmas que propician estos cambios son la comunicación ubicua, la capacidad de conocer y compartir la ubicación en todo momento, la constante búsqueda de la felicidad y la vida eterna, y el cambio en el eje de la confianza hacia los pares, afirmó Daniel Fernández, director ejecutivo de Memética, empresa que analiza el impacto en los negocios de la evolución cultural.

El chileno, que participó la semana pasada en el evento de GeneXus 27, dijo en entrevista con El Empresario que el ámbito de la biotecnología será el más afectado por el incremento de la búsqueda de la vida eterna y de la felicidad. Por ejemplo, Alphabet, matriz de Google, creó la filial Calico a la que destinó US$ 2.000 millones en investigación para descubrir el gen del envejecimiento y neutralizarlo, «o sea, encontrar la vida eterna». En cuanto a la felicidad, Fernández comentó que todos los fenómenos depresivos están categorizados por una química cerebral asociada que ya «se está llegando a descubrir y en el futuro a neutralizar».

La capacidad de comunicación y ubicación al instante de las personas es el segundo gran fenómeno de la revolución que se avecina. A juicio de Fernández, que todos los integrantes de esta especie se comuniquen en simultáneo y puedan dar su ubicación «no ha existido nunca en la historia y apalanca negocios infinitos como en movilidad, aprovechado por Waze o Uber». Su ola expansiva llegará incluso hasta el concepto de propiedad. «Cambia el para qué tengo un auto. Si lo que necesito es moverme de un punto a otro y hay un servicio que lo hace la gente ya no comprará un vehículo para dejarlo el 80% del tiempo estacionado. Y si no necesito un auto, no necesito un garaje», detalló. Por ende, la industria automotriz deberá adaptar su matriz de negocios y pasar de vender autos a producir servicios de transporte, y que sean eléctricos, amplió.

El financiero es el tercer ámbito afectado. En este caso, además de en la tecnología, se origina en el cambio del eje de la confianza que se mueve hacia los pares. «Tiene que ver con que al final somos todos iguales y parte de una misma especie, rompe con las jerarquías. Ya no se confía en estructuras superiores como la Iglesia, el Estado o las corporaciones. Y también abre una gran oportunidad de negocios. Hace 20 años nadie pagaba por Internet y hoy la gente lo hace por una app que no son bancos. Entonces, las instituciones deben aceptar ir hacia este espacio y estrechar sus márgenes, porque van a aparecer muchos operadores de costos bajos que morderán su negocio. A mí me importa Visa porque porque me da garantía, pero si otra cosa me da garantía no me importa quién sea», explicó.

A modo de ejemplo, citó a Lemonade, una compañía de seguros en Nueva York creada por jóvenes que no utiliza indicadores del sector, sino que se basa en la confianza entre las personas y la tecnología. «Suman usuarios que abonan una pequeña cuota y se aseguran entre todos. Cuando alguien tiene un accidente, corren algoritmos, utilizan inteligencia artificial, ven tu confiabilidad según tu comportamiento en Internet, corroboran si tu relato es coherente, lo comparan con otros y en segundos o minutos dicen si van responder por el siniestro o no», finalizó.

Cuando la confianza y la búsqueda de la excelencia es el principal diferencial de una empresa, hay mucho para ganar y Amazon es un claro ejemplo, dijo el experto Daniel Fernández. «Amazon está dispuesto a invertir y bajar sus ganancias en pos de la confianza. Devuelven algo si se rompe sin andar con chiquitas ni en la desconfianza, y tienen respuesta inmediata, 100% en cumplimiento en tiempo. Por ahora ganan más que nada clientes satisfechos y aumentan su masa de usuarios, pero eso se traduce en una relación de lealtad muy fuerte», aseguró.