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Los nuevos «manifestantes» que desafían a Donald Trump: sus clientes

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Boicot silencioso. Con actos discretos, el público ataca lo más preciado, su marca. (Reuters)

Para castigar su imperio, cancelan reservaciones en sus hoteles y descartan sus vinos y camisas.

Morrie Gold no es un activista político que va por ahí agitando su pancarta. Es un doctor retirado de 69 años que vive en Pensilvania. Sin embargo, recientemente participó en un silencioso acto de protesta. Él y 11 compañeros de golf cancelaron su viaje anual a un resort de Donald Trump en Florida, para expresar su indignación por los comentarios que el candidato republicano hizo sobre las mujeres, los migrantes y las minorías. «Para mí, es una posición ética».

Las protestas políticas son también ajenas a Margaret Riordan. «Soy tan solo una mujer mayor y blanca de Illinois», dijo. No obstante, cuando unos amigos la invitaron a ella y a su marido a comer en el Trump International Hotel and Tower de Chicago, surgió el boicot. «Escojan otro sitio», Riordan pidió con firmeza. «Al cruzar esa línea, estoy diciendo que Donald Trump está bien. No lo haré». Cancelaron la reservación.

En todo el país, los votantes, alarmados por el tono de la campaña de Trump y las noticias que han salido a la luz sobre su conducta, están participando en actos de protesta espontáneos y discretos, que apuntan directamente a lo que quizá sea la posesión más preciada por Trump: su marca.

En más de dos decenas de entrevistas, muchos describieron métodos para castigar su imperio económico y eliminar los recuerdos de Trump (alguna vez apreciados) de sus vidas: bolsos de golf, camisas, corbatas Trump; han cancelado reservaciones en sus hoteles, incluso han dejado de tomar sus vinos.

A Gary Berry, un militar retirado, cuyo hijo murió mientras servía en el ejército, solían encantarle los vinos espumosos de Trump. Pero les perdió el gusto cuando Trump se mofó de los padres del capitán Humayun Khan, quien fue asesinado en Irak.

Es difícil medir el impacto económico de estas protestas en las vastas empresas del candidato. Sus bienes son privados y él tiene un historial bien documentado de exagerar su situación financiera. Amanda Miller, vicepresidenta de marketing en la Organización Trump, aseguró en una declaración el domingo que la marca Trump «sigue increíblemente fuerte y estamos viendo un gran éxito en todas nuestras áreas de negocios».

Pero hay indicios de estragos: una agencia de viajes en línea, Hipmunk, notó que las reservaciones en su sitio para los hoteles Trump cayeron 58% durante la primera mitad de 2016, en comparación con el mismo período el año pasado. Eric Danziger, gerente general de Trump Hotels, dijo que los datos de sitios como Hipmunk «no ofrecen una representación acertada de nuestro desempeño».

Gold y sus amigos habían planeado gastar cerca de US$ 18.000 en una estancia de varios días en el complejo de golf de Trump, Doral, en Miami. Explicaron que habían jugado allí durante casi 14 años, mucho antes de que Trump comprara e hiciera mejoras en la propiedad en 2012. «Es un sitio precioso», afirmó Gold con un suspiro. (The New York Times)

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Boicot silencioso. Con actos discretos, el público ataca lo más preciado, su marca. (Reuters)

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