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Un nuevo tipo de corredor en Wall Street: programador con doctorado

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Especialización. La firma apuesta creando modelos financieros y de computación. Foto: Shutterstock.

La compañía Jane Street aprovecha anomalías de mercado basándose en estrategias diseñadas por intelectuales. Su entrevista de ingreso es de las más difíciles en Silicon Valley y Wall Street

Jane Street, una discreta firma que ya emplea a 450 personas (en Nueva York, Londres y Hong Kong), ganó prestigio por sus estrategias de corretaje especializadas para captar ganancias de arbitraje, comprando y vendiendo con capital propio grandes cantidades de acciones en fondos cotizados en Bolsa (ETF).

La popularidad de esos ETF creció y el margen de ganancia se redujo sustancialmente, lo que dificulta obtener beneficios. Algunos fondos populares se basan en valores difíciles de negociar, como los bonos chatarra, acciones de mercados emergentes y varios productos derivados, lo que aumenta el riesgo.

Ese peligro quedó en evidencia en agosto, cuando la devaluación China sacudió a los mercados; algunos de los fondos más grandes se hundieron en 50%. Mientras los corredores de grandes bancos de inversión miraban con horror sus pantallas, en Jane Street un montón de doctores de Harvard entraron en acción con una ola de órdenes de compra. Al final de la jornada, las acciones de ETF habían recuperado su aguda caída.

No es solo Jane Street. Cantor Fitzgerald, el Grupo Knight Capital y el Grupo Internacional Susquehanna han capitalizado el auge de los ETF. Y con esas empresas ha crecido también la demanda de un nuevo tipo de corredor en Wall Street: alguien que sepa crear modelos financieros y programas de computación, pero con el instinto de detectar una anomalía del mercado y apostar en grande con el capital de la firma.

Esta es una pequeña muestra de los principales corredores de Jane Street: Tao Wang (doctor en filosofía y finanzas de la Universidad Nacional de Singapur), Min Zhu (maestría en química de la Universidad Columbia), Brett Harrison (maestría en computación especializado en inteligencia artificial, Universidad de Harvard), Srihari Seshadri (licenciatura en computación, Carnegie Mellon).

La compañía elevó su valor accionario de US$ 228 millones en 2007 a más de US$ 1.000 millones hoy. Ese colchón de efectivo sobrepasa cómodamente al de bancos de inversión establecidos como Evercore, Moelis y Greenhill (a 2014) y el de empresas de gestión de dinero como Eaton Vance.

La empresa llevó a otro nivel el matrimonio entre alta tecnología e intelecto refinado. Ser fluido en el lenguaje de programación de la firma, OCaml, es un requisito para todos los corredores.

También ganó la reputación de tener la que quizá sea la entrevista más difícil en Silicon Valley y Wall Street. Los aspirantes tienen que descollar en enigmas matemáticos y pruebas de teoría de los juegos. Podrían presentarle incluso uno que no tuviera solución, solo para medir su reacción al fracaso y evaluar así su «humildad intelectual».

Lo que paga a esos genios es casi tan secreto como sus fórmulas de corretaje. Pero al parecer es bastante. «Como corredores, si nos va bien, podemos retirarnos antes de cumplir 30 años», observó un empleado en un tablero electrónico. (En base a The New York Times)

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Especialización. La firma apuesta creando modelos financieros y de computación. Foto: Shutterstock.

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