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Quiebre. La tecnología y el poder de los smartphones han transformado la industria de la cartografía.(Foto: Shutterstock)

Usar un mapa o tomar un taxi: acciones que, aunque poco prácticas, eran cosa de todos los días. El arribo de nuevos jugadores las cambió por completo.

Si pensamos en cómo era la experiencia de tomar un taxi antes de Uber... bueno, lo cierto es que horrenda», se sincera Mohanbir Sawhney, profesor de la Kellogg School of Management, sobre el escenario del World Business Forum Hong Kong. «Preguntas como ‘¿dónde está el auto?’, ‘¿cuánto esperaré?’, ‘¿quién es el chofer?’, ‘¿qué modelo de auto es?’, ‘¿acepta tarjetas de crédito?’, ‘¿qué pasa si no tengo moneda local?’, o ‘¿cuánta propina dejo?’, no tenían respuesta de antemano», explica.

Sawhney continuó con una anécdota de 2015 con un taxi londinense. «Los black cabs solo aceptan libras, ni euros, ni tarjetas. De modo que, por un viaje de 10 libras, tuve que gastar 15 libras más para buscar un cajero automático. Eso no es todo: cuando encontré uno, el aparato se tragó mi tarjeta, y más tarde alguien hizo extracciones de mi cuenta por 18.000 libras, que el banco me devolvió. Claro que, al perderse mi tarjeta, no podía retirar dinero, así que seguía sin poder pagar el taxi; tuve que volver al hotel y pedirle al conserje que pagara por mí» recordó. «Es por eso que Uber es tan exitosa. Cambiaron la ecuación y, más interesante aún, no forzaron a los taxistas a adaptarse, sino que incluyeron nuevos actores al mercado, como estudiantes o conductores de limusinas».

La tragicómica anécdota del coautor de The Global Brain resume en pocas palabras las ventajas que ofrecen compañías como Uber por sobre el clásico taxi. Si bien el hecho de que cualquier coche particular puede registrarse y transportar pasajeros es uno de sus grandes diferenciales —y el que provoca mayores rispideces con las asociaciones gremiales de choferes y los gobiernos locales—, difícilmente alcance por sí solo para justificar el suceso del servicio. Tanto para las empresas como para los analistas de la industria, la clave radica en el uso de apps con interfaces sencillas para solicitar recorridos y obtener información sobre el viaje. «Existía un hueco en el mercado del transporte. La gente veía con interés que surgiera una opción que fuera fácil de usar, basada en la tecnología, y que hiciera la experiencia más sencilla», declaró Ian Black, gerente general de Uber en Toronto, a la cadena de televisión canadiense CBC. «La simplicidad y la conveniencia son las características que la convierten en una alternativa. Mejoran el modo en que los pasajeros contratan servicios y corroboran que las tarifas son las correctas», explicó Jonathon Hutchinson, profesor de la Universidad de Sydney.

La relevancia del «cómo» sobre el «quién» es lo que explica el surgimiento de muchos competidores. Los hay regionales, como el chino Didi Kuaidi —fusión de dos compañías que lo decidieron al conocerse los planes de Uber para ingresar en ese mercado—; los hay orientados únicamente a servicios tradicionales, como la brasileña Easy Taxi o GrabTaxi, nacido en Singapur; los hay especializados en cierto tipo de viajes, como Ride, que busca vincular a colegas de trabajo en su viaje a la oficina. La lógica, en todos, es similar: aplicaciones con servicios de geolocalización y en las que pagar un traslado o conocer de antemano el perfil del compañero de ruta es muy sencillo.

La guía perfecta.

Pocas actividades se han visto tan influenciadas en los últimos años por la incorporación de tecnología como la cartografía. Aquellos mapas gigantes que requerían ser doblados una y otra vez para ser guardados en la guantera del auto son cosa del pasado. El lacónico «usted está aquí» de los planos de referencia ya no tiene razón de ser: el celular nos convierte constantemente en el centro del mundo. Mike Duggan, investigador del área de Geografía Cultural del instituto inglés Royal Holloway, se dedica a analizar la forma en la que estos cambios simplifican procesos del día a día de millones de personas. Para el experto, el objetivo de simplificar la experiencia de navegación en las ciudades es de larga data. Sin embargo, «lo nuevo es que, gracias al surgimiento de dispositivos como smartphones, un cúmulo de información nunca antes vista está disponible en la palma de la mano» considera. «No debemos esforzarnos para obtener datos que nos hagan la vida más fácil. Todo está en nuestros bolsillos».

«Desde el período medieval y hasta bien entrado el siglo XIX, las personas podían vivir sin problemas en sus localidades sin tener ningún tipo de conocimiento sobre el mundo exterior», recordó Tom Harper, curador de la mapoteca de la Biblioteca Británica. La producción en masa de mapas baratos significó la primera revolución; las herramientas digitales están haciendo el resto. «Hace poco empecé a armar una lista de actividades que podrían valerse de servicios basados en la localización de aquí a 10 años, y enseguida comprendí que las posibilidades son extensísimas», agregó en una entrevista con The Guardian.

«La gente los usa para encontrar comida y entretenimiento, para publicar fotos y videos, para realizar actividades políticas. Hay mapas en cada vez más y más aspectos de nuestras vidas, y ahora somos nosotros mismos los que los generamos automáticamente. Se han vuelto algo más personal que colectivo», añadió.

Operaciones como la venta del servicio de mapas Here a un consorcio integrado por BMW, Daimler y Volkswagen en US$ 2.710 millones dan cuenta de la magnitud del proceso que se está viviendo. «Here desempeñará una función clave en la revolución digital de la movilidad y combinará mapas de alta precisión con datos del entorno del automóvil para hacer la conducción más fácil y segura», indicó el presidente de BMW, Harald Krüger, dejando entrever la meta final de la adquisición: impulsar el desarrollo de coches de navegación autónoma que hagan uso de mapas en tiempo real para movilizarse. El otro gran jugador en la industria, Google Maps, integra constantemente nuevas funcionalidades que maximizan su utilidad, como la posibilidad de guardar mapas para ser utilizados sin conexión a la Red o la incorporación de recorridos de transporte público.

El gran salto de calidad en los servicios de mapas del buscador se produjo en 2013, cuando adquirió una startup israelí en poco menos de US$ 1.000 millones. Waze, creada en 2008 por Uri Levine, Ehud Shabtai y Amir Shinar, apunta a resolver la problemática de los congestionamientos de tránsito. La aplicación recolecta datos de ubicación de sensores de los celulares de sus usuarios y analiza variables como la velocidad de circulación para determinar cuán fluido es el tráfico en esa zona. Luego, esa información es entregada en todos los mapas activos, proponiendo rutas alternativas y evitando que otros conductores se vean afectados por retrasos.

«La característica principal de Waze es el involucramiento de los usuarios para un bien común. No es solo un sistema de crowdsourcing: es una forma de participación personal», define un grupo de investigadores de la Universidad de Minas Gerais.

Para estos especialistas, el surgimiento de herramientas como Waze («sistemas sensoriales participativos», PSS por su sigla en inglés) van camino a revolucionar no solo la relación entre las personas y las ciudades, sino también las interacciones entre pares y las sociedades en su conjunto. «Tienen el poder de contribuir al proceso de convertir a la computación ubicua en una realidad. Al analizar a los PSS en funcionamiento como Waze, Instagram o Foursquare, se observa que cada uno provee información valiosa sobre aspectos una ciudad o sociedad en un momento dado, desde el tránsito hasta la existencia de eventos o manifestaciones. Aún más importante: el costo de obtener esa información es casi nulo, ya que se distribuye entre las personas que la comparten», agregan.

Ya sea por la inclusión de publicidad o por la venta de servicios adicionales a empresas, las plataformas sociales como Waze o Foursquare demostraron que no solo son disruptivas, sino también rentables. «Desarrollaron una tecnología de detección de ubicaciones más que innovadora. Poseen una API que probablemente sea la más utilizada en el mercado. Han mejorado y evolucionado constantemente la experiencia de relaciones sociales y de búsqueda móvil. Y, por sobre todas las cosas, desarrollaron un modelo de negocios sustentable, real y atractivo» escribió sobre Foursquare el inversor neoyorquino Fred Wilson. Todo indica que estas apps son apenas la punta del iceberg.

VUELOS 2.0

La rutina de los viajeros —por turismo o negocios— también ha cambiado por completo en los últimos años. Las herramientas que se detallan a continuación son algunas de las responsables de ese salto rotundo.

Airbnb.

"Compartan sus casas, pero también compartan su mundo", dijo Brian Chesky, CEO de la compañía. Con 2 millones de habitaciones disponibles cada día, es el servicio de alojamientos más grande del planeta.

Flightradar24.

"Es para la aviación lo que Facebook para las redes sociales. La usamos para salvar vidas", confió un socorrista al Wall Street Journal. El servicio de monitoreo de vuelos en tiempo real fue creado por dos jóvenes suecos.

GateGuru.

Imprescindible para viajeros frecuentes. Simplifica la experiencia en los aeropuertos en tiempo real, anunciando cambios de puertas de embarque y brindando información útil para quienes están en viaje.

SkyScanner.

Recientemente valuada en US$ 1.600 millones, simplifica la tarea de quien busca comprar un pasaje, comparando las tarifas de decenas de sitios web. Hoy cuenta con más de 50 millones de usuarios al mes.

TripAdvisor.

Este es el sitio de opiniones de viajes más grande del mundo nació en 2000 y estuvo a punto de quebrar poco después. Un cambio rotundo en su modelo de negocio salvó a la compañía de la bancarrota. (WOBI)

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