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Es metalúrgico, fabrica barriles de cerveza en un garaje y los exporta

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Inversión. Desembolsó 40.000 pesos argentinos para fabricar la primera tanda de barriles, y la publicó en un grupo de amantes de la cerveza en Facebook.

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Fanático de la popular bebida, Alberico Santoro creó Keggi en Argentina y va por más: el emprendedor ya abrió el mercado paraguayo y busca posibilidades de comercializarlos en Brasil. 

Era un fanático más de la cerveza. Investigaba sobre el agua, el grano, la levadura y el lúpulo; buscaba nuevos bares para conocer y, mientras trabajaba en una fábrica de calefones, trataba de pensar qué proyecto propio podía armar.

Este año, Alberico Santoro combinó su conocimiento metalúrgico con el cervecero y empezó a vender barriles para cerveza. Los fabrica en el garaje de sus padres en San Martín, provincia de Buenos Aires.

Con su emprendimiento Keggi, ya exporta a Paraguay, busca posibilidades para expandirse en Brasil y vende a toda Argentina en su tienda online. Ya entregó casi 300 barriles por unos 700.000 pesos argentinos (hoy, unos US$ 18.700), que reinvirtió en su taller para poder comprar mejores máquinas. Todo pasó en 10 meses: en ese momento comenzó su proyecto con apoyo de su jefe en la metalúrgica, una persona que, para él, es «como familia».

La función de los Keggi, que se consiguen a partir de los 2.900 argentinos (unos US$ 78), es preservar la cerveza ya fabricada y poder servirla tirada o ser una herramienta para terminar la fabricación de una cerveza artesanal: en los cilindros se guarda el producto casi terminado y allí se lo gasifica con una garrafa y se lo conserva.

Santoro le gana por precio a los barriles estadounidenses y chinos; sus productos son hasta un 50% más baratos que los asiáticos, dijo.

El dueño de la compañía donde trabaja hace más de una década le prestó maquinaria, su expertise y apoyo para que el proyecto comenzara. Santoro sumó su conocimiento de la comunidad cervecera. Sabía que había barriles estadounidenses y chinos, y hoy les gana por precio a estos últimos: sus productos, asegura, son hasta un 50% más baratos que los asiáticos.

Invirtió 40.000 pesos argentinos (cerca de US$ 1.070) —se financió con una tarjeta de crédito que tuvo que sacar en el momento— y publicó su primera tanda de barriles en un grupo de amantes de la cerveza en Facebook. «Aprobaron mi posteo, que hice con mi cuenta personal, a las 9 de la noche de un domingo. Me acosté y no pude dormir en toda la noche: el teléfono no paraba de sonar por los mensajes y los ‘me gusta’. Al otro día me levanté emocionadísimo. Ahí me di cuenta de que había un mercado y que era cuestión de hacerse conocer», relata.

Éxito en Facebook. "Ahí me di cuenta de que había un mercado y que era cuestión de hacerse conocer", relata.
Éxito en Facebook. "Ahí me di cuenta de que había un mercado y que era cuestión de hacerse conocer", relata.

El 80% de sus clientes está conformado por fanáticos como él, que quieren tener los barriles en sus casas. El resto son cervecerías artesanales.

Menos de un año después, Santoro dice que produce tres veces más rápido. Así puede suplir los pedidos a Paraguay, que llegaron hace poco, y se ilusiona con llegar a Brasil, donde ve un «potencial enorme».

Para 2019, espera crecer en unidades entre un 30% y un 40%. Pero sigue sin despegarse del sector que lo formó: el mes pasado ganó un concurso de emprendedores de la Asociación de Industriales Metalúrgicos y le otorgaron un premio de 130.000 pesos argentinos (US$ 3.478), que usará para mejorar el taller en la casa de sus padres.

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