Para el gerente general de Montes del Plata, Luis María Rodríguez, el desafío es lograr más zonas para forestar y mejorar infraestructura; el sector es actor relevante del sector productivo local

Montes del Plata, la mayor inversión privada en el país con cerca de US$ 2.000 millones, cumple un año de funcionamiento. Al día de hoy exporta cerca de 1,3 millones de toneladas de celulosa desde su puerto en Puntas de Pereira, que explican 2 puntos del Producto Interno Bruto (PIB) del país.

Su producción forestal se distribuye en unas 230.000 hectáreas, 190.000 propias y las restantes en sociedad con cerca de 250 productores dueños de tierras. Con lo plantado, la empresa se autoabastecerá de madera a partir de 2020; hasta entonces, un tercio proviene de terceros. A futuro, espera sumar unas 30.000 hectáreas en alianza con productores.

La madera llega a la planta en partes iguales por dos vías, terrestre y fluvial, ¿qué desafíos presenta el transporte?

El transporte es uno de los eslabones más débiles del sector, por las oportunidades físicas existentes y su peso muy alto en los costos. Creo que en Uruguay hay que mirarlo como un conjunto, aunque a veces ciertas actividades tienen más visibilidad que otras. Las rutas que van hacia Nueva Palmira tienen un fuerte desarrollo de actividad que no estuvo acompañada de inversión en infraestructura. Todo lo que se mueve en el país circula por allí y es algo que desde el gobierno hay que abordar. Otro camino que se puede tomar es acercar la forestación a las plantas, lo que reduce en gran medida los kilómetros recorridos. En todos lados hay compatibilidad de la forestación con otras actividades productivas. Incluso en las zonas agrícolas del oeste del país, de más influencia de la planta de celulosa, hay zonas donde hay lógica para el área forestal. Pero es un tema que se mira con posición binaria, o todo el departamento se foresta o nada; creemos que es inteligente dejar que los productores elijan y así puedan tener una nueva fuente de ingreso.

¿Un puerto de aguas profundas en Rocha ayudaría?

Una de las alternativas en el este del país es mover la carga por agua. La forestación sola no lo justifica, pero cuando se mira en el conjunto del país puede abrir la puerta a muchas otras industrias. Las zonas este y noreste del país son las que tienen menos desarrolladas las actividades productivas, y parte de la razón es la dificultad que da la restricción del transporte.

¿En qué elementos de innovación trabajan actualmente?

Entre otros, la mayor innovación está en la optimización de la genética de los árboles, en la selección del tipo más apropiado y más eficiente para el desarrollo del sector en Uruguay.

¿Le preocupa la pérdida de competitividad del país?

Nuestros desafíos pasan por optimizar los sistemas. Lo que tenemos que hacer es mejorar los costos de la operación, porque son mayores de los que se proyectaron hace unos años. Si no lo logramos, el mensaje que estamos dando al mundo es que hacer un proyecto de estos en Uruguay no es viable. En la actualidad no es un mal negocio, pero está desafiado. Es una combinación de costos de combustible, de la optimización técnica de la operativa, entre otros. Cuando se bloquea la circulación de insumos vitales para nuestra operativa, se genera un riesgo o un sobrecosto para protegerse del riesgo, innecesario en cualquier otra parte del mundo. Cuando el nuevo inversor evalúa si es una buena idea llegar a Uruguay verá qué pasa con las principales inversiones.

Las dificultades que se pasaron al inicio de la inversión, el tiempo de más que llevó la obra y los recursos adicionales que se utilizaron, son algunos elementos que solo acepta una empresa que tiene mirada a largo plazo en el país.

¿Se verán afectados por los vaivenes de los precios de los commodities?

La celulosa no está alineada con los otros commodities. El crecimiento de la demanda es una curva ascendente continua a muy largo plazo —por la mejora de la calidad de vida en el mundo—, mientras que la de oferta es con escalones. Cuando ingresa una nueva planta con gran capacidad hay una leve baja en el precio, hasta que la demanda alcanza nuevamente a la oferta.

¿Cree que hay espacio para una planta de celulosa más?

No está dentro de los planes de la empresa. Mi percepción es que si uno mira las posibilidades y disponibilidades de terreno forestal, todavía hay lugar en el este del país. Pero no es lo único que se necesita, hay otros factores que inciden, como por ejemplo el puerto.

¿Cómo le afectaría la llegada de nuevas inversiones de gran porte provenientes de otros sectores de actividad, como la minería?

Todas las inversiones son buenas para el país, pero pueden ser un problema si el país no se prepara. Si llega otra empresa de este porte se podría dar un desborde de la capacidad portuaria, de la capacidad energética o en los recursos humanos. O, por ejemplo, el país no hubiera resistido dos proyectos como el nuestro al mismo momento.

¿Cuál es el principal aporte del sector a la economía?

Que no responde a los ciclos y vaivenes de corto plazo como la agricultura, por ejemplo, sino que es una actividad que por naturaleza tiene un ciclo largo que estabiliza la producción. Hoy aporta al volumen del crecimiento del país, frente a la merma de otros sectores cerca de 2 puntos del PIB. Cuando hay precios importantes en algunas producciones toda la atención está orientada hacia ahí, ahora cuando las circunstancias cambian, miran hacia la forestación que tiene un horizonte más largo, más estable. Nunca será la principal producción, sino un complemento.

En innovación también aportamos, porque trabajamos en la optimización de la genética de los árboles, para seleccionar el tipo más apropiado y eficiente para el desarrollo del sector en Uruguay.

Entrevista | LUIS MA. RODRÍGUEZAntonio Larronda | [email protected]