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Huawei: el gigante chino tecnológico que cambia de cabeza cada seis meses

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Ren Shenfei. "Nuestro éxito no depende de ningún bagaje o poder sobrenatural".

Con una inversión inicial de US$ 3.000, Ren Zhenfei comenzó a construir su imperio en Shenzhen.

En 1987, en medio de la transición de China hacia una economía de mercado, Ren Zhenfei, un exoficial del Ejército Rojo e ingeniero, creó en la ciudad de Shenzhen, con apenas 20.000 yuanes —hoy, unos US$ 3.000— de capital de trabajo, una empresa a la que llamó Huawei, palabra que en caracteres chinos significa «China está levantándose y actuando».

Otras la traducen como «acto espléndido», y las cifras indican que en verdad lo fue: en el escalafón Fortune de las principales 500 empresas del mundo de 2015 quedó en el puesto 228, con ingresos por ventas por unos US$ 60.800 millones. Según cifras de la misma compañía, solo por el negocio de los teléfonos inteligentes recibió el año pasado casi US$ 20.000 millones, un 70% más que en 2014. Hoy es la tercera empresa en el escalafón de ventas de estos aparatos a nivel mundial, por detrás de Apple y Samsung, y tiene una posición cada vez más sólida de liderazgo en el mercado chino.

¿Cómo se explica el vertiginoso ascenso de esta empresa? De la mano de Ren, Huawei pasó muy pronto de comercializar conmutadores a investigar y desarrollar sus propios productores en un país que necesitaba reducir significativamente su atraso en materia de telecomunicaciones para ser competitivo.

Su conquista de los mercados de pequeñas empresas y de los sectores rurales, con su oferta de conmutación digital, le dio gran impulso en los primeros años.

Luego entró en el mercado de las soluciones inalámbricas e inició la ofensiva hacia las grandes áreas metropolitanas del gigante asiático. Cuando ya tenía 10 años recorridos, empezó a mirar hacia afuera. Creó un centro de desarrollo e investigación en la India y después otro en Suecia, y luego cuatro en EE.UU.

Entre tanto, sus ventas en los mercados internacionales seguían creciendo, y hasta superaban los US$ 500 millones en 2002.

En la actualidad tiene 16 centros de investigación y desarrollo en diferentes lugares del mundo, y 36 centros de innovación. Y cuenta con un batallón de 76.000 ingenieros, más del 40% del total de su nómina. En San Francisco tiene un equipo trabajando en el desarrollo de la realidad virtual y en París, otro para medir tendencias. En Londres montó un centro dedicado al diseño industrial y en Moscú, uno más para el desarrollo de algoritmos.

Ada Xu, directora de Negocios de Consumo de Huawei en su cuartel general de Shenzhen, destaca que «anualmente se destina más del 10% de los ingresos por ventas al área de investigación y desarrollo». En 2015 superó el 15%. En los últimos 10 años fueron más de US$ 37.000 millones en cifras absolutas. El resultado se ve en más de 50.000 patentes autorizadas y en 52.000 aplicaciones de patentes en China, y unas 30.000 más en el exterior.

Empleados y dueños.

En Huawei se ven a sí mismos como una colmena global de innovación que se sostiene no solo por ser una empresa privada y enfocar gran parte de su energía en la investigación y el desarrollo, sino por dos razones singulares en una firma de estos alcances.

Una de ellas es que su CEO, la cabeza a nivel global de la empresa, es distinto cada seis meses. Esa posición la intercambian tres ejecutivos de alto nivel, mientras que Ren Zhenfei, el fundador, hace las funciones del gran sabio de la tribu. Ren dice que cree más en el liderazgo colectivo.

La otra razón es la condición de ser una empresa en la que los empleados son propietarios. Ren guardó para sí mismo el 1,4% de las acciones. El resto está distribuido entre la gran masa de quienes hacen día a día más productiva su empresa.

En el libro La historia de Huawei, publicado hace algunos años, hay una cita en la que Ren Zhenfei también destaca el centrarse en los consumidores y en la dedicación como razones de la fuerza de su empresa. «Nuestro éxito no depende de ningún bagaje o poder sobrenatural». (El Tiempo / GDA)

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