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Huawei, el "cisne negro" que va por la corona mundial de la tecnología

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Pueblo de Europa. El complejo de 12 edificios es tributo de Ren Zhengfei, fundador de Huawei, a la cultura europea. (Foto: Gentileza Huawei)

Informe

La compañía busca trascender con productos, servicios y una filosofía de trabajo alineada a la singular visión de su fundador, Ren Zhengfei.

Las siluetas de dos cisnes negros cortan el paisaje que regala una apacible laguna artificial. Su silencio contrasta con el ir y venir de miles de empleados que no muy lejos de allí están abocados día a día a crear productos de alta tecnología desde China para el mundo. La presencia de las exóticas aves no es casual, son un símbolo del espíritu luchador e innovador que Ren Zhengfei (73), el fundador y presidente de Huawei, busca transmitir a su legión de colaboradores.

El significado oculto de ese paisaje en la casa matriz de Huawei en la moderna ciudad de Shenzhen sirve para explicar el ascenso del gigante chino hasta la segunda posición en el mercado mundial en venta de smartphones, donde ha alcanzado una participación del 15,8% (superando a Apple y solo por detrás de Samsung), según la consultora Corporación Internacional de Datos (IDC).

El camino de Huawei se inició en 1987 cuando Zhengfei —un extecnólogo militar especializado en ingeniería electrónica— fundó la compañía con un capital semilla de US$ 3.500. Treinta años después de aquel modesto comienzo, Huawei se valoriza en US$ 92.000 millones.

El camino de Huawei se inició en 1987 cuando Zhengfei —un extecnólogo militar especializado en ingeniería electrónica— fundó la compañía con un capital semilla de US$ 3.500. Treinta años después de aquel modesto comienzo, Huawei se valoriza en US$ 92.000 millones. Sus ingresos provienen de tres fuentes principales: el grupo de negocios para consumidores (que engloba los productos de consumo masivo como teléfonos, tablets, laptops, wearables), soluciones para empresas y para carriers (operadores de comunicaciones). Y ya está trabajando en un nuevo rubro como los servicios en la «nube».

Pese al crecimiento exponencial, la empresa aún debe lidiar con el prejuicio general que a nivel del consumo masivo recae sobre la calidad de los productos chinos.

Siestas en oficinas de Huawei
Pausas y siestas son una regla

El descanso hace a una mejor productividad. Así lo practican en la sede central de Shenzhen, donde los empleados tienen permiso para dormir la siesta durante el receso del mediodía. En la planta de Beijing, el personal cumple turnos de ocho horas con descansos obligatorios de 10 minutos cada dos horas y tiene un corte de hora y media para almorzar. 
Ingresar a trabajar a Huawei es un proceso intensivo y de largo aliento; quienes se postulan a una vacante deben pasar por siete entrevistas donde se evalúan las competencias y habilidades de los candidatos. Un artículo de CNN indica que cada año Huawei recibe unas 150.000 postulaciones, de las cuales contratará a unas 10.000 personas.
Los empleados concentran la mayoría del paquete accionario de Huawei, del que su fundador Ren Zhengfei solo conserva el 1,4%.

«La única forma de cambiar la percepción de que la fabricación china es de baja calidad es venir aquí y ver la fabricación por usted mismo y también pasa por lograr que la gente vea la calidad de nuestros productos. Cada vez que lanzamos uno, la calidad es nuestra prioridad número uno», señaló Jim Xu, vicepresidente de marketing y servicios de venta de Huawei.

La compañía apunta a trascender el legado que impone su nombre: Hua (es un sufijo que indica la procedencia china)—wei (éxito). El «éxito de China» quiere consolidarse como un ícono global. De hecho, la firma está presente en más de 170 países y emplea a 180.000 personas.

«Huawei empezó con el negocio de redes en Latinoamérica hace 16 años, y comenzamos a presentar nuestros dispositivos hace solo seis años. Comenzamos con baja segmentación, pero hace cuatro años decidimos cambiar a dispositivos premium. Aunque la cuota de mercado para esos dispositivos es menor, es muy importante para nosotros construir una marca», explicó Xu sobre la expansión en la región.

Centro. Inaugurado en 2016, cuenta con 23 laboratoristas en nueve áreas diferentes. (Foto: Diego Ferreira)
Centro de I+D. Inaugurado en 2016, cuenta con 23 laboratoristas en nueve áreas diferentes. (Foto: Diego Ferreira)

A pesar de su ambición internacional, el corazón y la cabeza del negocio se encuentran todavía en Shenzhen, la ciudad que vio nacer la compañía y que en solo 30 años se convirtió en la metrópolis más rica y la cuna de la innovación del país. Por eso, los locales se refieren a ella como la «Silicon Valley de China».

La sede central de Huawei se extiende a través de un complejo de 10 edificios, intercalados con parques, desplegados en una superficie de 2 kilómetros cuadrados. Allí trabajan unas 40.000 personas, no solo ingenieros sino también ejecutivos y administrativos de finanzas y RR.HH., entre otras áreas. En el predio funciona la «Universidad Huawei», el centro de capacitación donde los empleados reciben formación y al que para ingresar no es necesario marcar tarjeta, pues las cámaras de reconocimiento facial hacen todo el trabajo.

La firma está presente en más de 170 países y emplea a 180.000 personas.

Inspiración europea

El protocolo de seguridad para ingresar en las instalaciones de Shongshan Lake (en la ciudad Dongguan), donde Huawei ensambla sus teléfonos, se aplica con rigurosidad. Los visitantes deben usar gorra para sujetar el pelo, túnica, y ponerse unas sandalias de goma. Antes de ingresar al área de producción, hay que pasar por un escáner. Sacar fotos y grabar videos está estrictamente prohibido.

La línea, altamente robotizada, fabrica un teléfono en dos días, lo que eleva el volumen mensual a unos millones de unidades al mes. El proceso, dividido en cinco fases, se apoya en automatismos y robots que se complementan con el trabajo de 20 ingenieros. El personal se encarga de las tareas de testeo y ensamble final. Por ejemplo, colocan las cámaras de fotos en los teléfonos, explica la guía. También, realizan tareas de packaging y distribución junto a los robots. Los pequeños autómatas, a medida que se acercan a los ingenieros a recoger las bandejas con teléfonos o acercar componentes, emiten una música que anuncia su llegada.

Cisne negro. Están en en varios lagos y son un símbolo del espírutu luchador e innovador de Ren Zhengfei, fundador de Huawei. (Foto: Diego Ferreira)
Cisne negro. Están en en varios lagos y son un símbolo del espírutu luchador e innovador de Ren Zhengfei, fundador de Huawei. (Foto: Diego Ferreira)

La planta emplea a más de 20.000 personas.

A unos minutos de la fábrica, el paisaje cambia radicalmente. Las casonas de ladrillo a la vista y frondosos parques transportan al visitante a la campiña de París o de Londres. Con esa fisonomía asoma el Pueblo de Europa, un complejo de 12 edificios que Huawei está construyendo para recibir a unos 20.000 trabajadores del sector de I+D que se mudarán desde la central de Shenzhen.

Las casas, a 300 metros de distancia, se interconectan a través de parques y de un servicio de trenes. Quienes trabajen en el Pueblo de Europa podrán alquilar alguno de los 30.000 apartamentos aledaños que Huawei está construyendo, a precios que irán entre los 400 y 800 yuanes al mes (de US$ 59 a US$ 118).

Además de atender una necesidad de espacio, el complejo es un tributo de Ren Zhengfei a la cultura europea, protagonista de grandes innovaciones en la historia de la Humanidad.

La inversión en torno al megaproyecto no fue revelada aunque algunos medios reportan que ronda los US$ 1.500 millones. La inauguración de la fastuosa obra será a fin de año.

Miles de pruebas de resistencia

Antes de lanzar sus productos al mercado, Huawei realiza pruebas de estrés a los dispositivos para evaluar su rendimiento y resistencia. Los controles se realizan en el centro de I+D de Huawei en Beijing. Inaugurado en 2016, ocupa 10.000 metros cuadrados y cuenta con 23 laboratorios en nueve áreas diferentes. En este enclave se pueden realizar más de 250 tests, y gracias a la utilización de automatismos logra un nivel de productividad equivalente al trabajo de 10.000 personas en un régimen de 24x7.
En el laboratorio de confiabilidad de dispositivos, se pone a prueba la resistencia de los componentes físicos de los teléfonos como los puertos USB (se simula la conexión del cable de datos unas 10.000 veces), la pantalla (se replica el toque de la superficie 1 millón de veces, misma cantidad de repeticiones para comprobar la resistencia de los botones físicos). En la misma sala se observa cómo brazos robóticos prueban la flexibilidad de los dispositivos, mientras que otros los arrojan desde diferentes alturas para ver cómo soportan los golpes. Aquí también se expone a los equipos a temperaturas extremas de frío y calor (55 ºC) en cámaras especialmente acondicionadas. Cada producto tiene que soportar los tests durante al menos cuatro meses antes de salir al mercado, explica la compañía. Los resultados de las pruebas son enviados a los equipos de ingenieros y de diseño para eventualmente modificar el dispositivo. Otras áreas del centro prevén exámenes de chips, redes, software y hardware; protocolos de comunicación, y audio.

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