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"Hoy soy más empresaria que diseñadora"

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Turniansky. En Uruguay, "ya no queda mucha gente de la alta costura". (Foto. Ariel Colmegna)

Desde niña bosquejaba vestidos y los firmaba como Gladys T. Ahora está al frente de una de las principales casas de ropa y planea convertir su local en un centro de moda de Pocitos

POR ANTONIO LARRONDA - [email protected]

Es montevideana y ya de niña diseñaba vestidos que firmaba como Gladys T. Estudió psicología, carrera que abandonó para ir tras su pasión, diseñar ropa exclusiva y de alta calidad. La inspiración le llega desde los detalles más variados, un viaje, una película, un museo.
A sus 61 años confiesa que no puede estar quieta y siempre está aprendiendo algo. Un ejemplo de ello es la decisión de cerrar su tradicional local en el shopping de Punta Carretas para focalizarse en brindar "una experiencia diferente" en su casa principal y crear "un centro de moda en pleno Pocitos". Asegura que las ventas por Internet aún no afectan sus números y que le preocupan los altos costos de los impuestos. Tiene dos hijos y sus hobbies son viajar, caminar y coleccionar objetos.

Cuándo comienza su contacto con la moda?

Ya desde muy chica dibujaba vestidos y los firmaba Gladys T. También vestía muñecas con vestidos que venían en las revistas. En la década de 1970, en momentos que cierran la Facultad de Humanidades donde yo cursaba psicología, en un viaje a Punta del Este decidí hacer bikinis. Me encargaba de diseñarlos, de comprar las telas y una modista los hacía. Lo que me gustaba es el diseño, y es lo que me gusta hasta el día de hoy aunque ahora estoy también en un rol más de empresaria. En esos momentos ya comenzaba a hacer cosas diferentes, mezclaba lunares y rayas, colores y texturas, algo que era impensable. Hice muchos y los vendí muy bien. Entonces decidí seguir en esto y comencé a hacer camisas. Compré estampados diferentes y comencé a crear. Todo en casa, con mi dinero, y contratando talleres. Las vendí en exclusividad a varios de los negocios más grandes que existían en Montevideo.

El negocio comenzó a tomar un vuelo más grande y lo invité a mi hermano. Le vendíamos a boutiques y al por mayor al interior del país. A inicios de la década de 1980 me casé y tras volver de la luna de miel decidí dedicarme de lleno a la moda. Le dejé la empresa de camisas a mi hermano y comencé a hacer asesorías.

En el medio hice cursos cortos de alta costura francesa.

Comencé a hacer vestidos en casa tres días a la semana, luego el negocio fue creciendo y pasé a una casita alquilada (21 de Setiembre y Gurí) pero también quedó chica hasta que en 1990 decidí abrir la casa en Bulevar España, con prendas únicas hechas en Uruguay. Ya trabajaba con vestidos de fiestas.

En esta época comenzamos a hacer desfiles importantes, vestía a Miss Punta del Este y Miss Atlántico.

¿Cómo es el momento de crear las colecciones?

Yo creaba en un cuarto de la empresa y ponía todas las telas, las tocaba, las miraba, y de ahí surgían las colecciones. Me sentaba con las modistas e iba eligiendo.

Las ideas vienen de todos lados, de un viaje, de leer, de los libros, de ir a un espectáculo de ballet, de una película, de los colores de la naturaleza, de cualquier lado me inspiro. Por supuesto, siempre parto de lo que se usa. Además, en los viajes no solo veo moda sino que entro a negocios de diseño (joyas, muebles, etcétera).

¿Cuál es el principal negocio de la empresa?

El principal negocio son los vestidos de cóctel y fiestas (que incluye madrinas y civiles). Significa un 60% de la facturación de la compañía. Le siguen los accesorios, algo que manejamos muy bien. Ofrecemos carteras, chales, sombreros —fuimos de las primeras empresas en imponerlo—, bijouterie, etcétera. Este es un rubro que crece fuertemente en la empresa. Luego está el segmento prêt-à-porter, vestidos de novias, de quinceañeras, entre otros.

¿Cómo es el perfil de sus clientas?

Mujeres de 30 años en adelante, empresarias, diplomáticas, del ámbito político, con perfil de mujer fuerte, con personalidad y que se animan y necesitan tener algo diferente, exclusivo.

Por suerte la mujer uruguaya ha cambiado, se anima a usar cosas diferentes.

¿Afectó su negocio la nueva tendencia de comprar por Internet o en viajes?

Afecta, pero está en uno seguir adelante. Es una preocupación constante por estar al día y hacer cosas que a la gente le interese, le divierta. Yo veo que el sector está complicado pero por ejemplo mis ventas crecieron 20% este año con respecto al año pasado. Con Internet pasa muchas veces que cuando llegan los vestidos del exterior se dan cuenta que no es lo que vieron en la web. Entonces terminan viniendo acá porque se lo pueden probar y la relación precio-calidad es algo que no se encuentra en otro lado.

Los jueves y viernes llegan muchas personas a pedir que le ajustemos los vestidos que compraron por Internet.

¿Le hizo cambiar su modelo de negocio?

Estoy enamorada de lo que hago y soy una convencida de que las cosas salen bien cuando se hacen con amor. Cuando el público comenzó a dejar de lado lo nacional y pasó a importar también tuve que reinventarme pero siempre manteniendo la calidad, eso que nos distingue. Se comenzaron a perder las fábricas textiles, los sastres, bordadoras, otros se fueron del país, ya no queda mucha gente de la alta costura. Y lo que se hace en Uruguay no tiene buenas terminaciones. Hay una gran camada de diseñadores que producen en el país cosas buenas pero no tienen la buena terminación de otros años. Hoy también se compra mucha ropa de use y tire, pero acá seguimos apostando por ropa que dure por años.

Desde hace unos años importa muchos de sus productos, ¿qué parte aún sigue diseñando?

Ya desde 1994 importo algunos productos, pero hace unos ocho años dejé de hacer vestidos a medida y pasé a importar todo de países como Francia, España, Italia, EE.UU. Pero con una salvedad, cada prenda la elijo yo cuando viajo para poder mantener la calidad. En este momento confecciono pequeñas colecciones con chaquetas, chaquetones, pantalones, entre otras.

¿Ha cambiado su rol en la empresa?

Tuve que decidir entre ser diseñadora y ser empresaria, y estoy encausada más al tema empresarial, en lo que queremos darle al cliente. Por ejemplo, el hecho de ampliar esta casa al alquilar la otra parte es para ofrecer confort, atención personalizada, además de encontrar prendas no repetidas. Es que nuestros productos merecen atención, tiempo, dedicación, los clientes pueden venir y tomarse un café, llegar acompañados. Hay habitaciones con sillas para que se puedan quedar lo necesario. Por ejemplo, vender un vestido de novia puede llevar tres horas, y después vuelven para el arreglo.

Ahí es donde marcamos la diferencia. Hay muchos locales que venden ropa, acá ofrecemos algo diferente y asesoramos en peluquería, en cómo maquillarse, qué apliques usar, zapatos, etcétera.

En 2015 decidió cerrar su local en el shopping de Punta Carretas, ¿por qué?

Estuve en el shopping desde su inauguración en 1994 hasta el año pasado. Quería hacer cambios en mi vida, no quería seguir creciendo con más negocios. Mi propuesta es ofrecer una experiencia diferente y es algo que en un shopping no se puede lograr. Allí tenía una línea de productos prêt-à-porter, alto, cóctel y fiesta que no era la que tenía en la casa central. Los que iban allá no veían lo que yo tenía y quería mostrarles. El negocio funcionaba —era un 40% de la facturación total de la firma— y si lo hubiera mantenido era super rentable pero no era lo que yo quería ofrecer, que es disfrutar con la clienta, ver lo que compra, asesorar, hacer lo que me hace más feliz. Ahora es como comenzar una empresa nueva. Y si bien hay gente que aún no se enteró que cerramos, los clientes llegan y las ventas se mantienen. Estoy contenta por cómo se mantiene el negocio. Creo que tiene mucho que ver la actitud y rodearse de gente creativa, profesional y que puede interpretar lo que yo quiero dar en Gladys T.

¿Cuál es el principal competidor de su marca?

Más allá de las compras por Internet o las que hace la gente cuando viaja, la competencia más desleal son los descuentos y liquidaciones. Hoy uno puede empezar a vender las colecciones con un 25% de descuento y al mes con un 50%. En Europa hay leyes que indican cuándo se hacen las liquidaciones y todos comienzan al mismo tiempo. También hay un tema de costos, No hay posibilidad de mantener un negocio con los precios actuales. Por el mismo precio de una hechura de una chaqueta se puede comprar otra hecha de menor calidad. Yo no estoy en contra de los trabajadores sino de los impuestos que impiden que podamos bajar los precios.

Yo mantengo los precios que tengo desde hace años, solvento las subas de los gastos mejorando la operativa. Quiero mantener el negocio comprando en Uruguay pero tener una empresa en el país es caro y hay muchos trámites para hacer si se quiere hacer las cosas bien.

¿Cuántas personas trabajan?

Hoy trabajan 13 personas en forma directa y otro tanto en forma indirecta. Muchas nos han acompañado desde siempre, otros desde hace muchos años.

¿Es fácil encontrar personal?

Hoy está complicado para encontrar personal para este rubro. La gente joven no tiene la paciencia y la dedicación que hay que tener por el trabajo. Por ejemplo, en Gladys T cerramos 20:30 y si entra una clienta a las 20:20 la atendemos como a una reina. Es muy difícil trabajar con la nueva generación porque tienen un ego muy grande y lo primero que piensan es abrir su propio bolichito. Pero no se dan cuenta todo lo que hay que aprender antes de hacer eso. Hay que ser muy humilde toda la vida y seguir aprendiendo. Hay que equivocarse y volver a hacer, no todo lo que compro es vendible, me equivoco pero la clave es reconocerlo y volver a intentarlo.

No tiene página web, solo Facebook, ¿piensa incursionar en la venta online?

Sí, lo tengo pensado, pero estoy viendo como vendo prendas únicas en esa plataforma. Lo estoy viendo porque hay gente que nos quiere comprar vestidos que ven en Facebook. Aún no tengo claro cómo vender la prenda única por la red.

¿Adónde ve la empresa en un futuro?

No hay planes a largo plazo. Como estamos en un momento de transición, estoy viendo qué pasa en el día a día. Por ejemplo, ahora está llegando mucha gente joven junto a su madre o abuela, que encuentra prendas que no imaginaban que teníamos. Vamos a seguir con los eventos que hacemos pero con sorpresas. También incorporaremos prendas diferentes y algún rubro nuevo en el negocio que lanzaremos próximamente.

«Quiero crear un centro de moda en pleno corazón de pocitos»

Con su local ampliado buscan brindar al cliente nuevas experiencias, ¿cuáles son los planes al respecto?

Con la ampliación del local principal, cumplo un sueño que tuve desde siempre de conformar un centro de moda en pleno corazón de Pocitos. Esta es una casa emblemática del barrio donde la gente podrá venir un sábado de tarde a pasear y encontrarse con sorpresas.

Algo ya lo venimos trabajando un martes al mes con "Los martes de Gladys T" que hacemos desde hace años en donde presentamos obras de pintores, artesanos, que vamos eligiendo en forma aleatoria que pueden ser clientas que pintan en sus casas y nunca mostraron lo que hacen hasta autores importantes. La idea es aprovechar el espacio para compartir un momento distendido, comer y tomar algo, llevarse un regalo, cosméticos, escuchar una charla sobre cómo maquillarse o cómo crecer como mujer.

Todo gira entorno al crecimiento de la mujer, por eso cada evento sirve para que aprendan algo, se lleven algo al final del día. Mi objetivo también es poder darle al otro lo que yo aprendo con lo que estoy haciendo.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Turniansky. En Uruguay, "ya no queda mucha gente de la alta costura". (Foto. Ariel Colmegna)

GLADYS TURNIANSKY - FUNDADORA Y DIRECTORA DE GLADYS T

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