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Futuro del trabajo: cruce de tendencias lleva a un acertijo difícil de resolver

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Para economistas, el devenir del mundo laboral se volvió un terreno pantanoso para hacer predicciones, porque los cambios trascienden la disposición de tecnologías y hay varios factores involucrados

En el debate sobre diseño de futuros suele destacarse la capacidad de las novelas de ciencia ficción o fantásticas para anticipar algunas ideas de lo que va a venir (en la realidad). Cuando todo cambia a una velocidad tan acelerada, como ocurre ahora, la creatividad de los grandes autores del género se vuelve un activo más valioso: es más probable que un novelista de ficción con buena imaginación acierte un futuro a 10 años que el hecho de que lo haga un economista que trabaja con supuestos base del año pasado.

Pero hay otra cualidad importante de esta literatura: muchos de estos libros capturan muy bien un «espíritu de época» (zeitgeist) que las estadísticas duras no llegan a revelar. Pasó por ejemplo con Frankenstein: Mary Shelley lo escribió en 1818 para lectores que estaban aterrados por los cambios que traía la Revolución Industrial. El monstruo era una representación de esos miedos.

Y está pasando ahora con novelas que hablan sobre las modificaciones en el presente y futuro cercano del mercado del trabajo. Es un tema de moda en la ficción de 2021, con lanzamientos como Several People are Typing, en la que el escritor Calvin Kasulke cuenta la historia de un ejecutivo de relaciones públicas que vive en Nueva York y que por la noche conecta su cerebro al slack de la compañía para la que trabaja, mientras su cuerpo languidece en un sillón en un estado comatoso.

Para los economistas -y futurólogos en general-, el devenir del trabajo se convirtió en un terreno pantanoso para realizar predicciones, porque involucra avenidas de cambio que van más allá de la disposición de tecnología, como hábitos, valores de época, salud mental, regulaciones, etcétera.

La brecha entre los planes de las personas de días por semana de trabajo remoto versus los de las compañías no para de crecer.

«Gran Renuncia»

A nivel macro las cosas no están más claras que en lo micro. La divulgación sobre esta discusión en las últimas semanas giró en torno a lo que Anthony Klotz, profesor de la Universidad de Texas A&M, bautizó «la Gran Renuncia»: anclado en las estadísticas de octubre -cuando 4,2 millones de estadounidenses dejaron sus trabajos, una cifra récord-, Klotz aludió a un supuesto cambio cultural en pandemia, según el cual mucha gente está reevaluando sus prioridades y abandonando sus empleos.

El problema con esta teoría es que los datos son ambiguos y parecen pintar un fenómeno momentáneo. Los últimos números muestran que las empresas reportan dificultades para contratar y, al mismo tiempo, los hogares declaran aumento en empleos, lo cual llevó al inversor de riesgo Fred Wilson a hablar de «la Gran Formación» (en lugar de «Gran Renuncia»), con personas que se pasan al autoempleo o a negocios pequeños no captados en las estadísticas de demanda laboral.

Entre otras cosas porque, según un trabajo del economista Nicholas Bloom, de Stanford, la brecha entre los planes de las personas de días por semana de trabajo remoto versus los de las compañías no para de crecer.

Sam Altman, CEO de Open AI, tuiteó una predicción: "La IA va a causar que el precio del trabajo que ocurre frente a una computadora baje más rápido que el que se realiza en el mundo físico."

Además, la «Gran Renuncia» parece acotada a EE.UU. e Inglaterra: no se verifica en Asia, buena parte de Europa, y mucho menos en América Latina.

«La mayor diferencia con estas reflexiones y nuestro mercado es el grado de informalidad que tenemos», dijo el economista jefe de Accenture, Tomás Castagnino. Algunos temas sirven para todos, igualmente: Castagnino habla del «renacimiento» del offshoring (más oportunidades para encontrar trabajo en cadenas globales).

Un reciente trabajo de los economistas Agustina Brinatti, Alberto Cavallo, Javier Cravino y Andrés Renick, publicado por el Buró Nacional de Investigación Económica de EE.UU. indaga sobre «el precio internacional del trabajo remoto», y concluye que, si bien hay enormes posibilidades de arbitraje para empresas e individuos, aún hay fricciones y obstáculos regulatorios (un tercio del precio sigue vinculado al lugar de residencia del teletrabajador).

Para el economista Ramiro Albrieu, la pandemia cambió el eje del mercado de trabajo hacia un mundo de bajo contacto físico, con lo que implicó en términos de aceleración digital y de problemas de adaptación de capital humano. «La automatización ahora no es una opción en muchos sectores, como el comercio y áreas administrativas, etcétera», agregó.

Albrieu remarca que los cambios van más allá de lo digital e involucran distintas tecnologías y avenidas de transformación. Castagnino coincide: el metaverso será un gran laboratorio para testear muchas de las hipótesis con las cuales hoy se trabaja en esta agenda; por ejemplo, el grado de reemplazo de tareas humanas por inteligencia artificial.

A tono con las novelas y series fantásticas, en el debate por el futuro del trabajo por cada pregunta que se contesta se abren dos nuevas inquietudes. Y también está cruzado por efectos «extraños» y contraintuitivos. Sam Altman, CEO de Open AI, tuiteó una predicción: «La IA va a causar que el precio del trabajo que ocurre frente a una computadora baje más rápido que el que se realiza en el mundo físico. Esto es lo contrario de lo que la mayoría de la gente piensa (incluyéndome a mi mismo), y va a tener efectos muy raros». El personaje de la ficción de Kasulke, con su cerebro enchufado al slack corporativo, además de un cuerpo comatoso, podría pasar a tener serios problemas de ingresos.

el juego del calamar

Grandes pifias que la realidad expuso 

Hay pifiadas monumentales en pronósticos, a nivel micro y macro. Dos años atrás, el experto en inteligencia artificial Andrew Ng debió dejar de tuitear luego de que su predicción sobre «el fin de los técnicos radiólogos» -por el avance de la IA- resultó fallida: en los meses siguientes fue la categoría que más creció en demanda laboral.
¿Recuerdan haber ido a alguna charla sobre innovación y futuro en la que se habló sobre el final de la profesión de traductores? Con la pandemia y la explosión de series como El juego del calamar (Netflix), el año pasado hubo escasez de traductores. Se acumularon en su momento muchas quejas por los errores en la traducción del megahit coreano, y esto se debió a que las compañías en las que se tercerizan estos servicios tienen dificultades para conseguir traductores de calidad al ritmo de la nueva demanda.

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