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Economistas de EE.UU.encienden su reclamo contra el sesgo de género

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Brecha. Las economistas femeninas esperan más para que las revistas les publiquen papers, según un estudio.

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Con cifras contundentes, un panel de la American Economic Association durante su reunión anual de enero sacudió a una profesión que se enorgullece de su fría racionalidad.

No es difícil encontrar un panel exclusivamente masculino en la mega reunión anual de enero de economistas de EE.UU. Son tan comunes como las presentaciones de PowerPoint y los gráficos circulares. Uno de estos paneles se reunió este año para criticar las políticas económicas del presidente Donald Trump, pero fue eclipsado por otro, a dos salones de distancia, que sacudió una profesión que se enorgullece de su fría racionalidad.

Ese panel estaba integrado por mujeres y cada una presentó una nueva investigación que reveló un sesgo sistémico en economía y presagió un movimiento de los líderes en este campo para abordar algunos de esos problemas.

Documento tras documento presentado en el panel de la American Economic Association mostró un patrón de discriminación de género, comenzando con las barreras que enfrentan las mujeres al elegir estudiar economía y que se extiende en sus carreras, incluyendo asegurar oportunidades laborales, escribir trabajos de investigación, acceder a los mejores publicaciones y obtener el crédito adecuado para el trabajo publicado.

Los departamentos de economía de las universidades han aumentado gradualmente la participación de miembros femeninos en los últimos 20 años. Pero solo uno de cada 5 profesores de economía de dedicación a tiempo completo es mujer, según el Comité de la American Economic Association sobre el Estatus de la Mujer en la Profesión Económica.

En muchas partes de la profesión, el progreso de género se estancó en la última década. Uno de cada 3 nuevos estudiantes de doctorado en economía era mujer en 2016, y menos de uno de cada 3 profesores asistentes eran mujeres. En ambos casos, la proporción de mujeres permaneció casi sin cambios desde 2006.

La controversia sobre el sesgo de género en economía comenzó en agosto, cuando Alice Wu, economista de la Universidad de California, Berkeley, detalló en un trabajo de investigación cómo el sitio web Economics Job Market Rumors, un foro de rumor laboral anónimo y muy leído por los economistas, se había convertido en un hervidero de acoso, ya que allí a menudo las mujeres economistas se describen en términos crudos y sexuales.

Pero las barreras a las que se enfrentan las mujeres en este extenso campo dominado por hombres van mucho más allá del acoso online. Las mujeres deben ser escritoras significativamente más claras que los hombres para que su trabajo sea aceptado en las principales revistas económicas, según un artículo titulado «Publishing While Female», que Erin Hengel, economista de la Universidad de Liverpool, informó en la conferencia. También deben esperar más tiempo para que sus trabajos se publiquen en revistas.

Estas consideraciones en el área de la economía se produce en medio de un examen nacional más amplio de prejuicios y abusos contra las mujeres en la fuerza de trabajo, que alcanza a todas las industrias. Pero la existencia de prejuicios en el campo de la economía está sacudiendo una profesión que, en esencia, funciona a través de la interpretación objetiva y la extrapolación de datos, estadísticas y evidencia.

Los líderes de la American Economic Association anunciaron que comenzarían a abordar las preocupaciones de prejuicio más en serio, estableciendo una alternativa al sitio de empleos online y redactando un código de conducta para los economistas. Pero muchos economistas dijeron que esos pasos eran tardíos y que dejaron mucho trabajo por hacer para garantizar la equidad para las mujeres en el campo, donde la tasa de ingreso de las mujeres es inferior a la de matemáticas, ingeniería y otras ciencias duras.

«Ha llegado el momento de que la organización haga una declaración más proactiva», dijo Peter L. Rousseau, presidente del departamento de economía de la Universidad de Vanderbilt y secretario-tesorero de la asociación.

Janet Currie, presidenta del departamento de economía de Princeton, y Claudia Goldin, economista de Harvard, hallaron en un estudio reciente que las mujeres obtienen mucho menos crédito que los hombres cuando coescriben artículos con ellos. Cuando el coautor es un hombre, «la gente no dice nada al respecto, es normal», dijo Currie. «Cuando se trata de una mujer, es: ‘Oh, todo lo que escribió es con los coautores. ¿Cómo sabemos que ella es buena?’».

Agregó que el comportamiento, detallado en un documento de Heather Sarsons de Harvard, está relacionado con un fenómeno más generalizado. «Hay muchos ejemplos de que cuando una mujer dice algo, nadie presta atención», afirmó Currie. «Un hombre dice lo mismo, todos dicen que es genial. Sucede mucho».

Sarah A. Jacobson, economista ambiental de Williams College, contó una experiencia durante la escuela de postgrado que, según dijo, era indicativa: una respetada economista que daba una charla en su departamento fue interrumpida repetidamente por economistas masculinos cuando intentaba responder preguntas de la audiencia.

«En el medio del seminario, un economista varón que respeto se dio vuelta, —era parte del público— y explicaba la respuesta por ella, en su nombre», dijo Jacobson.

«Se ve todo el tiempo», agregó. «Ocasionalmente lo ves si un hombre está presentando. Lo ves con bastante frecuencia si es una mujer».

Hengel, el economista de la Universidad de Liverpool, usó pruebas de legibilidad para concluir que los artículos escritos por economistas femeninas están en promedio hasta un 6% mejor escritos que los de los hombres, y que los de las mujeres languidecen en la revisión de pares un medio año más que aquellos escritos por hombres.

Ellas son invisibles en los libros de texto.

El sesgo se cuela en los siete libros de texto introductorios de economía más populares. El 90% de los economistas citados allí son hombres, informó Betsey Stevenson, economista de la Universidad de Michigan, sobre la base de un documento que está por completar.

El análisis de Stevenson descubrió que las mujeres economistas eran prácticamente invisibles.

Más del 90% de los líderes empresariales del mundo real mencionados eran hombres. Tres de cada cinco personajes de ficción inventados por los autores para ilustrar un concepto eran hombres. Y era más probable que ellas fueran de compras o a limpiar antes que a administrar una empresa.

Solo el 6% de los formuladores de políticas a los que se hace referencia en los libros de texto eran mujeres. Una de ellas representaba más de la mitad de esas referencias: Janet Yellen, la presidenta de la Reserva Federal, que está a punto de ser reemplazada por un hombre.

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