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La contratendencia analógica: el «boom» del juego de autor

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El Catán. El juego creado por el alemán Klaus Teuber multiplicó sus ventas tras aparecer en la serie The Big Bang Theory.

NEGOCIOS

Dan pelea a los videojuegos a fuerza de dados, cartas y tableros de cartón.

Las opciones de los juegos de mesa ya no están limitadas a los clásicos Monopoly, TEG o juegos De la Oca, sino a una gama creciente de alternativas que acompaña un boom de juegos de mesa de autor.

La innovación está en el centro de esa nueva camada de juegos, con menos azar, historias más complejas y diseños originales. Sus partidas promueven habilidades de resolución de problemas, pensamiento lateral, empatía y negociación, según el perfil del juego.

«En Argentina, el rubro de los juegos de autor va creciendo tímidamente: el año pasado se publicaron nueve juegos, y este año esperamos una cantidad similar», dijo Laura Muollo, cofundadora de GeekOut, una comunidad de jugadores que ya junta 200 personas por mes en sus eventos y convocó a 2.500 en su última GeekOut Fest. «Es un círculo virtuoso donde el interés de la gente empieza a hacer económicamente viable que se produzcan estos juegos, y la mayor oferta los vuelve competitivos frente a las opciones importadas», agregó.

Los Colonos de Catán —o más sencillamente El Catán— ya vendió más de 22 millones de ejemplares en el mundo.

Por ahora pocos juegos argentinos trascendieron fronteras. Uno es Conejo en el Huerto, que también es de los más premiados en las convenciones del país vecino. Fue ideado por el contador Luis Marcantoni. En esta nueva industria se cuida el tiempo de los participantes y se diseñan dinámicas que no duren mucho más de una hora, lo que llevó a productos tradicionales, como el TEG, a sacar versiones más cortas.

En tiempos en que los videojuegos son el rubro más rentable de la industria del entretenimiento (por encima de las películas), los juegos de mesa dan pelea a golpe de dados, cartas y tableros de cartón, en una suerte de contratendencia analógica. El punto de inflexión se dio en 1995, cuando el alemán Klaus Teuber patentó Los Colonos de Catán (o más sencillamente El Catán), que ya vendió más de 22 millones de ejemplares en el mundo.

Costos altos.

Un viaje a Europa y la saga de Teuber inspiraron a las salteñas Ana Larrán y Virginia Villamayor a cumplir su sueño de diseñar sus propios juegos de autor. Así nació Respuestas Abiertas. Ahora buscan fomentar la idea de juego como elemento disruptivo. «El desafío hoy pasa por romper la barrera de los fanáticos que desde siempre juegan a eurojuegos o juegos de rol, y llevarlos a una actividad más genérica, que haya cafés donde puedas jugar, que estén presentes en las empresas, etcétera», dijo Larrán.

Una de las principales trabas para esta industria son los costos domésticos altos. «Tantos años de restricción a la importación de bienes de capital hace que las máquinas hoy sean viejas y no tengan capacidad de trabajar con el nivel de calidad de los juegos que vienen de afuera», indicó Muollo, de GeekOut. «Sin embargo, se puede poner creatividad a la hora de elegir materiales —dice Larrán—. El juego de autor cuida la estética, es un trabajo muy delicado armar los prototipos. Todo eso lo estamos aprendiendo ahora».

Un hobbie que atrapó a Mark Zuckerberg.

El Catán multiplicó sus ventas cuando apareció en la serie The Big Bang Theory y cuando varios tecnólogos famosos de Silicon Valley (como el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg) contaron que es uno de sus pasatiempos favoritos. El juego inauguró la industria de los eurogames, con base en Alemania, que produce más de 1.000 juegos nuevos al año, tiene convenciones y ferias multitudinarias y un marketing más parecido al del negocio del libro que al del juguete.

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