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Unión Europea será muy dura con Reino Unido y su "divorcio"

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Rafael Pampillón. Foto: El País

SE DEBE IR HACIA LOS “ESTADOS UNIDOS DE EUROPA”, O SEA UNA VERDADERA UNIÓN ECONÓMICA Y MONETARIA

Los países que integran la Unión Europa deberán comenzar a asumir que lo que se necesita es "más Europa" y encaminarse hacia organismos supranacionales que fijen el rumbo, asegura Rafael Pampillón, Doctor en Ciencias Económicas y empresariales por la Universidad de Barcelona.

Rafael Pampillón. Foto: El País
Rafael Pampillón. Foto: El País

No duda en referirse a un futuro como Estados Unidos de Europa, con un sistema federal, mientras hace cuentas de los costos que el Brexit tendrá para Europa, y en especial para el Reino Unido. A continuación, un resumen de la entrevista.

—¿El fin del estímulo monetario en la Unión Europea llegará este año?

—A mi me parece que el Banco Central Europeo está siguiendo la misma ruta que la Reserva Federal. La Fed ha anunciado el comienzo del retiro de las compras masivas aunque aún no decida bajar las tasas hasta el año próximo, ya que existe intranquilidad debido a factores externos a la economía, como puede ser la actitud bélica de Corea del Norte. Mientras tanto, el BCE probablemente en octubre comunique lo que piensa hacer en efectivo, pero seguramente hasta 2018 no empiece el tapering (retiro progresivo de estímulos). Hasta ahora sigue comprando deuda en cantidades importantes, que las irá reduciendo poco a poco, pero sigue habiendo expansión monetaria. El presidente del BCE Mario Draghi no quiere precipitarse, y por ahora no hay razones para ello. La inflación está en el entorno del 2% y la economía del bloque crece 2,2% y están entrando capitales No creo que vaya a haber suba de tasas de interés hasta 2019.

—¿Cuánto juega en ese escenario el comportamiento alcista que ha tenido el euro?

—Un euro fuerte puede frenar al BCE en una eventual suba de tasas, ya que eso apreciaría más la moneda, con llegada de más capitales y terminaría afectando la competitividad. Creo que esa es una variable que más observa el Banco Central en la actualidad. El fortalecimiento que ha tenido el euro últimamente frente a otras divisas, en especial el dólar. El Central habla de volatilidad de la moneda única, yo no creo que sea tan así. Está fuerte y si sigue en ese nivel, seguramente influirá en las decisiones sobre tasas de interés.

La teoría económica dice que el precio de una moneda recoge toda la información disponible en ese momento. De manera que el 1,20 dólares por euro que tenemos ahora dependerá de cuán fuertes se den los pasos por parte de la Fed o el BCE, o del grado de enfrentamiento que tenga EE.UU. con Corea, por nombrar algunas de las variantes que pesan.

—¿Europa empezó tarde a tomar medidas post crisis?

—Ciertamente ha habido un retraso en el combate a la crisis económica. EE.UU. ha gestionado bien la salida a la crisis, pero aquí en Europa no se afrontó de la misma manera. Se atacó tarde, No mal, pero sí tardíamente. Ben Bernanke (presidente de la Fed) vio venir las dificultades y tomó medias rápidamente. Acá fue distinto, y todavía tenemos la banca italiana, por ejemplo, que no está funcionando bien, también problemas con las cajas de ahorro en Alemania. El hecho de que Europa no tenga un sistema único de resolución bancaria nos lastra la salida. Todavía no tenemos un fondo de garantía de depósitos común. Queda por armar una Europa más unida, inclusive en tema como el control de fronteras. En un momento de cierto auge económico, aparece la oportunidad de apuntar hacia un verdadero mercado único.

—Está sobre la mesa una propuesta de Alemania y Francia de ir hacia un ministro de finanzas europeo y un presupuesto común...

—Sí. Y deberíamos ir hacia una política fiscal y tributaria única, que se cumpla a rajatabla. El problema de esto es que los alemanes y los franceses dicen lo mismo pero piensan en cosas distintas,. La letra pequeña nos divide. Aunque hay un consenso de que queremos más Europa, necesitamos más crecimiento, más desarrollo tecnológico, un mercado de capitales más potente y más profundo.

Hay que ajustar las posiciones, pero en lo conceptual todos coincidimos en que hay que ir hacia un formato "Estados Unidos de Europa", una verdadera unión económica y monetaria.

—¿Está pensando en un supra gobierno federal?

—Claro. Un gobierno federal para toda Europa es la única manera de que se imponga una verdadera convergencia de todas las políticas. Todavía estamos lejos, pero ese es el camino que muchos coinciden que debemos seguir.

Las propuestas populistas no triunfaron en Francia ni en Holanda; Merkel tendrá que gobernar con una representación en el parlamento con presencia de algunas facciones xenófobas y euroescépticas, pero mantiene el poder. Son buenas noticias para el bloque. Ahora, tenemos el Brexit por delante, y no se la vamos a poner fácil al Reino Unido.

—¿Qué quiere decir?

—La Comisión Europea lo ha dicho claramente: no va a tener una zona de libre comercio y de unión aduanera a no ser que siga el mismo recorrido que han tomado Noruega y Suiza, que es el de contribuir a los fondos europeos y permitir la libre circulación de personas.

—¿Cómo absorbe el ciudadano europeo esta situación creada con el alejamiento del Reino Unido?

—En Europa hay preocupación porque no se trata de un desprendimiento menor. Es un país muy importante y muestra un camino diferente al que hasta ahora estábamos acostumbrados. Todo el mundo quería entrar a la Unión Europea, era el ideal. Es un indicador malo, en vez de unirnos nos separamos y los riesgos son muchos.

Por eso, la Comisión Europea no quiere andar con medias tintas. Si se quiere ir que se vaya y que pase a ser un tercero en las relaciones con la Unión como otro cualquiera y pagar aranceles para el ingreso de sus productos. Y si no paga aranceles porque hacemos un tratado de libre comercio, habrá aduanas por medio.

La Unión Europea tiene una legislación para los bienes que se venden y compran dentro del bloque. Pero si el Reino Unido no forma parte de la Unión tendrá su propia legislación y veremos cuántas dificultades se generan a la hora de compatibilizar posturas. Toda ruptura es mala y trae consecuencias poco deseadas.

—¿Entiende que el que más pierde en esta disolución del vínculo es el Reino Unido?

—Claramente. Lo mismo ocurriría con Cataluña, si se va de España. No caben dudas de eso.

Están en dificultades. Dependerá de las negociaciones que se hagan para mantener algunos vínculos que si se pierden significarán una enorme pérdida, sobre todo, insisto, para Reino Unido.

Por ejemplo, la deslocalización de empresas es una gran preocupación para los ingleses. Empresas que tenían sede allí y están pensando —algunas ya lo están haciendo— trasladarse a Europa para seguir vendiendo a lo largo y a lo ancho de la Unión. Y lo mismo pasa con empresas de otros orígenes, por ejemplo, una firma australiana que quiere venir a Europa, ya no va a elegir Inglaterra, sino que se irá quizá a Alemania o Francia. Ese es un gran problema. Hay un mercado enorme en peligro.

Inclusive, ya hay estrategias instaladas de distintas ciudades buscando rescatar para sí lo que pierda Londres. Madrid, por ejemplo. Tiene un equipo de gente trabajando para atraer ese tipo de inversiones.

—El sector financiero se señala como uno de los que más sentirá el golpe...

—Es uno de los sectores que más amenazados. La City londinense en concreto. Las firmas comienzan a trasladarse a Europa, pero esto no va a ser un Big Bang, será poco a poco. Pero hay un gran volumen de negocios en juego. Y empleos.

—¿Qué debe hacer Reino Unido en esta situación?

—Tendrá que volverse un Estado asociado, lo que implica una negociación importante, pagar las deudas que tiene con Europa, que son cuantiosas, contribuir al presupuesto europeo y controlar las fronteras en cuanto a inmigración. Ese es un punto crucial.

Con respecto a los compromisos asumidos en su momento como miembro del bloque y que debe saldar ahora que se retiran, deberán sentarse a negociar, y si no lo hacen, quedarán fuera de todo. No habrá otra fórmula.

Europa está muy firme en eso, porque no quiere que otro país siga ese camino. Por tanto, la postura tiene que ser ejemplar. De otra forma, mañana Holanda o Dinamarca, de los países más rebeldes, saldrán del bloque sabiendo que "no pasa nada".

Sustituir a EE.UU. como líder del libre comercio debe ser un objetivo.

—Europa está creciendo como no lo hacía desde hace mucho tiempo...

—Efectivamente, las previsiones se han ido revisando al alza. Francia crece más, también Alemania, con un gasto público que se expande para mantener al millón de refugiados que acogió: en fin, se están viendo señales en materia de producción y empleo bastante sólidas en la gran mayoría de los países, Hay una recuperación económica importante en toda la Unión Europea. Inclusive los países que tuvieron más problemas durante la crisis, como España o Portugal.

—¿Es un buen momento para reformas?

—Claro. Por ejemplo, que los acuerdos de libre comercio que se quieren hacer con Australia y Nueva Zelanda sigan adelante. Que sustituyamos a EE.UU. en la defensa del libre comercio, impulsar una producción más limpia y contaminante y diferenciarnos más de la posturas de Trump...

—Menciona los acuerdos con Australia y Nueva Zelanda. Ya se cerró con Japón, ¿el Mercosur está en esa lista?

—El Mercosur está en esa lista, pero lo vemos absolutamente roto. Los problemas de Brasil, Argentina tiene los suyos, lo que ha ocurrido con Venezuela. No se ve al Mercosur unido. Si hablara con una sola voz sería más fácil negociar.

Tenemos grandes diferencias en temas como agricultura que podrían superarse, pero sobre todo se necesitan interlocutores válidos y negociadores que representen a todas las voces.

PERFIL

Rafael Pampillón.

Doctor en Ciencias Económicas y empresariales por la Universidad de Barcelona; MBA por IESE. Fue decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Extremadura. Actual-mente es investigador y docente en la IE Business School de Madrid.

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