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Todavía persiste el peligro

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Activistas protestan en contra del plan republicano para reemplazara el Obamacare. Foto: Reuters

¿Los republicanos en el Senado tratarán de destruir la atención de la salud bajo la cubierta de una crisis constitucional? Se trata de una pregunta grave, basada, en parte, en lo que sucedió en la Cámara de Representantes a principios de este año.

Como recordarán, en marzo parecía que se habían terminado los intentos por revocar y remplazar a la Ley de atención asequible, después que la Oficina Congresal del Presupuesto dio a conocer una evaluación devastadora en la que concluye que la iniciativa de ley republicana en la Cámara de Representantes llevaría a tener a 23 millones más de estadounidenses sin seguro médico. De cara al intenso escrutinio mediático y a la efusión de la oposición popular, se retiró el proyecto y parecía haber terminado el debate.

Sin embargo, la atención de los medios cambió a los tuits presidenciales y otros atropellos, y ya sin los reflectores encima, desde la Cámara de Representantes se intimidó y sobornó a suficientes legisladores que no colaboraban para, después de todo, aprobar por un estrecho margen el proyecto de ley.

¿Podría suceder algo parecido en el Senado? Hace unos cuantos días, una versión igualmente terrible de la revocación y el remplazo parecía acabada. Y es visible que la atención mediática se ha alejado del tema, centrándose en otros más jugosos, como la historia de Rusia con Trump.

Este cambio en el centro de atención es entendible. Después de todo, hay evidencia creciente de que miembros del círculo interno de Trump, de hecho, coludieron con Rusia durante las elecciones; entre tanto, las declaraciones y los tuits de Trump indican firmemente que está dispuesto tanto a abusar de su poder de perdón, como de despedir a Robert Mueller, lo que provocaría una crisis constitucional, en lugar de permitir que prosiga la investigación del escándalo.

Si bien estos acontecimientos dominan las noticias, ni Mitch McConnell, ni la Casa Blanca han cedido en sus esfuerzos por privar a millones de la atención de la salud. De hecho, el tuitero en jefe, en una ceremonia militar para presentar un nuevo portaaviones y rompiendo de nuevo las reglas del decoro establecidas hace mucho, apeló al público para que presione al Senado a fin de que apruebe el proyecto de ley.

El Senado fracasó por tercera vez, el viernes, en el intento de aprobar una ley de derogación y remplazo. Se abre un periodo incierto. Aún está la eventualidad de que con los reflectores de los medios brillando en otra parte, se podría meter a presión una ley horrible. Y la Cámara de Representantes aprobaría rápidamente cualquier cosa que produzca el Senado. Así es que estamos en un momento de gran riesgo.

La línea más o menos oficial, del Partido Republicano, sostiene que no es posible confiar en la Oficina del Presupuesto, a cuyo director, por cierto, escogieron los propios republicanos. En particular, el argumento es que sus proyecciones de grandes pérdidas en la cobertura están disparatadas.

En realidad, esas proyecciones de la OCP sobre la pérdida de cobertura son totalmente razonables, dados los recortes drásticos a Medicaid que se plantean en la iniciativa de ley del Senado, 26% para el 2026 y todavía mucho más para la siguiente década. Uno se tiene que preguntar por qué la senadora Shelley Moore Capito de Virginia Occidental siquiera podría considerar apoyar esta iniciativa cuando 34% de su electorado que no es de ancianos tiene Medicaid. Lo mismo sucede con el senador Jeff Flake de Arizona, donde la cantidad correspondiente es 29%.

Y, sobre esas aseveraciones de que estaría bien que la gente opte por no seguir con la cobertura porque sería su propia decisión, es crucial darse cuenta de que con la iniciativa del Senado se degradaría la calidad de los seguros privados subsidiados, lo que llevaría a un incremento enorme en los deducibles.

Con la ley actual se aporta suficiente en subsidios como para que un individuo con un ingreso de 26.500 dólares pueda pagar un plan que cubra 70% de los gastos médicos, lo que, estima la OCP, implica un deducible de 800 dólares. Con la ley senatorial, se reduciría ese estándar de cobertura a 58%, por lo que se incrementaría el deducible implicado a 13.000 dólares, con lo cual el seguro sería, efectivamente, inútil.

Por cierto, hay que recordar cuando los republicanos, como Paul Ryan, solían denunciar al Obamacare porque las políticas de los seguros que ofrecía tenían deducibles altos.

En resumen, la iniciativa de ley del Senado es tan cruel y grotesca como dicen sus críticos. Sin embargo, necesitamos seguir recordándoles a los senadores titubeantes y a sus electores ese hecho, no sea que los vaya a enredar una ventisca de mentiras.

Yo no estoy diciendo que todos deberían ignorar la traición Trump-Putin y todas sus ramificaciones: es evidente que lo que está en juego es el destino de nuestra democracia. Sin embargo, no debemos permitir que esa madre de todos los escándalos ocupe toda nuestra amplitud de banda mental: la atención de la salud para millones también está en la línea. Y, mientras que el ciudadano común todavía no puede hacer mucho sobre la crisis constitucional que se avecina, sus llamadas, cartas y protestas todavía pueden marcar una diferencia en la atención de la salud.

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Activistas protestan en contra del plan republicano para reemplazara el Obamacare. Foto: Reuters

PAUL KRUGMAN

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