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La teoría de los "productos milagrosos" en los que cree la derecha moderna en Estados Unidos

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Foto: Getty Images

OPINIÓN

En lugar de vacunas, las que rechazan, hay quienes recomiendan una alternativa: un desparasitador de ganado.

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Estos días, no se oye hablar mucho de la “ansiedad económica”. La mayoría de los observadores reconocen que lo que motivó el ascenso de la derecha trumpista fue el antagonismo racial y social y no el populismo económico.

Sin embargo, el extremismo político tiene un componente económico, solo que no es lo que se piensa. Los extremistas de derecha y, hasta cierto punto, incluso los medios de comunicación conservadores más convencionales, dependen del apoyo financiero de empresas que venden suplementos nutricionales y productos milagrosos, y ese apoyo financiero es quizá un factor importante que incita a la derecha a volverse más extrema. De hecho, el extremismo de la derecha no solo es un movimiento ideológico que casualmente recibe mucho dinero de los vendedores de productos milagrosos; es probable que parte de su extremismo no se vea como un reflejo de una convicción profunda, sino como una forma de promover esos productos.

Tengan en cuenta dónde nos encontramos en la lucha contra la COVID-19. Hace unos meses, parecía probable que el desarrollo de vacunas eficaces pronto acabaría con la pandemia. En vez de eso, continúa y las hospitalizaciones casi llegan a su punto máximo del invierno pasado. En parte, esto se debe a la aparición de la variante delta, que es muy contagiosa, pero también refleja la negativa de muchos estadounidenses a vacunarse.

Y gran parte de este rechazo es político. Es cierto que muchas personas que se niegan a vacunarse no son trumpistas, pero existe una fuerte correlación negativa entre el porcentaje de votos para Donald Trump en un condado y las vacunas. En julio, el 86% de quienes se identifican como demócratas dijeron que se habían vacunado, pero solo el 54% de los republicanos lo hicieron.

Sin embargo, los que se niegan a vacunarse no solo rechazan las vacunas que salvan vidas, sino que también recurren a alternativas que ponen en peligro sus vidas. Estamos siendo testigos de un aumento de las ventas de ivermectina (y del envenenamiento que ocasiona), que por lo general se utiliza para desparasitar al ganado, pero que en fechas recientes se ha promocionado en las redes sociales y en Fox News como una cura para la COVID-19.

Lo acepto, esto no lo vi venir. Pero debería haberlo hecho. Como el historiador Rick Perlstein ha señalado, hay una larga asociación entre los vendedores de “productos milagro” y los extremistas de derecha. Se dirigen más o menos al mismo público.

Es decir, los estadounidenses dispuestos a creer que Barack Obama nació en Kenia y que se utilizaron satélites italianos para cambiar los votos a favor de Joe Biden son también el tipo de personas dispuestas a creer que las élites médicas les mienten y que pueden resolver sus problemas de salud si ignoran los consejos de los profesionales y compran medicamentos de patente.

Una vez que uno está consciente del vínculo entre las curas milagrosas y la política de la derecha, se da cuenta de que es omnipresente.

Sin duda, esto es cierto en las ciénagas de la extrema derecha. Alex Jones, de Infowars, ha ganado muchos seguidores gracias a sus teorías conspirativas, pero gana dinero vendiendo suplementos nutricionales. No obstante, esto también aplica a los segmentos más convencionales y tradicionales de la derecha. Por ejemplo, Ben Shapiro, considerado un intelectual de derecha, promociona suplementos.

Fíjense en quiénes anuncian en el programa de Tucker Carlson en Fox News. Después de Fox, los principales anunciantes son My Pillow y luego tres empresas de suplementos.

Sin duda, los vendedores de “productos milagro” encuentran en los consumidores de noticias y los expertos de derecha un valioso mercado para sus productos. Así que no debería sorprender que muchos estadounidenses de derecha crean que la vacunación es un complot liberal y recurran a alternativas dudosas; aunque, de nuevo, no vi venir lo del desparasitante de ganado.

Sin embargo, lo interesante es hasta qué punto la conexión entre la política de derecha y la comercialización de curas milagrosas ha configurado el panorama político.

Pongámoslo así: el extremismo tiene grandes recompensas financieras, porque la política extrema vende medicina de patente y la medicina de patente es muy rentable (en 2014, las operaciones de Jones reportaban más de 20 millones de dólares al año en ingresos, sobre todo por la venta de suplementos). ¿Éstas recompensas financieras inducen a los expertos a ser más extremistas? Sería sorprendente que no lo hicieran: como dicen los economistas conservadores, los incentivos importan.

El extremismo de las figuras de los medios de comunicación radicaliza a sus audiencias e incentiva a los políticos para que sean más extremistas.

Así que pueden ver cómo la vacunación se convirtió en un punto de inflexión. La vacunación es una prioridad para un presidente demócrata, lo cual genera una hostilidad intensa entre la gente que quiere ver fracasar a Joe Biden. Y esas personas ya estaban preparadas para rechazar la pericia médica y creer en curas de charlatanes.

Seguramente, todos en la derecha se dieron cuenta de que hasta Donald Trump fue abucheado hace poco cuando dijo a los asistentes de un mitin que debían vacunarse. Tal vez no vuelva a decir eso y, en definitiva, los Trump del futuro no lo harán.

Nada de esto ocurriría si no existiera una atmósfera de ira y desconfianza que los expertos y políticos sin escrúpulos pudieran explotar. Pero el hecho de que el extremismo venda patentes crea un incentivo financiero para volverse más extremo.

Se podría decir que si la democracia estadounidense está en peligro es, en parte, porque los vendedores de productos milagro —no hablamos de malas ideas políticas, sino de verdaderas medicinas malas— han estado recurriendo a este extraño truco.

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