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Techo de cristal en la academia

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El Sistema Nacional de Investigadores (SNI) está integrado por cerca de 1.500 investigadores activos de los cuales el 46% son mujeres. Sólo un 17% de los investigadores del nivel jerárquico superior son mujeres.

En artículos pasados me he referido a diferencias salariales entre hombres y mujeres. En esta nota plantearé un análisis de género basado en un trabajo que hicimos con Daniel Bukstein sobre el SNI y que está disponible en la web de Universidad ORT.

El concepto de techo de cristal refiere al conjunto de prácticas explícitas o implícitas que afectan negativamente la promoción laboral de un grupo poblacional, en este caso las mujeres. Su nombre alude a que es una sutil y transparente barrera que impide el avance al tope de la jerarquía laboral.

SNI.

Es un sistema de incentivos para investigadores que funciona en la órbita de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII). Su objetivo es "fortalecer, expandir y consolidar la comunidad científica nacional, acompañado de la tarea de categorizar y evaluar periódicamente a todos los investigadores, estableciendo un sistema de incentivos económicos".

El SNI clasifica los investigadores activos en cuatro niveles. Los niveles superiores están asociados con mayores transferencias monetarias, más prestigio y reconocimiento. A la fecha, las transferencias mensuales del SNI son $ 7.974, $ 10.632, $13.289 y $ 15.947 para los niveles Iniciación, I, II y III respectivamente. Los contratos tienen una duración de entre 2 a 4 años.

Los postulantes al SNI deben reportar su curriculum vitae detallado en un formato estándar a través de una herramienta electrónica conocida como el cvUy. La evaluación se inicia con el análisis de comisiones técnico asesoras en Ciencias Naturales, Ingeniería y Tecnología, Medicina y Ciencias de la Salud, Ciencias Agrícolas, Ciencias Sociales y Humanidades.

Resultados.

En el trabajo con Bukstein utilizamos los datos del cvUy. Esto nos dio acceso a información precisa de la producción científica y méritos académicos. Utilizamos todas las aplicaciones al SNI desde el 2008 al 2014 totalizando 3.196 investigadores (1.577 hombres y 1.619 mujeres). Dado que el estudio cubre 7 años, la mayor parte de los integrantes del SNI han debido postular más de una vez. La base de datos final abarcó 6.751 postulaciones. El 56% de ellas fueron aprobadas. Las mujeres fueron exitosas en el 53% de los casos mientras que los hombres lo fueron en el 60%. Por lo tanto, la brecha de género en la probabilidad de ser aceptado es de 7 puntos porcentuales.

Más aún, la brecha promedio oculta la existencia de diferencias mayores al interior del SNI. Las mujeres representan el 55% de los investigadores rechazados, el 54% de los aceptados en nivel Iniciación y el 47% de las los aceptados al nivel I. Sin embargo, son tan sólo el 35% de los aceptados en Nivel II y el 12% del nivel III.

¿A qué se deben estas brechas de género? Tal vez, simplemente las mujeres en academia son menos productivas que los hombres. En parte es cierto. Una proporción mayor de hombres que de mujeres tiene doctorado (46% vs. 40%), los hombres publican más artículos científicos y han actuado como tutores de tesis estudiantiles en más ocasiones (promedio anual de 0.8 vs 0.6 artículos y 1 vs 0.8 tutorías). Esto merecería un estudio en sí mismo.

En el trabajo con Bukstein aplicamos una técnica de descomposición y medimos cuanto de la diferencia en la probabilidad de acceso al SNI se debe a diferencias observables en méritos académicos entre hombres y mujeres y cuánto no puede ser explicado. Encontramos que de los 7 puntos porcentuales de la brecha, 5 se deben a diferencias objetivas. El resto no.

Asimismo, mostramos que la brecha de género es mayor en los rangos más altos del programa y que diferencias en méritos académicos entre hombres y mujeres explican una parte menor de las brechas. Acceder a los rangos superiores del sistema es más difícil que a las rangos inferiores, pero para las mujeres los es mucho más.

Causas.

En el trabajo encontramos evidencia parcial de tres hipótesis. Primero, hubo un pecado original en la creación del sistema. De 39 investigadores designados originalmente para organizarlo (y que pasaron por un sistema de evaluación distinto al resto) tan sólo 4 eran mujeres. Segundo, las comisiones técnico asesoras tienen ellas mismas un desbalance de género. En 2010, un 12% de sus integrantes eran mujeres. En 2015 un 34% eran mujeres. Finalmente, encontramos que las brechas son particularmente grandes en algunas áreas. Ciencias naturales y exactas es el área con la mayor cantidad de investigadores activos (más de 500).

Actualmente, hay aproximadamente la misma cantidad de mujeres y hombres en los niveles Iniciación y I. En cambio, en Nivel II hay solo 30% de mujeres. En el nivel III hay 32 investigadores, 29 hombres. Algo similar sucede en las Ciencias médicas y de la salud. En el Nivel III hay 13 investigadores, 12 hombres.

Reflexión final.

Espero esta nota no sea tomada equivocadamente. En mi opinión hay una gran cantidad de virtudes asociadas a la ANII y al SNI. El techo de cristal aquí descripto no fue generado intencionalmente, pero existe y debe prestársele atención.

NÉSTOR GANDELMAN

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