Publicidad

Sube el déficit por mayor gasto discrecional

Compartir esta noticia
Fachada del edificio sede de la Direccion General de Impositiva (DGI)
Fachada del edificio sede de la Direccion General de Impositiva (DGI).
Foto: Archivo El País

EL ANÁLISIS

La recaudación de la DGI aumentó 1,1% real en 2018, a tono con el estancamiento de la economía.

La situación de las finanzas públicas es uno de los aspectos que mayor preocupación genera al analizar la marcha de la economía uruguaya. El Estado es el catalizador de un sinnúmero de demandas por parte de la población. Atenderlas a todas es imposible y la discrecionalidad al momento de optar siempre será motivo de debate. Pero en todo caso, las decisiones de política que se adopten deberán contar con el financiamiento adecuado, ya que no existen “almuerzos gratis” y a la corta o a la larga se termina pagando. Lo ideal es que sea con financiamiento genuino y no a través de un ajuste. No sólo porque todo ajuste es doloroso, sino porque situaciones fiscales que ameriten ajustes periódicos generan incertidumbre, lo que retrae la inversión y resta dinamismo a la economía.

Lo anterior viene a cuento a la luz de los datos relativos al desempeño del sector público en el año 2018. El dato estadístico dice que al cabo del pasado año el déficit se ubicó en el 2,7% del PIB. Pero ese es tan sólo un dato estadístico, distorsionado por el ingreso de dinero al BPS proveniente de aquellos aportantes a alguna AFAP que optaron por retornar al régimen de reparto en el marco de la Ley N° 19.590, más conocida como la de los cincuentones. Hay que tener presente que esos fondos se vuelcan a un fideicomiso tendiente a asegurar el financiamiento futuro de esas pasividades, y que a su vez será insuficiente para cumplir tal fin, por lo que lejos de mejorar la situación fiscal empeora a mediano plazo.

Por lo tanto, el análisis correcto de las finanzas públicas debe realizarse sin tener en cuenta esos fondos que irán ingresando en los próximos meses a medida que más cincuentones se vayan desafiliando de las AFAP. Hechos los ajustes correspondientes se constata que el verdadero déficit del sector público se ubica en el 4% del PIB, tal cual se muestra en el gráfico que aparece en la parte de arriba del cuadro que ilustra la nota. Se muestra allí la evolución del resultado corregido global del sector público y del consolidado gobierno central-BPS.

Se desprende del gráfico no sólo que el verdadero déficit es mayor, sino que se ha ido agrandando a lo largo del año en una trayectoria que preocupa y obliga a financiar el desequilibrio mediante deuda. Depender cada vez más del endeudamiento torna cada vez más vulnerable a la economía, cuyas fortalezas se van debilitando, al punto tal que, si bien las distintas calificadoras de riesgo que evalúan la deuda soberana uruguaya mantienen la nota, todas sin excepción advierten sobre los peligros de no ajustar las cuentas, tarea que parece quedar para la administración que asuma el 1° de marzo de 2020 a la luz del comportamiento del gasto.

Se deteriora la situación fiscal

Centraremos el análisis a nivel del consolidado gobierno central (GC) -BPS, que constituye la parte más relevante del sector público y sujeta al Presupuesto.

El deterioro de las cuentas públicas es el resultado de un gasto que crece a un ritmo superior al de la economía. Como los ingresos evolucionan de la mano del nivel de actividad salvo que se aumenten los impuestos, esta trayectoria no puede tener otro resultado que el déficit.

En el gráfico se observa que a nivel global el deterioro fue continuo a lo largo de la presente administración, no así a nivel del GC-BPS, que mostró una mejora relativa durante 2017, para volver a deteriorarse en el último año. La razón no es otra que la suba de impuestos que comenzó a regir a partir de ese año y cuyo impacto se puede apreciar con claridad en el gráfico que aparece a la izquierda en la parte media del cuadro. Allí se muestra la variación real de la recaudación de la DGI en el último año móvil. Se ve que fue aumentando a lo largo de 2017, debido fundamentalmente al aumento en las tasas de IRPF.

Acabado el efecto tasa a partir de 2018, el incremento porcentual de la recaudación se fue diluyendo al punto tal que la recaudación total de impuestos apenas aumentó 1,1% real en el último año. Esta evolución ratifica la tendencia al estancamiento que muestra la economía, que se ve reflejada entre otras cosas en la pérdida de puestos de trabajo.

Las finanzas públicas también lo reflejan a través de la recaudación del BPS, que se muestra en el gráfico que aparece en la parte media a la derecha. Se muestra allí la evolución de la recaudación acumulada en el último año móvil del organismo previsional medida en pesos constantes de diciembre de 2018, constatándose un descenso a lo largo del último año.

Ello está a tono con el desempeño del mercado laboral. Pero si se analiza en profundidad, las cuentas del BPS también informan sobre la grieta que se está dando en ese mercado laboral. El BPS actúa como agente recaudador de las AFAP. En tal sentido recibe ingresos que luego vierte, lo que se ve reflejado en sus gastos. Las transferencias a las AFAP crecen en términos reales, al tiempo que la recaudación total del BPS (incluidos los aportes a las AFAP) cae. Ello quiere decir que las dificultades en materia laboral afectan más a quienes perciben retribuciones más bajas, menos calificados, fundamentalmente los jóvenes.

Contrastando con una recaudación que no crece, el gasto no deja de aumentar. Se ha hablado mucho, y así lo hemos hecho desde esta columna, sobre las dificultades de abatir el gasto dado el alto componente endógeno del mismo. Fundamentalmente el asociado a pasividades y al seguro nacional de salud.

Sin embargo, al analizar la evolución de las erogaciones a lo largo del último año surge que no fueron estas las partidas que más aumentaron, sino aquellas que de algún modo están sujetas a algún grado de discrecionalidad por parte de las autoridades, tal cual se muestra en el gráfico que aparece abajo a la izquierda.

Las inversiones son el gasto que más sube, confirmando el ciclo electoral que las caracteriza. También suben los gastos no personales y los intereses. Con respecto a estos últimos un par de observaciones. En primer lugar, señalar que su aumento se debe al mayor endeudamiento del gobierno, necesario para financiar déficits crecientes. Por otra parte, también incide el tipo de cambio, ya que más de la mitad de la deuda del gobierno está denominada en moneda extranjera.

Un dato positivo es el estancamiento que muestra el gasto endógeno, tal cual se muestra en el gráfico que aparece a la derecha en la parte baja del cuadro. Se muestra allí que las transferencias al Fonasa se estabilizaron en términos del PIB. Ello era previsible ya que el sistema incorporó a todos los potenciales beneficiarios.

El otro gasto que se estabiliza es el de las pasividades. Pero en este caso no hay que confundirse ya que la realidad demográfica apunta a un incremento a lo largo del tiempo y una nueva reforma del sistema es imprescindible.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad