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Sube el déficit por freno en ingresos y mayor gasto

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Foto: Pixabay

TEMA DE ANÁLISIS

El rojo de las cuentas públicas se sigue agravando, lo que ya amerita correcciones sin necesidad de que asuma la nueva administración el próximo 1° de marzo.

Según las cifras recientemente divulgadas por el Ministerio de Economía, el déficit global del sector público en los últimos doce meses a junio se ubicó en el equivalente al 4,9% del PIB. El no cumplimiento de las metas que se fijó el gobierno pasa a ser anecdótico, ante la perspectiva de que siga agravándose en los meses que restan de la actual administración, de no adoptarse ya medidas de ajuste.

El ajuste es necesario, ya que las necesidades de financiamiento para cubrirlo son crecientes, lo que tensiona sobre una deuda cuya trayectoria comienza a preocupar. Actualmente, el país cuenta con liquidez y líneas de contingencia que le cubren vencimientos por los próximos dos años, variable que ponderan en gran medida las calificadoras de crédito. Pero por más respaldo que se tenga y mejores condiciones que se presenten en el mercado internacional, el hecho de seguir recurriendo al endeudamiento puede generar desconfianza, lo que tarde o temprano se traduce en dificultades para cubrir el déficit y obliga a ajustes dolorosos.

El déficit es el resultado de un gasto superior a los ingresos. Al analizar el comportamiento de las cuentas públicas a lo largo de los últimos años, se constata que los gastos efectivamente no dejaron de crecer (y lo siguen haciendo) en tanto que los ingresos lo hicieron a un ritmo menor.

El menor crecimiento de los ingresos se explica por el escaso dinamismo de la economía, que prácticamente no ha crecido desde el año 2014. Los datos de cuentas nacionales hablan de un crecimiento moderado, pero no tan bajo. La explicación radica en la forma en cómo se mide la actividad de las telecomunicaciones, única actividad que crece y que está sobre ponderada. Al respecto, el BCU anunció que se está trabajando en un cambio de base. Conceptualmente, al no aumentar el nivel de actividad de la base imponible, los impuestos que se recaudan sobre ella no crecen.

El escaso dinamismo de la economía que implicó una magra recaudación, más allá del ajuste fiscal del año 2017, ha sido uno de los problemas que enfrentó el actual gobierno. El contexto internacional y la confirmación de la construcción de la segunda planta de UPM son noticias favorables para la próxima administración, ya que la economía se recuperará. Pero en ningún caso son atenuantes para retrasar el ajuste de las cuentas del sector público, ya que el gasto muestra una trayectoria que no es sostenible.

A junio del presente año, el resultado global del sector público arrojó un déficit equivalente al 4,9% del PIB, aproximadamente US$ 2.750 millones. Si se ajusta por el manejo del stock de petróleo, el déficit supera el 5% del PIB.

Si lo comparamos con un año atrás, constatamos un incremento de 0,8 puntos del PIB. En una tendencia de más largo plazo se observa un deterioro paulatino, tal cual se muestra en el gráfico que aparece en la parte alta del cuadro.
Se ve allí que desde el pasado año se viene deteriorando el resultado fiscal, período en el que aumentó en más de un punto porcentual del PIB. La explicación del deterioro hay que buscarla por el lado del gasto, ya que los ingresos, como ya hemos dicho, no mostraron dinamismo.

En el gráfico que aparece en la parte media del cuadro se muestra la evolución de los ingresos y egresos del consolidado gobierno central (GC)-BPS, que constituye el corazón del sector público y es aquella parte cuyo funcionamiento se rige por el Presupuesto Nacional. Es bien clara la trayectoria divergente de uno y otro; mientras se estancan los ingresos se dispara el gasto.

Comparando con el resultado registrado un año atrás, los egresos totales del consolidado GC-BPS se incrementaron en 1,2 puntos del PIB. Al analizar por rubros, se constata que el incremento fue generalizado y en todas las partidas hubo un mayor nivel de erogaciones, tal cual se muestra en el gráfico que aparece abajo a la izquierda.

Mucho se ha dicho en los últimos tiempos, y con razón, de que el gasto público en Uruguay es muy difícil de controlar, ya que la mayor parte responde a partidas que el gobierno de turno no puede alterar. Por ejemplo las pasividades, cuyo monto depende del ajuste salarial que está regido por la Constitución y la cantidad de beneficiarios.

El tema de las pasividades es el gran dolor de cabeza del gasto público. Tal como se ve en el gráfico de abajo a la derecha, los gastos por este concepto no dejan de aumentar. Los factores demográficos y el aumento de la esperanza de vida fueron atendidos con la reforma del año 1996. Pero en el año 2008 se flexibilizó el acceso a las pasividades a través de testigos, lo que determinó un fuerte incremento en el número de pasivos. Precisamente, el mayor número de pasivos y el ajuste de sus retribuciones explican el incremento en las erogaciones por este concepto. La buena noticia de cara al futuro es que todos los candidatos a la presidencia concuerdan en que el sistema vigente de seguridad social requiere ajustes importantes.

Bueno es reconocer que cualquiera sea la reforma que se implemente, no tendrá efectos inmediatos sobre el gasto. Pero sí será importante la señal que se envíe de voluntad de encauzar las cuentas del sector público.

Otra de las partidas del gasto que más aumentó en el presente año son las remuneraciones. En términos reales, el gasto total por concepto de remuneraciones se incrementó 4,8% en el primer semestre del año respecto a igual período de 2018. Ello se explica por el aumento concedido a principios de año, superior a la inflación registrada a lo largo de 2018.

Este aumento impactará en el IMS y a través de él en el próximo ajuste de pasividades el 1° de enero de 2020. En tal sentido, la política salarial del gobierno es también otra forma indirecta para incidir en las pasividades.

Otro componente no discrecional del gasto es el pago de intereses, que está aumentando, lo que no debe llamar la atención puesto que el endeudamiento para financiar un déficit creciente es cada vez mayor y, por consiguiente, también lo son los intereses correspondientes. Además, incide el aumento del dólar, ya que la mitad de la deuda del gobierno fue contraída en esa moneda.

Las partidas que responden a la discrecionalidad del gobierno también aumentan. Los gastos no personales se incrementaron casi 4% en términos reales durante el primer semestre del año respecto a igual período de 2018, al tiempo que las inversiones aumentaron moderadamente 1,3% real en el mismo período. Dentro de estas últimas sobresalen las que corresponden al MTOP, al Mvotma y a Presidencia, con incrementos reales de 6,3%, 4,3% y 12,7% respectivamente. Las correspondientes a los organismos docentes cayeron un 10% real.

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