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Cuáles son las tareas inmediatas

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Equipo "ducho" en la gestión económica. Foto: Archivo El País
Conferencia por asuncion de Danilo Astori como Ministro de Economia y Finanzas, en el MEF, ND 20150304, foto Marcelo Bonjour
Archivo El Pa�s

Cumplidas las formalidades del cambio de la administración de gobierno, de inmediato se abre una etapa centrada en delinear los principales lineamientos de su gestión futura. Es el tránsito natural hacia el mundo concreto de las cosas cuyo instrumento son las políticas de gobierno.

En este orden de cosas, la nueva administración muestra en general un equipo de gobierno ducho en el manejo de la cosa pública por la experiencia acumulada, donde obviamente están incluidos aquellos de especie económica y comercial.

Concentrándonos en esta materia y mirando lo que aconteció durante la década pasada, puede decirse sin equívocos que la gestión y por ende la experiencia acumulada, tuvo lugar en una economía con un franco proceso de aceleración en sus niveles de crecimiento. Ese período excepcional, acompañado y explicado en buena parte por una coyuntura internacional también excepcional, muestra señales de agotamiento. El mundo, y por ende también nosotros, comenzamos a aterrizar hacia ritmos de crecimientos menos febriles a lo cual ya se viene definiendo como "la nueva normalidad". Dentro de esa configuración, hay un mosaico de realidades que muestran a Estados Unidos recuperándose francamente, al continente asiático liderado por China aterrizando hacia niveles de crecimiento sostenibles, en tanto Europa y Japón siguen enredados en una mezcla de deflación con estancamiento. Nuestra región aledaña también luce encorsetada por una trenza donde el estancamiento y la inflación son sus componentes más relevantes.

Matices.

En nuestro caso, esa realidad proyecta luces y sombras. La caída del precio del petróleo y la enorme liquidez internacional pertenecen a lo primero. En tanto, la caída del precio de los bienes de exportación hacia niveles más bajos y la languidez del crecimiento (por no decir crisis) de nuestros vecinos constituyen un escenario diferente al que estábamos acostumbrados.

Y justamente con aquel escenario que hoy fenece, es que se nutrieron las expectativas de toda la sociedad. Es decir empresarios, consumidores y el propio Estado sintonizaron la misma señal y todos operaron en consecuencia. Su resultado fue una expansión económica sin precedentes cercanos, cuyo estandarte fue el aumento del gasto tanto público como privado. En particular el gasto público durante la última década aumentó por encima del crecimiento real de la economía.

La nueva realidad impone un cambio drástico de paradigma, que deberá ser recogido en el diseño futuro de la política macroeconómica y comercial del país.

Vista esa situación, es posible identificar al menos tres bloques cuyo contenido presenta un haz de políticas convergentes hacia un mismo objetivo: ubicar a la económica en una senda de crecimiento sostenible de largo plazo, requisito esencial del resto de las políticas públicas, incluidas las sociales.

Aunque ya a manera de oración, vale repetir que la consistencia macroscópica es un puntal básico del funcionamiento social.

La contabilidad nacional muestra que en la segunda mitad de la década que finaliza, hubo un aflojamiento injustificado de las cuentas fiscales en momentos que la economía operaba por encima de su potencial. Suponiendo que la economía opera a niveles de crecimientos más acordes a su potencial de largo plazo, el déficit fiscal registrado (3,4% para 2014) en realidad es mucho más alto.

Reducirlo entonces hacia niveles más normales (2 %) enmarcado en la desaceleración económica que se está proyectando para los próximos años, implica modificar expectativas de todos los agentes, re jerarquizar prioridades en el gasto público y buscar los consensos políticos necesarios para facilitar la aplicación de las políticas respectivas. Para ello, la instancia presupuestal es clave en la formación de las expectativas y en calibrar la magnitud del gasto público acorde con la nueva realidad.

La inflación.

Como se ha venido señalando reiteradamente, la inflación se ha convertido en un flagelo casi endémico. Está bajo control pero en niveles impresentables a pesar de todos los torniquetes monetarios y políticas heterodoxas aplicadas, entre ellos el atraso de las tarifas públicas que luego se traducen en más déficit. Sin duda que la indexación en la formación de precios es una de las poleas que transmite los impulsos del exceso de gasto público (déficit) financiados con deuda. En otras palabras, se detrae ahorro privado doméstico o externo que se vuelca a plaza vía gasto público. Son más pesos que recalientan la formación de precios. En mi opinión, aquí existe una fuente de presiones inflacionarias que, de no atenderse, esteriliza los efectos de la política monetaria.

Aunque parezca a contrapelo de la consolidación fiscal, otro de los bloques fundamentales es la expansión de la inversión en infraestructura en sus diferentes modos, como medio genuino de fortalecimiento de la competitividad, factor necesario para compensar el debilitamiento de los precios de exportación. Este aparente contrasentido es uno de los costos ocultos de haber descuidado la inversión pública a favor de la expansión del gasto corriente. También, de haber fracasado en la instrumentación de fórmulas paliativas con la participación del sector privado. Pero es una necesidad impostergable. Los anuncios al respecto son halagüeños, todo lo cual implicará dosis de imaginación para crear instrumentos aptos dada la institucionalidad vigente, en algunos casos de vieja data, y buscar los consensos políticos necesarios para perfeccionar instrumentos que faciliten la participación del sector privado en la ejecución y financiamiento de las obras. Con ello también se lograría también los objetivos de no lesionar la consistencia las cuentas públicas y promover el desarrollo del mercado de capitales local.

Política comercial.

La actualización de la política comercial es el tercer bloque para apuntalar la sostenibilidad del crecimiento económico. La experiencia de décadas nos ha mostrado que somos un país necesariamente exportador dada las características de nuestra matriz productiva y la pequeñez de nuestro mercado. También la experiencia muestra que los mercados regionales son importantes pero inestables. Por otro lado, grandes parcelas del mundo vienen asociándose en bloques regionales pertenecientes a cuencas oceánicas comunes, lo que muestra que el diseño de lo que tenemos es viejo. Y peor aún, que vamos perdiendo distancia para subirnos al vagón de la nueva estructura comercial que se está plasmando aceleradamente. En suma, al perfeccionamiento de lo regional es necesario complementarlo con el acceso preferencial en otros espacios comerciales, más profundos y estables.

En este caso, los anuncios recientes de la nueva administración son un paso importante en ese re direccionamiento necesario que no admite demora. Esperemos que dichos anuncios y las expectativas que se han creado al respecto sean convalidados con resultados concretos. Nuestra sociedad no merece otra cosa.

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Equipo "ducho" en la gestión económica. Foto: Archivo El País

CARLOS STENERI

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