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El salario real sube, pero hay nuevos desafíos

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Billetes de 1000 pesos uruguayos en cambio de moneda, dinero, ND 20120104, foto Américo Plá - Archivo El País
Archivo El País

TEMA DE ANÁLISIS

La suba en 2017 fue 3% con baja inflación, pero hace 4 meses que apenas supera el 1%.

A partir de los datos de la encuesta de salarios que elabora el INE, surgen algunas conclusiones que llevan a pensar que lo que ocurra en los consejos de salarios puede tener impacto en el nivel de actividad y en el bienestar de la gente. El mercado laboral se encuentra en una situación en la que hay decisiones que no son neutras como en los últimos quince años. La actualidad, como punto de partida, presenta un dilema muy importante entre salario real y empleo; el salario real aumentó 2,8% en el último año pero se enlentece y al mismo tiempo caen los puestos de trabajo efectivos, en un clima cada vez más pesimista para los empresarios.

El análisis del salario se puede hacer en primer lugar desde el punto de vista de la evolución de la capacidad de consumo de la gente. Como el índice de salarios mide la ganancia líquida o el sueldo en la mano de un individuo promedio de la economía, se puede corregir con el índice de precios al consumidor, para tener una idea del salario real para la gente.

En el gráfico de la zona superior del cuadro adjunto se muestran las tasas de variación del poder adquisitivo de los salarios que se recibe en promedios de doce meses. Es un período largo, donde la tasa promedio es del 3,3% anual. Es un muy buen ritmo de crecimiento que permitiría en 20 años duplicar el salario real de una persona aunque no tenga ascensos en su trabajo.

La gráfica aporta otro punto relevante, al observar una caída muy fuerte entre noviembre de 2015 y mayo de 2017, con tasas por debajo del 2%. En ese período, hay unos cuantos meses donde ocurrió una aceleración de la inflación por encima del 9% anual. Esto comprueba algo sobre lo que hoy existe gran consenso en la sociedad: la inflación es mala para los asalariados y, si es imprevista, peor.

En la reducción del ritmo de crecimiento del salario real por debajo del 2% anual y su posterior recuperación, hay dos componentes adicionales que vale la pena tener en cuenta. En el período de baja en la tasa operó también la postergación en la firma de los convenios salariales del segundo semestre del 2015. En el período de suba de la tasa la economía mostró un repunte en el nivel de actividad.

Los datos a marzo del 2018 son los más recientes disponibles, e indican un enlentecimiento de la tasa de crecimiento del salario real. Los últimos cuatro meses están ingresando solo a una tasa promedio del 1,4% anual. De mantenerse este ritmo se volverá a ritmos de crecimiento del salario real por debajo del 2% en la segunda mitad del año.

La menor expansión del salario y la baja en la cantidad de puestos de trabajo efectivos en la economía, indican que algo malo está pasando del lado de la oferta de bienes y servicios, que lleva a requerir menos empleados. Por lo tanto, interesa ver un segundo punto de vista del salario que es su nivel como componente de costo en la producción y competitividad de la economía.

En primer lugar, hay una diferencia en términos absolutos entre lo que recibe la gente y lo que le cuesta a las empresas. Buena parte de esa diferencia está en lo que se paga para servicios de salud y por seguridad social. En definitiva, si estos servicios volvieran a la gente en la calidad esperada por ellos al sacrificar parte de su sueldo, el impacto sería neutro. Esto no es así en la actualidad, salvo para aquellos que están en un extremo muy bajo de ingresos y son subsidiados en estos servicios.

Retomando el análisis comparativo de las tasas de variación de los salarios y lo que ocurre del lado de la demanda por parte de las empresas, hay que considerar que existen sectores y empresas con grandes dificultades para asegurar que los puestos de trabajo que tienen hoy son sostenibles en el tiempo. Dentro de la industria manufacturera, por ejemplo, se observa a nivel de empleo fuertes tasas negativas que ocurren en sectores como textil, vestimenta, curtiembres, papel, imprentas, productos minerales no metálicos y fabricación de maquinarias. En todos los casos, las variaciones negativas en tres años superan el -18%.

Un elemento en común es la presencia de pequeñas y medianas empresas que procuran agregar valor con actividades intensivas en mano de obra. También son sectores que tienen presión a menores aumentos de salarios para lograr la sobrevivencia de la actividad.

En los casos de las actividades exportadoras, el costo salarial en dólares pasa a ser determinante y es claro en textil, vestimenta y curtiembres, que ven que su actividad se retrae a la venta del producto obtenido del recurso natural sin agregado de trabajo humano. El gráfico de la zona media del cuadro muestra el fuerte aumento del salario en dólares. Se duplica la realidad observada en el año 2008 y los precios finales de los bienes que se obtienen en el exterior bajaron significativamente.

Un tercer elemento a considerar del lado de la demanda de trabajo es la suba más acelerada del salario mínimo nacional y de los salarios mínimos en las categorías ocupaciones de los convenios salariales. Hasta el momento se pudieron otorgar incrementos adicionales en los mínimos y seguramente esto haya tenido un impacto positivo en la mejora de los niveles de pobreza. El punto es que el impacto se volverá negativo si la rigidez de los mínimos no acompaña el ciclo económico y generando desempleo, porque en esos casos el ingreso del hogar se resiente sensiblemente.

En el gráfico de la zona inferior del cuadro se presenta un índice que mide el cociente del salario mínimo nacional y el salario promedio de la economía. A pesar que el nivel creció muchísimo desde enero del 2005, la brecha de partida era amplia y la economía estaba en una trayectoria de crecimiento, por lo que no generó mayores distorsiones. En la actualidad, el desempleo en los jóvenes está muy alto y es posible que el costo social de subir los mínimos empiece a superar los beneficios sociales.

Desde el punto de vista social, sería bueno que la ronda de consejos de salarios logre, en un período de tiempo corto, resultados razonables en el cuidado del poder adquisitivo de los salarios, y que las tasas de inflación que observe la economía no difieran de las negociadas.

Del lado de las empresas, sería bueno que los convenios que son sectoriales permitan flexibilidad a nivel de empresas, tanto por tamaño como por mercado de destino. No son pocos los sectores donde no hay dos empresas que fabriquen lo mismo y mucho menos con la misma tecnología. Esto lleva a que los convenios negociados en forma centralizada perjudiquen a las que están en situación menos competitiva.

Un punto adicional a considerar para esta ronda de consejos y que no estuvo presente en las anteriores es que Uruguay tiene una pérdida fuerte de competitividad en el sector primario. Es algo no menor porque en los convenios los sueldos en el Interior rara vez se diferencian de los sueldos en Montevideo, y eso puede afectar negativamente a actividades como comercio y servicios.

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