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Es el rugido de la ASEAN

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Foto: Archivo El País

Según su propio perfil, cada región del planeta reacciona a fin de prevenir los riesgos que le implicará transitar en una selva global crecientemente determinada por una economía digital que anuncia certeras disrupciones tecnológicas y profundos cambios en el mundo laboral.

La misma región que en los ´80 sorprendió con la irrupción de los Tigres Asiáticos (Corea del Sur, Hong Kong, Taiwán y Singapur) ahora a través de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean en inglés) y previendo a 2025 un ingreso de 68 millones de nuevos trabajadores, ha reaccionado definiendo su propia estrategia de desarrollo de capital humano.

La Asean tiene entre sus principales objetivos acelerar el crecimiento económico y la estabilidad regional. Está compuesta por 10 países emergentes (Malasia, Indonesia, Brunéi, Vietnam, Camboya, Laos, Myanmar, Singapur, Tailandia y Filipinas); mundialmente se ubica en el 7° lugar por su PIB total; representa 625 millones de habitantes (el 8,6% de la población mundial y el doble que Estados Unidos) y se espera que para 2025 llegue a 694 millones. El 40% de su fuerza laboral trabaja en la agricultura, el 41% en el sector servicios y el 19% en la industria. En este escenario, Vietnam y Tailandia tienen mayor empleo agrícola, mientras que Singapur, Filipinas, Indonesia y Malasia en los servicios; ésta última es la que tiene mayor fuerza laboral en la industria. Singapur a su vez, ejerciendo su veteranía felina lidera la manada y es el tercer país con más alta renta per cápita del mundo; encabeza los rankings internacionales en materia de educación, sanidad, transparencia política y competitividad.

El Índice de Capital Humano 2015 del Foro Económico Mundial (WEF) —que incluye 192 países y ofrece una idea sobre qué tan bien está posicionado un país para el despliegue de su talento humano en el futuro— estableció que la Asean está por detrás de Europa y América del Norte, a la par del resto de Asia y América Latina y por delante de Oriente Medio y África subsahariana. Tal cual tigres que abandonan su natural comportamiento solitario, líderes políticos y empresarios del Asean recientemente consensuaron desde el WEF su estrategia con miras a optimizar los beneficios y minimizar las desventajas que pueda ir generando la fusión de tecnologías en: pérdida de empleos, creación de nuevos con alta calificación y la inminente vigencia de estándares de productividad de alta rigurosidad.

Sin perjuicio de los desniveles existentes entre los países miembros en materia de desarrollo y educación, tres prioridades integrarán la agenda de políticas públicas, pasarán a ser estrategias clave de las principales empresas y tendrán como pilar fundamental la colaboración público-privada:

Integrar los mercados de trabajo a fin de unificar los objetivos de educación y cualificación de toda la región. Esto conlleva asumir el peso de los flujos migratorios (la movilidad desde Camboya, Laos y Myanmar a Tailandia significa el 55% de la migración laboral total) y reconocer la transferencia y reconocimiento de la educación y habilidades a través de protocolos comunes de certificación. La instrumentación se apoyará en grupos de investigación y redes institucionales orientadas a sustentar el aprendizaje permanente; coordinando la educación básica, la formación profesional y la educación superior.

Aprovechar mejor las reservas de talento aún sin explotar para potenciar el conocimiento, mejorando las capacidades de innovación y desempeño de las empresas. Una mejor inserción, reconocimiento y desarrollo de la mano de obra femenina fue asumido por los 10 países como desafío fundamental a resolver de aquí en más.

Preparar la futura fuerza laboral a fin de asegurar a los inversores, conocimiento de alta cualificación y estar a la vanguardia de la Cuarta Revolución Industrial en la próxima década.

Definitivamente, el sudeste asiático ha decidido competir por talento cualificado y ya no tanto por mano de obra de bajo costo; ventaja comparativa bien explotada hasta el presente.

En lo que a esta parte de la Selva Global se refiere, reincidentes llamados de atención hemos recibido desde el BID, la Cepal y la OCDE acerca de que la Inversión Extranjera Directa hace años prefiere los países del Asean en razón de la pertinencia en las calificaciones de su fuerza de trabajo. Además, cuando con el mismo lente del WEF repasamos la biodiversidad latinoamericana, nos encontramos que las recomendaciones claman por un escaso ánimo de cooperación y abordan brechas que obedecen a un estadio bastante previo: estimular diálogos entre los gobiernos y el sector privado para mejor explotar el enorme potencial competitivo que tiene la región. En ello se inscribe encarar la falta de correspondencia entre la educación y el empleo e impulsar una estratégica colaboración entre el mundo académico y la industria.

Haciendo salvedad también aquí de los perfiles propios de cada país o subregión (individualmente ante el TTP o la Alianza para el Pacífico) aún no está claro cuál es el comporta miento de la gran fauna que regionalmente se quiere adoptar para transitar la misma jungla: ¿el de alguna especie animal que pueda ser contrapeso a estos notables felinos o aprovechar la cercanía del gélido Sur para mimetizarnos con los pingüinos?

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Foto: Archivo El País

GUILLERMO DUTRA

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