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Trabajar bien es revolucionario

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Foto: El País

OPINIÓN

Si los maestros son mejores maestros, los alumnos mejoran su rendimiento académico.

El acceso a la educación se ha incrementado de manera muy importante en América Latina, pero la calidad sigue siendo un problema. Orazio Attanasio, de University College London y otros colegas, han publicado semanas atrás la investigación: Preschool quality and child development. Este trabajo evalúa dos estrategias para mejorar la calidad de la educación preescolar en Colombia. Una de ellas es entregar nuevos recursos al centro educativo y la otra es capacitar a los maestros para que mejoren sus capacidades pedagógicas.

Política pública enfocada en los niños

Existe una clara tendencia al aumento de la inversión en los primeros años de vida, tanto en los países pobres como en los ricos. En el Reino Unido, por ejemplo, el gasto del gobierno en primera infancia se triplicó en los últimos 17 años. En Colombia, mientras que la tasa de escolarización de los niños mejores de 3 años era 13% en 1990, esa tasa es 84% en 2015.

Esta inversión en educación en primera infancia va en la línea de los descubrimientos científicos que señalan que los primeros años de vida son un momento clave en el proceso de formación de capital humano. El gran desafío es lograr que las inversiones y gastos en primera infancia tengan realmente la suficiente calidad.

El experimento colombiano

Los citados investigadores diseñan, aplican y evalúan el siguiente plan piloto para aumentar la calidad de los centros educativos. Se trata de 120 centros públicos preescolares —se conocen como “Hogares Infantiles” — y se dividen, al azar, para recibir una de estas intervenciones: a) a un tercio de los centros le aumentan los recursos materiales y humanos (reciben más materiales para jugar y más educadores asistentes); b) a otro tercio de los centros, les dan además capacitación especial en pedagogía a los maestros; c) y en el tercer tercio restante, simplemente aplican el tradicional programa de “Hogares Infantiles”.

El primer resultado de este estudio es que entregar más recursos materiales y humanos es inefectivo para aumentar la calidad. Es más, los resultados indican que podría ser incluso dañino para el centro, porque lo que sucedió es que los maestros titulares bajan su esfuerzo y compromiso con la clase y se descansan en los maestros asistentes nuevos, que tienen menor cualificación y menor experiencia.

En cambio, ofrecer capacitación pedagógica a los maestros, bien diseñada, aumenta la calidad del ambiente educativo en los salones de clases y mejora las habilidades cognitivas de los niños, la calidad de su lenguaje y la capacidad de lectura. ¿Y saben cuáles son los niños sobre los que la capacitación pedagógica a maestros tuvo mayor impacto? Los niños que estaban más en desventaja. En ellos, el efecto positivo es el doble.

Aprendizajes

El estudio de Attanasio y sus colegas ofrece varias contribuciones a la literatura científica. La primera es ayudar a contestar por qué puede ser que algunos programas educativos para primera infancia tienen efectos positivos y otros no, aunque reciban muchos recursos. La segunda contribución del estudio colombiano es que el programa de capacitación de maestros es escalable, es decir, no solo es efectivo, sino que realmente se podría a expandir a todos los centros preescolares del país. No es un programa caro, imposible de replicar (el programa lo desarrolló la Universidad Nacional de Colombia y la mayor parte de la capacitación fue hecha por videoconferencias, para reducir los costos y para hacer posible que los maestros, que ya tienen muchas actividades, puedan sumarse en el momento del día que mejor les convenga).

La tercera contribución es ayudarnos a entender que aumentar la calidad no significa tener una mejor estructura edilicia, mejorar el ratio maestro/alumnos, contar con más materiales de juego o didácticos, o aumentar el número de maestros asistentes.

En resumen, el estudio destaca que mejorar la calidad de la interacción alumno-maestro a través de herramientas pedagógicas bien diseñadas tiene un impacto enorme (y va en la línea de aumentar la equidad, porque los niños más necesitados son los que más se benefician).

Trabajar bien es revolucionario

Tener mejores maestros afecta positivamente a los resultados educativos. Y para ser mejor maestro se necesita estudiar, esforzarse para saber más. Los hacedores de política tienen que tener en cuenta esto a la hora de diseñar los incentivos.

Si se quiere servir a la sociedad, es necesario saber. Y esto vale para todas las profesiones, desde los trabajos manuales hasta los de investigación o gerenciales. Generar una cultura —en casa, en el trabajo, en la escuela— de aspirar a ideales grandes y que valgan la pena, será algo revolucionario para el país.

(*) Decano de la Facultad de Ciencias Empresariales y Economía de la UM

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