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La relación entre la desigualdad y el crecimiento

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Foto: Fernando Ponzetto

ANÁLISIS

La tasa de pobreza refiere al porcentaje de la población que está debajo de una cierta línea. En la pobreza absoluta esta línea es el valor monetario requerido para satisfacer un nivel de subsistencia.

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El Nobel de Economía de este año fue para Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer por sus estudios sobre pobreza y desarrollo. Vagamente inspirado en esto, y no discutiendo realmente sus aportes, en esta nota me refiero a tres conceptos relacionados: crecimiento económico, desigualdad y pobreza.

La tasa de pobreza refiere al porcentaje de la población que está debajo de una cierta línea. En la pobreza absoluta esta línea es el valor monetario requerido para satisfacer un nivel de subsistencia. En la pobreza relativa la línea se establece con relación a algún porcentaje del resto de la sociedad (por ejemplo 60% del ingreso promedio). La pobreza relativa no obedece a razones objetivas de necesidades, en este sentido, la pobreza relativa es más bien una medida de desigualdad como también lo es el índice de Gini.

La ligazón causal entre estos conceptos es multidireccional. Si la desigualdad promueve el crecimiento económico, es entonces la misma desigualdad el mecanismo a través del cual el crecimiento reduce la pobreza en el futuro. Sin embargo, si la desigualdad obstaculiza el crecimiento o si promueve una forma de crecimiento sesgada a favor de los más ricos entonces podría conducir a lo contrario, especialmente en cuanto a pobreza relativa.

Se ha usado un triángulo para describir la interrelación entre estos tres conceptos. En ausencia de cambios distributivos, el crecimiento económico reduce los niveles de pobreza absoluta. Si el crecimiento beneficia a todos similarmente, esto conducirá a una reducción en los niveles de pobreza absoluta. En cambio, si los beneficios del crecimiento están sesgados a favor de quienes ya están en mejor situación, el crecimiento económico no lleva necesariamente a la caída de la pobreza absoluta e incrementa la pobreza relativa.

De crecimiento a desigualdad.

Simón Kuznets en 1955 exploró la relación que va de crecimiento económico a desigualdad. Su hipótesis, con una concepción de etapas de desarrollo, es que a medida que los países crecen la desigualdad primero aumenta y luego disminuye. La “curva de Kuznets” grafica desigualdad en función de nivel de ingreso.

Su forma de montaña señala que a medida que los países aumentan su ingreso per cápita la desigualdad primero aumenta, luego se estabiliza y finalmente cae. Esto se debe a que cambios en la asignación de recursos productivos (especialmente el trabajo) de la agricultura a la manufactura durante las primeras etapas de desarrollo económico, crean desigualdades entre los sectores urbano-manufactureros en contraposición con los sectores agrícola-rurales.

Después de este aumento inicial en la desigualdad, la misma cae a medida que la economía progresa y vía efecto goteo se producen aumentos de salarios y el establecimiento de un estado de bienestar. Existe una variedad de trabajos testeando estas ideas con resultados ambiguos. Como visión general los mismos no son concluyentes.

De desigualdad a crecimiento.

La Economía ha abordado también la pregunta opuesta: ¿la desigualdad es buena o mala para el crecimiento económico? Veamos los argumentos.
Gran parte de la teoría que sugiere una relación positiva entre desigualdad y crecimiento económico se basa en el supuesto de que la desigualdad de base conduce a un mayor esfuerzo individual y a mayor innovación lo que a su vez genera mayores niveles de crecimiento económico.

Según esto, las diferencias sociales crean los incentivos para que las personas obtengan niveles más altos de educación, habilidad, esfuerzo y espíritu emprendedor en procura de apropiarse de mayores ingresos. En ausencia de estos desniveles, los incentivos se desdibujan llevando a conductas promedialmente chatas.

Otro mecanismo hipotético que vincula una mayor desigualdad a un mayor crecimiento económico tiene origen en las ideas de Nicolas Kaldor. Economías con mayores desigualdades de ingresos, tienden a generar mayores tasas de ahorro debido a la menor propensión al consumo de los sectores más ricos. Este mayor ahorro tiene potencial de impactar en el crecimiento a través de mayores tasas de inversión. En contraste con la visión positiva de Kaldor, argumentos más recientes, incluyendo los de Joseph Stiglitz, destacan la tendencia de los más afluentes a invertir sus ahorros en activos como vivienda o bienes de lujo con poco poder de impacto productivo.

A diferencias de las ideas anteriores, hay quienes han considerado que el efecto de la desigualdad en el crecimiento podría también ser indirecto. La mayor desigualdad de base podría conducir a presión por redistribución que, implementada con regulaciones e impuestos distorsivos, afecten la acumulación de capital y por esta vía la frontera de posibilidades de producción de la sociedad.

Según esta visión, no es la desigualdad per se la que afecta el crecimiento, sino su implicancia de política económica.

Dos preguntas discutidas en esta nota son relevantes para Uruguay: cuál es el efecto del crecimiento económico sobre los niveles de desigualdad y cuál es el efecto de la desigualdad sobre el crecimiento. Y no ellas en soledad, sino junto con la pobreza conformando el ya mencionado triángulo conceptual. Más allá de las urgencias político-electorales, reflexionar sobre estos temas hace a la sociedad que construimos en el mediano y largo plazo.

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