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Reducción de la Jornada Laboral

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La experiencia internacional nos dice que la reducción de la jornada laboral se ha planteado cuando el empleo es escaso y debe ser compartido, o bien, cuando se busca generar una mejor distribución de los beneficios de la productividad en aras de una mejor calidad de vida de los trabajadores.

. Abordar la viabilidad de esta alternativa exige analizar al menos las variables que comprometen la sustentabilidad del desarrollo económico-productivo y las implicancias que tiene específicamente en el empleo. A continuación, ambos temas pretenden ser abordados según las posibilidades hoy presentes para el Uruguay.

Consenso.

Hay coincidencias en que el actual contexto internacional se caracteriza por la incertidumbre y la desaceleración, a tal punto, que la Secretaria Ejecutiva de la Cepal Alicia Bárcena advierte un escenario menos fácil al gozado en la última década y manifiesta "el ciclo de altos precios en materias primas no fue suficientemente aprovechado por todos para apuntalar un cambio en las estructuras productivas, la inversión en tecnología y el conocimiento". Según los últimos informes de Cepal y la OIT (2) esta es aún una región que se distingue por el empleo informal y la mala distribución del ingreso. Sin perjuicio de ello y desde una perspectiva más local, son asignaturas pendientes en el Uruguay: aumentar la inversión en infraestructura; diversificar la producción; insertarse estratégicamente en cadenas globales; desarrollar procesos con mayor valor agregado; vincular la sustentabilidad del empleo con la innovación e incorporación de tecnología; elevar la productividad y mejorar el desarrollo de las calificaciones de la fuerza de trabajo tal como la señaló la OCDE. Reafirmando esto, trabajos académicos recientemente presentados (3) en la UdelaR señalan que la brecha de productividad del Uruguay respecto de Estados Unidos en el año 1960 era la mitad que la registrada en el 2013 y en otro orden; la baja capacidad de inversión empresarial en materia de innovación alcanza a 1,6% de las ventas, lo que se compara con un promedio regional de 2,5% y 3,7% (4).

A esto se le suma el análisis que a fines del pasado año hizo el World Economic Forum a través del Índice de Competitividad Global sobre la Eficiencia del Mercado de Trabajo, más específicamente en razón de la flexibilidad aplicada para la determinación de los salarios y cómo éstos están relacionados a la productividad; en este último pilar Uruguay ocupa el último lugar entre los 148 países analizados. A su vez, los indicadores de empleo siguen demostrando una creciente tasa de actividad como resultado del crecimiento económico (de 60 a 65%) y un nivel de desempleo bajo (7%); por otra parte, las empresas en forma reiterada denuncian escasez de mano de obra calificada y los analistas empiezan a mirar con atención el colectivo conformado por los "inactivos".

En consonancia con el contexto descripto, parecen quedar despejados para Uruguay los móviles, que desde la experiencia internacional hasta el momento han dado lugar a promover la reducción de la jornada laboral; una medida de éstas características debería estar sostenida en un incremento real de la productividad laboral.

Factores.

Sin perjuicio de lo expuesto, vale además incluir en este análisis algunos factores que tienen que ver con la instrumentación misma de la reducción de la jornada horaria. De principio, generalmente dos visiones contrapuestas están siempre presentes en este debate: aquellos que piensan que a través de la reducción de la jornada laboral no cabe esperar otro resultado que no sea mayor desempleo y los que ven en la reducción de la jornada laboral una solución milagrosa que va dar lugar a la creación de mayor empleo. En todo caso, si es una preocupación por todos compartida ¿quién paga la reducción de las horas de trabajo: los trabajadores, las empresas o el Estado?

Gilbert Ette , analizando un segmento de mercado de trabajo bastante similar al de Uruguay, considera que la reducción del tiempo de trabajo está constituida por cuatro componentes principales que son negociados simultáneamente en las empresa y cuyos efectos deben ser diferenciados analíticamente: i) la reducción propiamente dicha; ii) la compensación salarial que esta reducción conlleva; iii) los beneficios de productividad del trabajo que esta reducción induce y iv) posibles beneficios de productividad del capital que le acompaña. En este sentido la reducción puntual de una hora de trabajo —sin compensación— tendría entre otros efectos: descenso del salario impactando en la demanda interna; dejar equipamiento ocioso, aumentar el costo por unidad de producción y, eventualmente, afectar negativamente la competitividad externa. Realizar una reducción manteniendo la misma compensación salarial podrá mejorar la demanda interna, pero tendrá su repercusión en los precios poniendo en juego su estabilidad. Por otra parte, la ganancia de la productividad del trabajo inducida por la reducción del tiempo de trabajo, podría terminar afectando negativamente la creación de empleo. La virtud de la reducción de la jornada horaria, en términos de crecimiento y empleo, parecería estar dada cuando las ganancias de productividad del capital están vinculadas a esta reorganización del trabajo para maximizar el uso de equipamiento; disminuyendo los costos, positivo impacto en la demanda interna y externa sin embargo, exigirá consensos previos que no siempre están fácilmente disponibles.

Realidades.

Según los analistas, es lección aprendida no encarar una indiscriminada generalización de la reducción de la jornada; para que las propuestas sean efectivas deben facilitar acuerdos acordes con las distintas realidades sectoriales, empresariales y personales, con el objetivo último de hacer compatibles las exigencias de la producción con la vida familiar, social y laboral. La virtud de una reducción horaria acompañada por una reorganización orientada hacia una mayor productividad, terminará exigiendo horarios atípicos, consenso de trabajadores que no necesariamente sienten amenazada su fuente de trabajo e incluir en la medida que esté disponible, más mano de obra con las calificaciones requeridas.

Francia parece ser es la experiencia internacional más analizada: primero se abordó en 1982 para reducir la jornada de trabajo a 39 hrs. semanales y luego a mediados de los 90 (Ley Aubry - Año 1998) para llevarla a 35 hrs. En este último caso: el costo lo asumió "la seguridad social", es decir los trabajadores, y los resultados alcanzados en "generación de empleo" estuvieron lejos de colmar las expectativas trazadas y terminó generando una flexibilidad no deseada, reducción del salario real, precarización en las condiciones de empleo y una mayor dedicación.

En otro orden, noticias disponibles desde Suecia indican que experimentalmente desde fines del 2014 y por decisión del Gobierno Municipal de Gotemburgo, parte de los trabajadores del sector público pasaron a gozar de jornadas laborales más cortas sin padecer una reducción de su salario. Con esta reducción horaria se busca aumentar la eficiencia del trabajo, ahorrar fondos estatales y abrir nuevas oportunidades laborales. Suecia —por encima de la Eurozona— ocupa el 8º puesto entre los países europeos con mayor productividad por hora de trabajo.

Por último, en el Uruguay: ¿Están dadas las condiciones para encarar con rigor objetivo políticas y decisiones orientadas a la mejora de la productividad según los estándares deseados? ¿Existen capacidades efectivas instaladas en el ámbito gubernamental, empresarial y sindical para asumir compromisos en términos de innovación, incorporación de tecnología y desarrollo de calificaciones?

Si se acordara implementar una reducción de la jornada laboral: ¿rige entre los actores involucrados el ánimo responsable de cooperación y solidaridad requeridas para instrumentar la reorganización del trabajo hacia una mayor productividad?

(1) Consultor de la Oficina Regional de la OIT para América Latina y el Caribe.

(2) Panorama Laboral 2014. OIT y Cepal

(3) Uruguay +25 . Fundación Astur/Red Mercosur. Trilce, 2014.

(4) Búsqueda; 4/12/2014.

GUILLERMO DUTRA | COLUMNISTA INVITADO

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