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Reclamos sin respuestas

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Hay un problema con los reclamos de los congresos de la Federación Rural, que quizás los expertos en comunicación deberían ayudar a entender.

Se trata de la percepción de que lo que allí se difundirá es previsible, repetido: que los impuestos, que las deudas, que la rentabilidad, que la exportación en pie. Reclamos de hoy, de ayer, de anteayer… No obstante lo anterior, esta vez los reclamos fueron además de pertinentes, muy apremiantes.

Federación rural.

Varios de estos reclamos tienen que ver con factores domésticos de competitividad. Uno de los más notorios fue el clamor por el tema del gas oil, insumo clave para todo el sector. Dada la diferencia de precios con la paridad de importación en nada menos que 12 pesos —una barbaridad— el pedido fue importar libremente este insumo. Es difícil que este gobierno, que no entiende al campo, vaya a dejar de recaudar por medio del gas oil. Queda lejos en el tiempo aquel slogan de los 90 que aparecía pegado en los vidrios de los autos en todo el interior: "gas oil sin impuestos". Una pésima política de combustibles cambió lo que ocurría entonces: que con el gas oil sin impuestos, al refinar según la necesidad doméstica total de este combustible, sobraba nafta que había que exportar. Para que esto no ocurriera, se decidió emparejar el precio de ambos combustibles, cambiar así el parque automotor y demandar menos gas oil y más nafta para que no sobrara nada del trabajo de la refinería: otra vez la lógica de Ancap a contramano del país productivo. Se debió dejar el gas oil sin impuestos, refinar según las necesidades de nafta, e importar gas oil faltante. Es éste otro de los temas equivocados —la política para el gas oil— que fue tapado por los increíbles precios mundiales.

Es ahora cuando las cosas valen poco y el mundo no nos sonríe, es ahora que se notan aquellos 60 mil empleados públicos más, es ahora cuando nuestra prehistórica situación tributaria al decir de Alfie se hace imposible, y es ahora cuando con el déficit logrado en una administración ya de hecho finalizada por falta de agenda, es ahora cuando solo cabe esperar propuestas de más impuestos que sorprenden en la comparación internacional, como lo destaca el notable artículo de Isaac Alfie en este suplemento, el 29 de mayo. Así las cosas no puede llamar la atención la creciente primarización de las exportaciones o el cierre de negocios con desempleo en aumento. Es que agregar valor deja lo que hacemos fuera de competencia internacional; esto es obvio y se debe a toda la política impositiva, salarial, de tarifas, que desaconsejan precisamente agregar valor. Y así pasa también con este retraso cambiario generador de espejismos: en efecto, los que trabajan ganan cada vez más en dólares, aunque sean menos los que trabajan, y aunque su consumo artificial sea el único sostén, junto al endeudamiento, del crecimiento del PIB. Lo destacaba muy bien Jorge Riani al señalar que "la realidad del campo y la producción agroindustrial se ve afectada por problemas como: un dólar bajo, combustibles caros, tarifas públicas e impuestos caros, en definitiva costos internos altos que asfixian a los productores y a las cadenas agroindustriales". Impecable. Y todo esto está en la base de la reducción de producción de trigo, de soja, de arroz de leche. Tal vez nos vuelva a salvar este año la ganadería de carne.

Empresas públicas.

Especialmente duro estuvo también el presidente cuando subrayó la necesidad de que los responsables de Pluna, Alur y Ancap se hicieran cargo de sus errores. Entre ellos yo subrayo tantas veces como puedo la política hoy tan gravosa de biocombustibles que creó un monopolio más y nos dejó presos de una realidad insostenible ante el cambio de las circunstancias mundiales, y que nadie plantea al menos evaluar. Reclamó por inconstitucional la derogación de la ley de inclusión financiera que poco a poco va juntando más opositores y, dejando de lado lo políticamente correcto, señaló que "la omnipotencia del poder llegó a los sindicatos," una realidad que rompe los ojos.

Exportación en pie.

También resultó pertinente el reclamo por la exportación de ganado en pie que como se sabe no es libre sino sometida a permiso previo, como lo era antes de los 90. Las noticias de la semana con las adquisiciones de más frigoríficos en manos brasileñas, tanto aquí como en la región, subrayan la necesidad de la competencia por la materia prima desde la exportación en pie fácil y fluida, especialmente hacia Argentina. No puede haber ninguna razón hoy para que nuestro ganado gordo no pueda ir para allí —tenemos el mismo status sanitario— sin concentraciones, permisos, escribanos, tasas, etc. Lo necesita la transparencia del mercado.

Finalmente se refirió a la política de Colonización que daría para un artículo, pero que se puede resumir en la foto de Sendic padre, con que hace un tiempo los visitantes éramos recibidos en la baranda del Instituto.

El relato de problemas fue exhaustivo. Faltó quizás pedir con más detalle una revisión de costos que dependen solo del MGAP tales como la trazabilidad o los planes de suelos. Y así como se reclamó la importación de gas oil, hubiera cabido quizás solicitar importar libremente, sin registros nacionales ni permisos previos, todos los agroquímicos con registros en la región, herbicidas, insecticidas, zooterápicos, raciones. Y lo mismo los fertilizantes, sin controles previos y registros que suponen humillaciones y costos, así como dejar que la gente siembre lo que quiera, incluso semilla más barata, hoy prohibido. En definitiva, veamos si estos reclamos tan importantes tienen algún tipo de respuesta.

JULIO PREVE FOLLE

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