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Reaparecen las oportunidades de progreso

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Bachelet es la favorita para ocupar el sillón presidencial. Foto: AFP
Chilean presidential candidate for the New Majority coalition Michelle Bachelet waves before casting her vote at a polling station during the general election in Santiago on November 17, 2013. Polls opened at 10h00 GMT, with some 9 million Chileans registered to vote. AFP PHOTO/Claudio Cruz CHILE-ELECTION-BACHELET
Claudio CRUZ/AFP

Tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial han planteado insistentemente en los últimos meses, una serie de advertencias para las economías exportadoras de materias primas, en orden a proceder a un ajuste de sus niveles de gasto y evitar así la incubación de desequilibrios macroeconómicos de importancia.

Al respecto, es interesante señalar el aporte que representó el uso de reglas de administración del gasto fiscal, en términos de su contribución a limitar los riesgos macroeconómicos asociados a un período de bonanza en el precio de las exportaciones. En buena medida esto fue lo que ocurrió en Chile, economía donde el nivel de deuda pública como porcentaje del PIB es relativamente bajo y el déficit fiscal que apareció en los últimos tres años se mantiene contenido.

Sin embargo, no obstante la tradición de prudencia monetaria y fiscal que ha caracterizado a la economía chilena por varias décadas, esta no es una condición suficiente para preservar un cuadro de estabilidad macroeconómica sino se sostiene paralelamente una activa agenda de estímulo al proceso de crecimiento. Esto es, de una gestión activa de las políticas públicas en orden a elevar la productividad y de crear condiciones favorables a la creación de empleo y la inversión. Ello por cuanto el crecimiento permite ir enfrentando las expectativas de progreso de la comunidad de un modo virtuoso, en tanto permite acceder —tanto al gobierno como al sector privado— a recursos adicionales, los que hacen posible sostener una efectiva agenda de política social, un aumento de las remuneraciones y en el empleo.

La combinación de un escenario externo más desfavorable, junto con la aplicación por parte del actual gobierno de una agenda de políticas cuyo objetivo esencial ha sido cambiar el modelo de economía de mercado que tan buenos resultados ha dado a Chile, provocaron una brusca desaceleración de la tasas de crecimiento de la actividad económica. Así, de acuerdo a estimaciones preliminares el PIB del año 2015 habría crecido en torno a 2%, en tanto que para el presente año los analistas anticipan una tasa de crecimiento inferior a dicha tasa.

Para complicar aún más las cosas, los sectores más radicalizados de la coalición gobernante continúan impulsando una reforma laboral, cuyo eje central es el fortalecimiento de los sindicatos, especialmente en situaciones de huelga. Cabe mencionar que en las justificaciones entregadas por las autoridades acerca de los méritos del proyecto, no hay referencia alguna a sus efectos sobre la creación de empleo o del funcionamiento del mercado del trabajo. La causa es obvia. Al igual que otras economías que siguieron caminos similares en materia de legislación laboral, de aprobarse en el Congreso el mencionado proyecto, cabe anticipar un aumento del desempleo junto con una progresiva caída de la participación del trabajo en el producto.

A lo anterior se añade la creación de una Comisión Presidencial cuyo objetivo es ir estableciendo los primeros pasos para una reforma a la actual Constitución. Las causas de fondo detrás de esta iniciativa no son completamente claras, aunque destaca dentro de las ideas que sus impulsores han planteado al respecto, la introducción del concepto de "derechos sociales" para el acceso a ciertos bienes servicios a nivel constitucional. Es fácil anticipar las consecuencias que dicho cambio puede tener sobre el desarrollo de la actividad privada y del crecimiento. En especial en lo que se refiere a la protección de la actividad privada y todas las consecuencias que ello involucra.

Como señalé al comienzo, la adecuada respuesta de las políticas macroeconómicas a los cambios en el escenario externo relevante ha sido un problema histórico de las economías exportadoras de materias primas. En una vieja publicación del Banco Mundial se describe el comportamiento de las autoridades económicas latinoamericanas, a través de lo que denominan como la "hipótesis BET" (Best Expectation Theory). De acuerdo con esta, cuando los términos de intercambio suben ello es considerado como un cambio permanente en el entorno externo, sin embargo, cuando caen las autoridades actúan como si este fuese un fenómeno transitorio.

Más allá de esta ingeniosa descripción de la realidad de la región, me parece que el principal problema de las economías de la región es la tendencia recurrente a implementar políticas redistributivas ineficientes. Esta tendencia tiende a intensificarse en los períodos de bonanza de los términos de intercambio, cuando los recursos fiscales abundan. A la larga, este tipo de estrategia —con una tóxica combinación de populismo e ideología— ha repercutido en la capacidad de crecimiento de las economías, en tanto suelen omitirse los efectos de las decisiones públicas sobre las decisiones de inversión, ahorro y empleo del sector privado

El movimiento adverso en el precio de las materias primas representa una oportunidad para muchas economías de la región, en tanto impide que la bonanza de recursos siga alimentando la acumulación de distorsiones. En el caso de la economía chilena, esta es una buena oportunidad para guardar definitivamente la "retroexcavadora" y retomar con energía una agenda pro crecimiento.

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Bachelet es la favorita para ocupar el sillón presidencial. Foto: AFP

Francisco Rosende - Economista - Chile

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