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El RCEP: comercio, geopolítica y un nuevo desafío para Biden

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Foto: Pixabay

OPINIÓN

Reacomodos estratégicos en medio de pandemia, recesión y disputas comerciales.

Tras 8 años de complejas negociaciones, se firmó el Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP) durante la Cumbre ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático). Se constituye en el acuerdo comercial más importante, cubriendo cerca de un tercio de la población y el PIB mundial.

El RCEP incluye a China, Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda y a las diez economías de ASEAN (Brunei, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Singapur, Tailandia y Vietnam). India salió del RCEP a fines de 2019, en parte por presiones proteccionistas agrícolas internas y en parte por las escaramuzas militares en la frontera con China, en mayo de este año.

Objetivo chino

Este es un objetivo de larga data en la diplomacia china y Occidente lo dio por muerto en varias ocasiones. Pero el momento en que se concreta, es llamativo:

• En plena recesión y pandemia mundial.
• En medio de la intensa disputa comercial y tecnológica entre EE.UU. y China.
• Con una tenaz campaña de Trump por bloquear a Huawei y otras empresas chinas en Asia.
• Con un gran esfuerzo norteamericano por aislar a China de sus socios en la región asiática.

El comunicado de ASEAN destaca el compromiso de los países firmantes con la promoción del comercio, la defensa del multilateralismo y el fortalecimiento de las cadenas de valor regional, como ejes para la recuperación económica de la región.

Sentimiento proteccionista

Este mensaje cuestiona drásticamente el sentimiento más proteccionista que se difunde en Occidente.

El acuerdo se concretó pese al apoyo financiero de Japón a empresas nacionales que salgan de China; al alineamiento de Japón y Australia con EE.UU. para bloquear las redes 5G de Huawei; al endurecimiento de la política exterior de Australia contra China, a raíz de acusaciones sobre el origen el covid-19 y pese a las disputas territoriales en el Mar del Sur de China que China mantiene con Japón, Filipinas y Vietnam.

Y aparece el QUAD

Se ha conformado además el bloque estratégico Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (QUAD) que incluye a EE.UU., Japón, Australia e India.

El QUAD dice promover en la zona los valores de “derecho internacional, la democracia y el libre mercado” pero, en la práctica, lo que destaca son los ejercicios aéreos, navales y militares que estos países realizan en el Indico.

Se agrega a la Iniciativa del Indopacífico Libre y Abierto (FOIP, en inglés), promovida por Japón, la que se debilitó bastante con la salida de EE.UU del TPP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica).

Tanto FOIP como el QUAD son iniciativas estratégicas orientadas a contrapesar la influencia de China en las economías de la región, pivoteando en torno a India.

Mensajes del acuerdo

En este sentido, la concreción del RCEP es llamativa. El mensaje puede indicar que los países asiáticos no pueden prescindir del vínculo económico con China ni tampoco de la protección de seguridad que les provee EE.UU. y que no desean tener que optar entre ambos.

El RCEP entrará en vigor cuando lo ratifiquen en sus parlamentos 6 países de ASEAN y 3 de fuera del ASEAN. Si EE.UU. deseara ingresar al RCEP, primero debería alcanzar un acuerdo con ASEAN.

El argumento de que el RCEP sería muy limitado no incorpora que los acuerdos bilaterales de ASEAN con los otros 5 países resultan profundizados; que se eliminan aranceles sobre el 92% del comercio; se simplifican procedimientos aduaneros y se incorporan nuevos temas, tales como e-commerce, cadenas de valor regional, defensa de la competencia y comercio de pymes.

El 65% del sector de servicios se abre a la competencia, destacando los financieros, telecomunicaciones, servicios profesionales y movimiento temporal de personas. Las provisiones en servicios operan por lista negativa y aseguran acceso a mercado, trato nacional, de nación más favorecida y presencia local.

Descalificación de EE.UU.

EE.UU. descalifica al RCEP porque no se asimila a sus acuerdos, particularmente en propiedad intelectual, uno de los temas que más ha contaminado el debate sobre comercio y desarrollo, identificándose menos con comercio y más con los intereses de los gigantes norteamericanos en los ámbitos farmacéuticos, del cine y el software.

La tarea es compleja para el futuro presidente de Estados Unidos, Joe Biden, porque obviamente el RCEP desmejora la competitividad norteamericana en esa zona y otorga nuevos bríos a las cadenas de valor articuladas en torno a China, el primer socio comercial de las economías del RCEP.

Es probable que Biden aborde la política comercial en un nuevo cuadro estratégico, desmontando los aranceles en contra de sus aliados y presionando a China en temas clave, pero ahora como parte de un bloque más amplio.

El vínculo de China con Asia

Más allá de que el nuevo presidente estadounidense lleve adelante la política recién comentada, seguirá pendiente la respuesta geopolítica a China en el vínculo con Asia, la región más dinámica del siglo XXI. Sus opciones no son fáciles:

• Retornar al TPP, estrategia cuestionada por Bernie Sanders y por buena parte de los demócratas y el electorado.
• Iniciar negociaciones con ASEAN para luego ingresar al RCEP, lo que supone negociar con China. Ambas opciones incluyen a Vietnam, ahora visto en EE.UU. como el nuevo peligro de exportaciones baratas que dañan sus manufacturas.
• Retornar al TPP obligaría a reponer cláusulas sobre propiedad intelectual e inversiones que fueron congeladas, una vez que EE.UU. se marginó del TPP. Reponerlas ahora no será fácil, recordando las objeciones que Malasia y otros países plantearon en su momento.

El papel de la OMC

El otro camino es el multilateral. Para eso, Biden debería recomponer la relación de EE.UU. con la OMC, facilitando la nominación de árbitros en el Órgano de Apelación y promoviendo la reforma y renovación de la OMC, en estrecha alianza con la UE, Japón, Canadá y Australia, entre otros.

Si consiguiese un amplio respaldo en esta dirección, podría forzar acuerdos con China en subsidios estatales y propiedad intelectual, acuerdos que también convienen a China. Esto, sin embargo, obliga a dar respuesta al tema agrícola, todo lo cual exige un amplio uso de capital político con el Congreso y en el exterior.

Dadas las exigencias internas de combatir la pandemia, la recesión y de atenuar el clima de odio que han instaurado Trump y la ultraderecha, por ahora, no se ve demasiado espacio para que Biden otorgue prioridad a estas iniciativas internacionales.

(*) Columnista invitado, ex Director de la División de Comercio Internacional de Cepal

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