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¿Quedan "ases en la manga"?

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Me refiero a la situación fiscal. ¿Quedan cosas por hacer una vez aprobado el presupuesto, de modo que las metas fiscales allí establecidas se puedan alcanzar? Porque tal como está diseñado, con supuestos de crecimiento ilusorio, no se alcanzarán.

Que quede claro desde el principio: los eventuales ases que el MEF tenga en la manga no son para aumentar el presupuesto sino para mantener el déficit y la deuda pública en los trillos previstos.

El presupuesto, tal como está diseñado, no se cumplirá: la economía crecerá menos de lo previsto, el déficit fiscal será mayor al proyectado y la deuda pública subirá más de lo esperado en términos del PIB. Y esto, asumiendo que todas las próximas rendiciones de cuentas irán con aumento cero en el gasto y que la reapertura de la discusión presupuestal anunciada para 2017 se cerrará antes de abrirse. Por lo tanto, es necesario buscar financiamiento adicional para que el déficit fiscal sea el previsto, lo mismo que la deuda, y de ese modo no peligre el grado de inversión. Por sobre todos los aspectos que miran las calificadoras y los acreedores, está la capacidad de repago de la deuda, por lo que es clave que la situación fiscal se mantenga en su cauce.

La idea de escribir esta columna me surgió tras un intercambio con colegas en una conferencia reciente y tras la pregunta (que es la del título) que a modo de piedra de toque lanzó uno de los convocantes. A continuación, entonces, van algunos posibles ases en la manga que surgieron del referido intercambio, algunos propios y otros ajenos.

Uno, el aumento de impuestos, que vendría a ser la tercera pata aún pendiente del ajuste fiscal en curso, iniciado en el verano pasado con la fijación de las tarifas públicas por encima de lo que se esperaba teniendo en cuenta la reducción del costo de la energía, tanto en Ancap como en UTE, y con los recortes de las inversiones en las empresas estatales, en particular en Antel.

Parece difícil imaginar que no se dé un aumento de impuestos en el menú de medidas de un gobierno con números en rojo, si bien es claro que no es lo ideal hacerlo cuando la economía se está enfriando o más aún, si ella está en una recesión. Imagino que por razones "políticas" ese aumento de impuestos será más efectista que efectivo, o sea que no se tocará el IVA sino los tributos que gravan las rentas.

Dos, más de lo mismo de lo realizado hasta el momento con los precios de UTE y Ancap. Es decir que en la medida en que se reiteren reducciones de costos en la producción de energía, ya sea por un abaratamiento adicional del petróleo, ya sea por el impacto del progresivo cambio en nuestra matriz energética, sea el gobierno el que se apropie de esos excedentes y no los consumidores.

Además del caso notorio de los precios de los combustibles, que apenas se movieron tras el desplome del crudo, está el de los precios de la electricidad, que no se enteraron de la incorporación de fuentes eólicas a la matriz. En cambio, desde el mes de julio UTE transfiere "dividendos" al MEF por $ 502 millones mensuales, lo que representa, anualizado, el 12% de los ingresos de la empresa.

Tres, la postergación de la incorporación de algunos colectivos de pasivos que está previsto incorporar al Fonasa y que implican un aumento de su déficit, por tratarse de personas que aportarían muy poco y que recibirían "cápitas" muy onerosas. Este es uno de los rubros por lo que más aumenta endógenamente el gasto presupuestal, es decir que no se trata de nuevos gastos discrecionales del gobierno sino de erogaciones que están previstas por leyes anteriores a este período.

La rigidez del gasto presupuestal y su mayoritario carácter endógeno han restado enormemente flexibilidad al manejo del presupuesto público.

Cuatro, imponer topes a la ejecución del gasto aprobado en el presupuesto, de modo que en términos de caja se termine ejecutando menos que lo dispuesto. Este era un recurso usado recurrentemente cuando la inflación era muy elevada ya que permitía "licuar", en términos reales, el gasto aprobado en el presupuesto.

Cinco, la amortización de las Letras para Regulación Monetaria del BCU, utilizando las reservas, del mismo modo que se ha venido haciendo en los últimos meses, lo que permitiría reducir la carga de intereses del sector público. En realidad se trataría de una medida de peso menor pero se vuelve importante porque el déficit incluye todos los intereses nominales, con el respectivo componente inflacionario. Dicho sea de paso, sería preferible amortizarlas con el dólar en torno a 35 antes que en 29 o 30 pesos.

Seis, la aceleración transitoria de la inflación y, evidentemente, la no reindexación posterior de los rubros del presupuesto que están indexados, excepto el caso de las pasividades que lo están por la Constitución.

En las pautas salariales se incluyó una nueva "trinchera" del 12% para la inflación, ya que sería esa la tasa que daría lugar a gatillos salariales especiales. Este "as en la manga" podría aplicarse como consecuencia de un salto en escalón en el tipo de cambio y su inevitable pass through a los precios.

Javier de Haedo - Economista

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