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Mismo problema, otra visión

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Diferencias entre el catastro y el mercado de inmuebles.
Vista aerea de Punta Carretas donde se ven el Shopping Punta Carretas t el Hotel Sheraton, ciudad de Montevideo, ND 20130804, foto Ines Guimaraens - Archivo El Pais D:\Users\npereyra\Desktop\594114.JPG
Archivo El Pais

OPINIÓN

El debate público respecto a los altos costos domésticos y la baja productividad de nuestro trabajo ha ganado terreno en los últimos años y concita el centro del debate actual.

Por un lado, los salarios medidos en dólares u otra moneda de intercambio internacional han crecido, pero domésticamente en general se siente que el mismo "alcanza para poco". Es más, cuando salimos del país, salvo algunos pocos lugares en el mundo, encontramos que los bienes y servicios suelen tener precios inferiores a los nuestros, pese a que en muchos de esos lugares el salario medio puede triplicar al nuestro.

Una manera sencilla de ver el problema es la que se expone en el cuadro que acompaña esta columna, extraída de la revista InfoCasas (www.infocasas.com.uy). Allí hay algunas ciudades seleccionadas, las principales del Sur de Sudamérica, dos de los Estados Unidos y dos europeas. El mismo nos dice en su primera columna el precio medio del metro cuadrado medido en dólares, en la segunda, cuántos metros cuadrados de una vivienda tipo similar, se compra con un mes de salario líquido y en la tercera los años de trabajo necesarios para adquirir la misma. Las conclusiones no pueden ser más desmoralizantes, estamos en una región donde para el común de la gente le es casi imposible acceder a la vivienda y, si bien Montevideo, conjuntamente con Santiago de Chile, aparece como el peor de todos, Río de Janeiro y Buenos Aires en la práctica también resultan "casi imposibles". La comparación con las capitales europeas, Miami y Nueva York nos ponen en perspectiva la dimensión del problema. Pensar que para adquirir la misma vivienda en Uruguay se requieren 35 años de trabajo (toda la vida) dedicando el 100% del salario, y en Berlín o Madrid 13, Miami 10 y Nueva York 18, nos indica a las claras que algo no funciona.

La vivienda es un bien no transable; dentro de su costo el componente salarial, transporte, impuestos y otros bienes y servicios cuyo precio se determina localmente son muy importantes. A mediano plazo la oferta de un bien sólo aparece en la medida que el precio de venta cubra los costos y deje cierto retorno al inversor, por lo que un precio relativo tan caro, en un bien que es casi un commodity y donde las barreras de entrada en la oferta muy, refleja costos unitarios elevados. La pregunta que debemos hacernos es ¿cómo es posible que las diferencias sean tan marcadas? en especial si tenemos en cuenta que el componente mano de obra en Europa y Estados Unidos tiene una remuneración muy superior a la que perciben los operarios uruguayos. La respuesta está en los "otros costos" y la productividad de la mano de obra.

La industria de la construcción de manera recurrente indica que la productividad del trabajador es inferior a la de años atrás, pese a todos los adelantos tecnológicos y los nuevos métodos constructivos, notoriamente ahorradores de mano de obra. Un ejemplo nos puede resultar bien ilustrativo, el Estadio Centenario se construyó en poco más de 6 meses, hace 90 años, en medio del otoño e invierno y sin que existieran los métodos ni la maquinaria actual, ni los acelerantes del secado del cemento, el que además era hecho in situ. ¿cuántos años nos llevaría hoy? (1). Absurdas regulaciones, restricciones impuestas por la ley, decretos, resoluciones ministeriales y restricciones sindicales, presionan sobre los costos.

Entre los "otros costos" se encuentran el transporte, los combustibles, la infernal burocracia para obtener los permisos y habilitaciones, con el costo directo e indirecto que suele ser más alto y oculto -, el costo administrativo de un sistema viejo y obsoleto de inscripción en BPS, carencias de infraestructura y, seguramente, una larga lista.

Dejando de lado los años de trabajo requerido, si miramos el PBI per cápita, que es una buena medida de cómo deberían ser los precios relativos entre distintos países cuando se comparan los costos absolutos de los bienes trabajo intensivos y los servicios para que el salario "rinda parecido", encontramos una explicación del por qué nuestra sensación es "el dinero alcanza para poco". Si pensamos que este indicador, el PBI per cápita, es en EUA 4 veces el nuestro, en Alemania 2.7 veces (este país aun arrastra a cuestas los costos de Alemania Oriental) y 80% superior en España y lo comparamos con el precio del metro cuadrado de una vivienda nos damos cuenta del fenomenal problema que enfrentamos. Carece absolutamente de sentido que Madrid sea en valor absoluto más barato que Montevideo y casi toda la región, en tanto Berlín y Miami no más de 35% más caro, cuando su retribución es muy superior.

Al final, el resultado es el observado, terminan siendo pocos los que pueden acceder a vivienda digna. La reacción común suele ser requerir de una política específica de subsidios o controles de precios, las cuáles terminan en el desastre conocido y, en el medio, una fenomenal dilapidación de recursos.

Por donde se lo mire tenemos un problema que no se resuelve con voluntarismo ni corporativismo, sino reduciendo los costos desde el estado y aumentado la productividad. Ambas son tareas de medio plazo, el tema es de una vez por todas comenzar a transitar el camino.

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(1) Recuérdese que en la obra original no estaba el tercer anillo de las tribunas Amsterdam y Colombes, así como tampoco el segundo de la América.

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opiniónIsaac Alfie

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