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Primavera y lamebotas

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Trump dijo que “las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar” tras anunciar aranceles. Foto: AFP

OPINIÓN

Cuando Donald Trump llegó al poder, muchos temieron que fracturaría nuestras estrechas relaciones económicas con México y/o que comenzaría una guerra comercial con China. Hasta ahora, no ha pasado ninguna de esas cosas.

Es cierto que el tratado de libre comercio con México y Canadá todavía pende de un hilo, y que Trump ha impuesto aranceles a algunos productos chinos. No obstante, su ira comercial parece mucho más enfocada en un objetivo inesperado: la Unión Europea que, según tuiteó, impone "barreras y aranceles espantosos a los productos estadounidenses que importa".

Esto es extraño en varios niveles. En la (muy grande) medida en la que el trumpismo se basa en la enemistad racial, entre todos los lugares posibles parece extraño iniciar una pelea con Europa. Además, EE.UU. siempre ha visto con buenos ojos a la UE que, a pesar de todas sus fallas, es una fuerza importante de paz y democracia. ¿Por qué apresurarse a iniciar una guerra de declaraciones con nuestros aliados que solo sirve a los intereses de enemigos de la libertad como Vladimir Putin?

Sin embargo, más allá de todo eso, hay cosas que están mal. "Las exportaciones de Estados Unidos a la Unión Europea gozan de un arancel promedio de solo el tres por ciento", explica la guía del mismo gobierno estadounidense para los exportadores. ¿Quién está desinformando a Trump? Quizá sea Peter Navarro, su zar comercial, cuya estrella está claramente al alza. Además, la historia del ascenso de Navarro nos dice mucho sobre la naturaleza del gobierno de Trump, un lugar que recompensa a los "lamebotas" que le dicen al jefe las repuestas que quiere escuchar.

Para empezar, ¿cómo se reclutó a Navarro? Según un reportaje de Vanity Fair escrito por Sarah Ellison, durante la campaña Trump le pidió a Jared Kushner que encontrara alguna investigación que sustentara sus opiniones proteccionistas. En respuesta, Kushner buscó en Amazon, donde encontró un libro titulado "Death by China". Así que llamó inesperadamente a Navarro, uno de los autores del libro, y le vendió la idea, y así fue como este se convirtió en el primer asesor económico de la campaña.

Navarro tiene un doctorado en economía, pero sus opiniones no concuerdan con las de la corriente dominante. Es cierto que tomar los consejos de una figura heterodoxa algunas veces puede funcionar, debido a que la ortodoxia no siempre está en lo correcto. Sin embargo, escuchar opiniones heterodoxas solo funciona si quienes buscan asesoría son pensadores de mente abierta, dispuestos a contribuir con el trabajo arduo de entender las opiniones contrastantes y evaluar la evidencia.

De hecho, las opiniones de Navarro parecen incluir errores básicos conceptuales y fácticos. Uno de esos errores, que nos lleva directamente a la discusión entre Trump y Europa, es una absoluta incomprensión de los efectos en el comercio del impuesto al valor agregado (IVA), que EE.UU. no tiene, pero que ocupa un lugar preponderante en los ingresos de la mayoría de los países europeos.

En la versión del mundo de Navarro —por ejemplo, como se expresó en el libro blanco de la campaña— el IVA les da a las empresas europeas una ventaja enorme e injusta. Los productos estadounidenses que se venden en Europa tienen que pagar IVA; por ejemplo, deben pagar un impuesto del 19% si se venden en Alemania. Esto, dice el libro blanco, equivale a un arancel de importación. Mientras tanto, los productores alemanes no pagan ningún IVA sobre los productos que venden en EE.UU.; según el libro blanco, es como un subsidio a la exportación. Estoy casi seguro de que a eso se refiere Trump cuando habla sobre los "horrendos" aranceles.

Sin embargo, lo que ignora es que cuando los productores alemanes venden a los consumidores alemanes, también pagan un impuesto del 19% y cuando los productores estadounidenses venden a los consumidores estadounidenses, estos, al igual que los productores alemanes, no pagan ningún IVA. Así que el impuesto no desequilibra en absoluto el terreno de juego, en ningún mercado. En realidad, un IVA no tiene nada que ver con la ventaja competitiva; básicamente, es un impuesto a las ventas —un impuesto a los consumidores alemanes—, razón por la cual la OMC considera legítimo el IVA.

Así que, ¿cómo es que alguien que malinterpreta un concepto tan básico sobre los impuestos y el comercio puede ser un asesor económico clave? Como dije, se debe a que le dice al jefe lo que este quiere escuchar. Esto es lo que le dijo a Bloomberg recientemente: "Mi función, en realidad, es la de un economista que trata de proveer los análisis subyacentes que confirman su intuición. Y esta intuición siempre está bien en estos temas". Uno espera que los asesores de la Casa Blanca compartan muchas de las opiniones del presidente y lo defiendan en público, pero esto va mucho más lejos.

Navarro declara orgulloso que es un propagandista, y no un analista de políticas —por lo que su función es básicamente confirmar los prejuicios de Trump—, y además cae en un nivel de servilismo totalmente anti-estadounidense.

Es un lugar común, pero también un eufemismo, decir que Trump tiene instintos autoritarios. Una declaración más exacta sería que espera el tipo de tratamiento que exigen los dictadores de medio pelo, que están libres de toda crítica dentro o fuera de su gobierno y a quienes se saluda con hosannas de alabanza constantes. Y todo aquel que no está dispuesto a seguir la corriente a ciegas, que haya tratado de observar algo que se parece a las reglas democráticas normales, parece estar huyendo del gobierno. Pronto, solo quedarán los "lamebotas" sinvergüenzas. Esto no acabará bien.

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