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Prehistóricas propuestas

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Una vez más, como en cada discusión presupuestal —y la rendición de cuentas lo es—, desde el partido de gobierno se escuchan voces que propugnan por aumentar los impuestos para "cumplir con las promesas del programa".

En general, se habla sin el más mínimo sentido técnico de acuerdo al tamaño de país y su única forma posible de desarrollo (integrado al mundo), peor aún, sin la prudencia que impone reconocer la realidad y las restricciones que ella impone; los contrarios también juegan.

Es cierto que las propuestas son reiterativas. En relación a las empresas, eliminar beneficios de la Ley de Inversiones, aumentar la tasa del IRAE y la del impuesto al patrimonio (IP), así como "toquetear" alguna cosa más por ahí. No sucede lo mismo con las personas físicas donde, a las tradicionales, aumentar el IRPF y no devolver el excedente de aportes por el Fonasa, se le agregan un aumento del IP y la reimplantación del impuesto a las herencias.

Empresas.

Respecto de las empresas, desde esta página ya he explicado que la tasa efectiva del IRAE, con las enormes limitaciones a la deducción de gastos, aunadas al impuesto a la distribución de utilidades y las últimas modificaciones introducidas desde fines de 2015, llevan su tasa efectiva, sobre ganancias reales, a niveles superiores al 35%, muy por encima del 25% legal. Esta tasa la debemos comparar con la de otros países, donde realmente es un impuesto a las ganancias. Irlanda 12%, Alemania 14%, Reino Unido 17%, Japón 24%, Francia 34% y, Estados Unidos, 35% pero donde se anuncia, se la llevará al 15%. Agravando la situación, todos estos mercados son mucho más grandes que nosotros con notorias economías de escala, menores pérdidas porcentuales por obsolescencia y superior productividad de factores. Si esto no fuera poco, al igual que en la casi totalidad de los países, ninguno carga a las empresas con el IP. La incidencia del IP es muy importante porque se comporta como un impuesto ciego a la renta y, además, en Uruguay, en los hechos es una mezcla de IP e impuesto liso y llano a los activos, una vez más debido a la limitación en las deducciones. Una tasa de 1.5% sobre el patrimonio, en un retorno sobre éste que difícilmente supere el 15% (en general está por debajo), implica no menos de 10 puntos adicionales de IRAE.

En el mundo, a igualdad de condiciones, las empresas se alocan donde su retorno neto —después de impuestos—, sea superior. Nadie en su sano juicio puede pensar que Uruguay ofrece mejores condiciones de estabilidad jurídica y económica, infraestructura, capital humano e independencia del Poder Judicial, que los países mencionados y muchos otros, aún de la región, como para estar en condiciones de compensar la fenomenal diferencia de impuesto a la renta. Luego se escucha hablar de "tasas de ganancias excesivas". Sí, como todo arbitra, antes de impuestos, las utilidades deben ser superiores para que, luego de éstos el retorno se equipare. Simple.

Personas.

No vale la pena abundar en lo ya sabido respecto a las tasas marginales del IRPF, fuera de línea en términos internacionales, en especial por su forma de cálculo, los bajos MNI y la virtual inexistencia de deducciones. Las implicancias de aumentar el IP son muy malas, una vez más en un tributo que en el mundo casi no hay países que lo apliquen y, cuando lo hacen, su tasa es insignificante y los activos exentos muchos, entre ellos, los financieros (1). El impuesto a las herencias, que existe en algunos países, basta ver lo que recaudan, aún en los desarrollados, para saber que está allí "para la tribuna". Todos saben que destruye el capital y que a éste se lo precisa para crecer, desarrollarse y aumentar el ingreso de toda la población. Nadie se hace el harakiri.

El mundo.

Hemos visto las tasas de IRAE en países centrales. Lo que omití es mostrar cómo han venido cayendo a lo largo de los últimos 20 años. Algo similar pasa con las tasas del IRPF, en todos los países se disminuyen dada la competencia fiscal internacional. En contrapartida, los impuestos al consumo (IVA el principal), han ganado participación, al tiempo que en muchos casos se redujo el peso del Estado en la economía.

Para completar el panorama, tenemos que EE.UU. adoptaría para su IRPF la base territorial (fuente) y dejaría a un lado la residencia como es la usanza de los países centrales. Esto sirve para que las personas no adopten una residencia fiscal (y real) en el extranjero y gasten su dinero domésticamente, incluso el que obtienen en el extranjero. La teoría muestra que este tipo de definición es la conveniente para los países pequeños como Uruguay, pero nosotros desde 2011 en adelante cada año damos pasos en sentido contrario. La OCDE debe estar entrando en estado de pánico. Es fácil imaginar las consecuencias.

Así las cosas, las propuestas lucen disparatadas, a contramano de las tendencias mundiales, impuestas por la competencia que la tecnología permite hoy más que nunca en la historia.

No tengamos dudas, el 100% de las propuestas atentan contra el trabajo, luego nos sorprendemos porque crece el PIB y el empleo cae. Cualquier estudiante de economía sabe que el castigo de un impuesto al bienestar de la población, no es lineal sino exponencial a la tasa del mismo. Seguir subiendo sobre los ya altísimos niveles de partida, ¿es coherente?

(1) El impuesto sobre la propiedad que predomina en el mundo, como en Uruguay, financia gobiernos locales. La diferencia es que esos gobiernos locales usualmente asumen los servicios de salud, educación y policía, además de otros generales que se asimilan a los que brindan nuestras Intendencias.

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ISAAC ALFIE

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