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La política sí importa

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Visita de Emma Watson a Uruguay, como embajadora de ONU, H. Sheraton, foto Ariel Colmegna, Archivo El Pais, fans, jovenes esperan verla en la puerta del hotel
Archivo El Pais

Escándalos de corrupción, mala gestión, promesas incumplidas. Sobran las razones de por qué los políticos no tienen la mejor reputación, pero a mi entender no se puede "hacer" o pensar en economía obviando el rol del gobierno y los políticos. La economía importa, pero la política también.

En Uruguay, según la encuesta "Barómetro de las Américas" , son los jóvenes entre 26 y 35 años los que menos declaran apoyar al sistema político. Estos expresan un apoyo del 56%, frente a 66% en personas de 56 años o más.

Sin embargo, nuestro país es de los primeros en el continente en términos de apoyo al sistema. Como es de esperar, estos resultados tienen alta correlación con la estabilidad democrática e indicadores de institucionalidad, donde Uruguay también se destaca en la región.

Ejes.

Sin entrar en la discusión del tamaño ideal del Estado, los economistas debemos hacer política económica entendiendo que hay otros dos ejes fundamentales además de lo técnicamente correcto: la viabilidad política y la capacidad administrativa. Nos guste o no, la política importa y planes que tienen baja viabilidad política están destinados al fracaso. Este punto es diferente a aquel de quienes dicen que los economistas no entienden nada porque son "unos teóricos".

El punto es que, incluso presentando una alternativa de política que puede ser bien aplicable (aunque sea algo hasta el momento no hecho), si es evidente que el parlamento no va a apoyarla, entonces habría que repensarla. Por otro lado, lo administrativo también es fundamental porque aún logrando un proyecto técnicamente bueno y con apoyo político, si el país no tiene la capacidad de llevarlo a cabo, será difícil que sea exitoso. Es como querer lograr una reforma constitucional sin buenos abogados, o hacer una autopista sin buenos ingenieros civiles. No se trata sólo de buenas intenciones.

Preferencias.

El diseño del sistema electoral busca agregar, de la mejor forma posible, las preferencias individuales. Es decir, a través del voto uno elige el candidato que más se acerca a nuestros "gustos" y luego se define un ganador entre dichos aspirantes que buscará trabajar para obtener los resultados prometidos.

Sí, no hay duda, son muchas las críticas que podríamos dar a nuestro modelo (y esto corre para todos los países del mundo), pero la democracia es "el mejor de los peores sistemas" (no puedo evitar la referencia a Winston Churchill en este caso). La masa política —tanto el oficialismo como la oposición— queda entonces determinada a través de este sistema. ¿Cómo se decide lo importante?

Si bien es imperfecto, es una parte fundamental de nuestra democracia. Una crítica y preocupación general es que la política pueda quedar dominada por determinados grupos, pero esa condición del sistema es también la que permite asegurar los intereses de minorías que de lo contrario podrían no ser escuchadas. El sector sindical es un caso que se ha movido en este espectro. Es importante minimizar el riesgo de captura por parte de distintas facciones, pero la democracia es crítica para que todas las voces sean escuchadas.

Max Weber.

Asumiendo que para este párrafos los lectores son menos escépticos de la política y hay un consenso —al menos pequeño— de que "la política importa", la pregunta ahora es: ¿cómo se hace bien? Necesitamos de la política para obtener resultados económicos, se forma agregando preferencias a través de todo el país, y luego retorna al panorama individual en la forma de políticos.

El sociólogo alemán Max Weber recomendó a quienes piensan en hacer política que no se metan si no están preparados para tener que decidir sobre temas difíciles, como vidas ajenas. Decidir si un policía está autorizado para disparar o no. Legislar sobre el aborto. No dice que todo sea justificable, pero advierte que habrá decisiones que no son fáciles de tomar. El gobernante toma en estas ocasiones una decisión por todo su electorado, teniendo en cuenta los diferentes grupos que representa.

Weber plantea que los políticos se guían por uno de estos dos principios contradictorios: la "ética de convicción" (la que se rige por principios morales) o la "ética de responsabilidad" (que enfoca más en la consecuencia de los actos políticos). ¿El político debe hacer lo que sea para preservar ciertos valores o modelo, o debe pensar en las consecuencias? Weber dice que el político tiene que pensar en ambas cosas al tomar una decisión. ¿Y por qué esto le importa a la economía? Porque los políticos también se enfrentan a esta dicotomía al legislar sobre política económica. Por ejemplo, cómo decidir en momentos como el actual —donde se espera un menor crecimiento de la economía— entre sostener el gasto y la responsabilidad moral de continuar reduciendo la pobreza. La economía coexiste con la política e intentar hacer economía sin política es poco posible.

Muchos de quienes estudiamos economía y algunos economistas que hacen política, nos olvidamos de tener un estudio extensivo de la política y sus pormenores. A veces por fallas del sistema educativo, a veces porque es compleja, a veces por desinterés. Mi objetivo hoy es recordar la visión de Weber (uno de los precursores de la teoría de la administración pública) y dar perspectiva sobre la política como una parte fundamental de la economía.

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LUCILA ARBOLEYALUCILA ARBOLEYA

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