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La política afecta la felicidad

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Foto: Pixabay

OPINIÓN

La razón más profunda detrás de la política económica, es la búsqueda de la felicidad de las personas. Así se expresaba quien estaba al frente de la Reserva Federal de Estados Unidos en 2012. 

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Es clave para el diseñador de política económica saber en qué momento de la vida del individuo, conviene invertir. Richard Layard, investigador de la London School of Economics encuentra que el mayor predictor de felicidad es la salud emocional en la niñez. En cambio, el ingreso de la familia explica menos del 1% de la felicidad.

Este descubrimiento de Layard fue publicado en la revista científica The Economic Journal bajo el título “What Predicts a Successful Life? A Life-Course Model of Well-Being”, y tiene implicancias enormes para la política.

Todo lo que se invierta en la salud emocional del niño tiene una rentabilidad fenomenal: ya se ve que todo lo que sea apoyar la estabilidad afectiva de la familia es clave. Ana Balsa, investigadora de la Universidad de Montevideo, lidera el proyecto “Crianza Positiva”. Consiste en ofrecerle a las madres, padres y cuidadores de los niños herramientas para ser mejores educadores de sus hijos. La evaluación del impacto que está teniendo este proyecto entre cuatrocientas familias uruguayas es más que auspicioso: la inversión en mejorar el ambiente afectivo del hogar “rinde y rinde”.

Determinantes de la felicidad.
El profesor Layard comienza su estudio intentando responder las siguientes preguntas:
a) ¿Cuán importante son para la felicidad del adulto las condiciones económicas, sociales y personales en las que vive?
b) ¿Cuál es el rol de las diferentes dimensiones del desarrollo del niño (performance intelectual, conducta y salud emocional) y su ambiente familiar? ¿Cómo afectan estas dimensiones su satisfacción con la vida cuando son adultos?
c) ¿Podemos predecir, desde la temprana edad, la satisfacción con la vida que tendrá el adulto?

Respondiendo a estas preguntas podemos tener una nueva manera de pensar, integrada y profunda, acerca de cómo se construye la satisfacción con la vida y qué importa más en este proceso. Y desde ese conocimiento, deberíamos ser capaces de ayudar a los diseñadores de políticas con las decisiones que deben tomar en temas de enorme impacto: cuánto gastar en las escuelas, en los servicios dirigidos a niños, en salud mental, en salud psíquica, etc. Las elecciones que hagan los políticos deberían depender: a) del tamaño del efecto sobre el bienestar que causan las distintas políticas, y b) del costo de esas políticas. La pena es que, en el presente momento, el debate político no hace referencia a evidencia cuantitativa acerca de qué es lo que importa más para la felicidad de las personas.

Desafíos de las familias.
Entre las barreras que impiden el desarrollo de un ambiente de crianza adecuado se destacan:
(i) el sesgo por el presente (tasa de descuento alta). Los padres fallan al momento de internalizar los beneficios futuros derivados de su inversión en prácticas de crianza y toman decisiones miopes de inversión en sus hijos.
ii) Complejidad del rol parental, falta de atención y desvío de los recursos cognitivos necesarios para llevar a cabo las tareas parentales. El vertiginoso ritmo de vida actual genera distracciones que pueden dificultar el logro de objetivos de crianza.
iii) Sesgo de status quo. Aún a sabiendas que cambiar las prácticas de parentalidad podría beneficiar el desarrollo de sus hijos, a los padres les resulta costoso cambiar sus hábitos de crianza.
iv) Influencia de identidades negativas. Cuando las identidades negativas están presentes, los padres sienten que no son capaces de influir en la trayectoria de sus hijos. Por otra parte, las identidades están muy relacionadas con el grupo social al que pertenece el individuo. Saber qué es lo que otros padres en situaciones similares están haciendo sirve como punto de referencia para decidir cómo actuar. Las gratificaciones positivas, los testimonios motivacionales y el apoyo de pares pueden contribuir a levantar esta barrera.

La evidencia sobre la efectividad de programas dirigidos a apoyar a la familia es vasta. Se observan beneficios significativos en el desarrollo cognitivo, socio-emocional y motriz de los niños y en el acervo de conocimientos sobre parentalidad y conductas de los padres. Por otra parte, estos programas presentan el desafío de lograr la asistencia de las madres, padres o cuidadores del hogar a todas las sesiones de los talleres y que superen los obstáculos personales y de circunstancias del hogar que atentan contra la completa aplicación de lo aprendido en el programa.

Se vienen las elecciones. ¿Han dicho los candidatos presidenciales qué políticas diseñarán para apoyar a las familias? Serían políticas muy rentables.

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