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¿Pleno empleo?, los problemas no han terminado

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Grupo de personas esperan para entrar en una oficina de desempleo. Foto: Reuters
Un grupo de personas esperan para entrar en una oficina de desempleo, en Madrid, España. 3 de enero de 2014. El número de personas registradas como desempleadas en España cayó un 2,99 por ciento en mayo respecto al mes anterior y por debajo de cuatro millones por primera vez en seis años, mostraron el jueves datos del Ministerio de Trabajo. REUTERS/Susana Vera/File Photo ECONOMIA-ESPANA-DESEMPLEO
© Susana Vera / Reuters

Internacional

Informalidad y trabajo de baja calidad están presentes en Alemania, Reino Unido y EE.UU.

A primera vista, el presidente de EE.UU. tiene motivos para descorchar el champán. La tasa de desempleo en su país, por debajo del 4%, hace historia al arrastrarse por los suelos: en los últimos 60 años solo ha habido un periodo —a finales de los sesenta— en el que el porcentaje se mantuviera tan bajo por un periodo prolongado. No es un caso aislado. Theresa May puede vanagloriarse de que, pese a las incertidumbres del Brexit, el paro en Reino Unido está ahora en el menor nivel desde 1975. Alemania, con la tasa más baja desde la reunificación y con dificultades para encontrar mano de obra cualificada, exhibe unas cifras de ensueño. Y Japón, con un porcentaje de desempleados que en mayo cayó al 2,2%, también toca mínimos inexplorados en más de un cuarto de siglo.

¿Pueden los trabajadores celebrar los éxitos de un mercado laboral cercano al pleno empleo? No exactamente. Porque la exuberancia de estas cifras esconde una realidad con claroscuros. Los datos sobre retribuciones, trabajo temporal, empleados pobres o población en riesgo de exclusión no han ido mejorando al mismo ritmo. Y muchos economistas se preguntan si la tasa de paro ha perdido fuerza como el principal indicador de la salud del mercado laboral.

"Hace tiempo que somos muy críticos con la tasa de paro, porque no refleja variables como los desanimados que han dejado de buscar empleo por las malas condiciones", explica el investigador de Fedea Florentino Felgueroso. A la hora de desentrañar las cicatrices de la crisis, este doctor en Economía insiste sobre todo en la menor duración de los contratos —de un mes, una semana o incluso de unas horas— creados durante la recuperación de la Gran Recesión, un factor que impacta directamente en las menores rentas de los empleados. "La menor duración de los contratos es un fenómeno global que ha llegado para quedarse. Tiene que ver con las nuevas tecnologías, que posibilitan la existencia de estos contratos. Y los sistemas productivos se están adaptando, con fenómenos como la uberización de la economía", continúa Felgueroso.

La cada vez menor porción de torta para los empleados viene de lejos: según el FMI, la participación en los ingresos de los trabajadores ha pasado de superar el 50% de la renta total a principios de este siglo a menos del 40% en 2015. Esta tendencia decreciente comenzó ya a mediados de los años setenta del siglo XX.

La débil suba de los salarios estuvo entre los temas estrella de la reunión que banqueros centrales celebran cada año en Jackson Hole (EE.UU.). ¿Por qué ni salarios ni precios crecen más con una tasa de paro tan baja, tal y como deberían hacer según la teoría económica tradicional?

De ello habló Alan Krueger, antiguo presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Obama, que pidió al Gobierno atajar el cada vez menor poder negociador de trabajadores y sindicatos al tiempo que aumenta el de las grandes compañías. Como ejemplo, Krueger dijo que uno de cada cuatro asalariados estadounidenses han firmado restricciones que le impiden trabajar para la competencia, dificultando su capacidad para buscar mayores salarios. Y destacó que el salario mínimo en EE.UU. se ha mantenido invariable en los últimos diez años en 7,25 dólares la hora, y que, en términos reales, desde 1979 ha caído el 20%.

El porcentaje de trabajadores pobres se ha duplicado en Alemania desde 2005. El ajuste se centró en el número de horas trabajadas: se despide poco, pero las empresas que más sufren acuerdan recortes de horas (y salario).

Trump celebra ahora los triunfos por un paro que no deja de caer. Pero él mismo criticaba este indicador en 2012, cuando tan solo era un multimillonario habitual de los programas de telerrealidad y crítico furibundo del presidente Obama. "La tasa de paro solo baja porque más gente está fuera del mercado laboral y ha dejado de buscar empleo. No es una recuperación real. Cifras mentirosas", escribía entonces en Twitter.

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