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Un pie en el acelerador de la política fiscal y el otro en el freno de la política monetaria.

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Foto: Getty Images

OPINIÓN

¿Qué esperar para la economía de Brasil en 2022, año electoral?

La economía de Brasil cayó un 4,1% en 2020 y se recuperó de la caída en 2021. La economía probablemente creció un 4,6% en el pasado año. Según las estimaciones del equipo del Boletín Macro de la FGV IBRE, en el cuarto trimestre de 2021 la economía evolucionó 0,6 puntos porcentuales por encima del mismo trimestre de 2019.

La recuperación, tras el parón repentino producido por la epidemia en el segundo trimestre de 2020, ha tenido dos fases. En los tres trimestres que van hasta el primero de 2021, la economía volvió en forma de “V”, con la recuperación de los sectores de mayor productividad. Teníamos mucho PIB y poco empleo. Durante el resto de trimestres del año, la economía se movió lateralmente (con una leve mejora en el cuarto trimestre), pero con una razonable creación de empleo.

La composición sectorial del cuarto trimestre de 2021 indica que los dos sectores que más tardaron en recuperarse, “otros servicios” y “servicios de la administración pública”, que corresponden respectivamente al 14% y 15% del PIB, se situaron un 0,9% y un 0,7% por encima del nivel del cuarto trimestre de 2019.

Esta normalización de la economía en dos etapas, luego de la parada repentina, apareció en el mercado laboral. El cuadro adjunto presenta la recuperación de la población ocupada (PO). Los datos están en miles de empleos y la tabla considera tres periodos de recuperación (el tercero es la suma de los dos primeros). La caída del empleo promovida por la crisis que resultado de la epidemia ocurrida entre marzo y junio de 2020.

La recuperación en el primer período tuvo mucho PIB y poco empleo —entre julio de 2020 y marzo de 2021— y, en el segundo, se dio con poco PIB y mucho empleo entre abril de 2021 y octubre de 2021, último dato disponible.

En el segundo período se crearon un 80% más de puestos de trabajo que en el primero. Adicionalmente, si en el primer período por cada empleo formal se creaba otro informal, en el segundo período por cada empleo formal se generaban poco menos de dos empleos informales. En 2021 tuvimos varios choques de precios. La inflación cerró el año en 10%, frente al 3,5% previsto que hice en diciembre de 2020. Esta enorme sorpresa inflacionaria tuvo elementos domésticos, como la sequía que generó una fuerte inflación en las tarifas eléctricas.

Para que se den una idea, la inflación de servicios administrados fue de 18% en 2021 ante un 1,5% de 2020. Solo la inflación de servicios administrados sumó 4 puntos porcentuales a la inflación de 2021.

Adicionalmente, tuvimos el choque de precios de bienes industriales, principalmente bienes de consumo duradero. El rápido retorno de la demanda global, tras el frenazo repentino de la economía mundial en el segundo trimestre de 2020, aún en plena epidemia, generó un fuerte desequilibrio. La demanda de bienes llegó con fuerza, mientras que la demanda de servicios no se recuperó. La rápida recuperación de la economía, con un desequilibrio en la demanda, provocó la caída de los inventarios de bienes e insumos utilizados en su producción y, finalmente, la desorganización de las cadenas productivas.

Las cadenas mundiales de producción de bienes, especialmente los bienes de consumo duraderos, se han estancado. Por ejemplo, según la encuesta de la industria FGV IBRE, en el cuarto trimestre de 2021, el 20% de la industria manufacturera reportó problemas con la falta de materias primas. Para la industria de bienes de consumo duraderos, esa cifra se elevó a poco menos del 60%. La inflación de bienes industriales, 2,5% en 2020, cerró 2021 en 11,6%. Solo la inflación de bienes industriales agregó alrededor de 2 puntos porcentuales a la inflación de 2021.

Para 2022, esperamos que la inflación se reduzca. Creo que el ciclo de subas de la tasa Selic llegará a 11,5% o 12% y se mantendrá en ese nivel hasta que la inflación baje.

Quizás el nuevo ciclo bajista solo ocurra a partir de mediados de 2023. Lo importante es que, con la Selic en 11,5% y nuestra previsión de inflación cerrando el año en 5,5%, tendremos un interés real del 6%. Dado que la tasa neutral —aquella que no contrae ni expande la demanda— es del orden del 3%, la contracción monetaria será de aproximadamente 3 puntos porcentuales o un poco más.

Una contracción monetaria de este orden reduce la actividad en 0,7 puntos porcentuales. Exactamente el valor de la carga estadística que el crecimiento de 2021 dejará para 2022. Así, el efecto combinado de la carga estadística y la contracción monetaria haría que el crecimiento de 2022 fuera nulo.

Pero en 2022 tendremos elecciones. Habrá impulso fiscal, tanto de la Unión como de los estados. Los ingresos del ICMS (impuesto sobre circulación de mercaderías y servicios) en 2021 fueron 16% superiores a los de 2019, en términos reales, deflactados por el IPCA. Creo que el crecimiento será del orden del 1-1,5 % en 2022, impulsado principalmente por la expansión fiscal. En 2022, como fue normal durante toda la primera década del siglo, tendremos el pie en el acelerador de la política fiscal y el pie en el freno de la política monetaria.

En cuanto a la tasa de cambio, creo que la tasa actual, algo así como R$ 5,6 por dólar, está muy devaluada. Dado el comportamiento de los precios de las materias primas, el tipo de cambio debería estar cerca de R$ 4. La debilidad de nuestra moneda se debe a la enorme incertidumbre sobre el régimen de política fiscal.

¿Se volverá a la agenda de construir un superávit estructural a partir de 2023, compatible con la reducción de la deuda pública? No se sabe. Si el nuevo gobierno electo se compromete con la responsabilidad fiscal, debería haber, al final del año, un fortalecimiento significativo de la moneda.

(*) Investigador Asociado de FGV IBRE. Publicado en Cojuntura Económica de enero.

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