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Perspectivas de crecimiento más lento para 2016

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Una caída del PIB medido en dólares que se retrotrae al nivel de mediados de 2013.

La economía uruguaya está perdiendo impulso, una realidad que se puede sentir a diario sin necesidad de ningún análisis estadístico. Esta situación es lo que están mostrando las cuentas nacionales que cuantifican la variación del PIB en el tercer trimestre en solo 0,6%. El contexto externo es recesivo y nuestros exportadores sienten la pérdida de competitividad por los altos costos internos. Mientras tanto, la demanda interna se muestra agotada en el sector privado y sin capacidad de reacción en el sector público. En este escenario se visualiza un estancamiento pero con perspectivas negativas, por lo que no se puede descartar que 2016 nos traiga algo de recesión.

En los próximos años se vivirá una nueva realidad macroeconómica que tiene cambios fuertes en los precios y en el nivel de actividad. Además de los cambios de precios relativos se está produciendo en la economía un fuerte ajuste de niveles. Este último punto exige la máxima atención pues implica reconocer pesos en dólares mucho más bajos y en las empresas un nivel de rotación de stocks o de movimiento de caja mucho más bajo.

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El PIB del año terminado en septiembre de 2015 se ubicó en US$ 55.151 millones. Esto representa un 4% menos que hace un año y un retroceso al mismo nivel en dólares observado a mediados de 2013. El valor agregado por la economía ocurre en un período de tiempo por lo que es una variable de flujo. Si ese flujo ajusta su valuación en dólares a la baja algo deberá ocurrir con los activos asociados en el mismo sentido. Esta es la otra parte del ajuste que se observará en los dos próximos años.

Volviendo al flujo de actividad, se observa un enlentecimiento de la economía que es ilustrado en el primer gráfico del cuadro adjunto. Se ilustran las tasas de crecimiento del PIB excluyendo el sector de energía eléctrica, gas y agua por la volatilidad que registra variaciones extremas en los años de sequías y alteran la visualización de la evolución. Tomando promedios de cuatro trimestres, existía una especie de piso en el ritmo de crecimiento del PIB del 4% anual, pero en la segunda mitad del año pasado se bajó a un 3% y con la información del tercer trimestre se baja nuevamente al 2%.

Pero el nivel alcanzado en el gráfico no es el piso y con los datos observados hasta ahora daría para pensar que el escenario más probable es de un aumento del 1% en el promedio de 2015. Para pensar en alcanzar el 2% que anunció el gobierno se debería observar en el cuarto trimestre que está terminando un aumento del orden del 4% desestacionalizado en comparación con lo ocurrido en el tercero. Por los indicadores indirectos que se observan hasta el momento estamos muy lejos de esa situación y más cerca del 1%.

En estas condiciones, se arrancaría 2016 prácticamente en el mismo nivel promedio de todo el año. Por lo tanto, para el año que viene no hay ningún "arrastre estadístico" y tampoco está encaminado ningún megaproyecto de inversión que oficie de impulso como lo hizo la planta de celulosa de Colonia el año pasado.

Otro tema que impacta en las expectativas para el próximo año es el freno en el consumo privado. La segunda gráfica del cuadro ilustra cómo esta variable tiene un comportamiento muy parecido al PIB del cual representa casi las tres cuartas partes.

En los últimos años, la característica de la economía fue un consumo privado creciendo por encima del PIB. En los tres trimestres de 2015 estuvo siempre por debajo y los valores negativos de los dos últimos trimestres son del orden del -1%.

Con el consumo privado hay un tema adicional sobre el que solo se pueden hacer conjeturas porque no se disponen estadísticas detalladas. Las Cuentas Nacionales no surgen de una contabilidad exacta y la estimación de la oferta es mucho más directa que la de la demanda porque se hace por los sectores de actividad.

Como la oferta global de la economía tiene que ser idéntica a la demanda, alguno de los componentes de la demanda debe recoger el impacto de lo que no se midió para cerrar las cifras.

Los destinos que presentan dificultades de medición porque no cuentan con encuestas específicas son el consumo privado y varios rubros de variación de stocks en las empresas.

Esta situación estadística lleva a que cuando se mide una caída del 1% en el consumo privado no se pueda determinar cuánto se debe al comportamiento contractivo en las familias y cuánto a la variación de stocks. Es probable por el movimiento que se está viendo en el ciclo económico que la caída en los dos últimos trimestres tenga algo de ajuste en el comportamiento de las empresas. De todas formas, no invalidan para nada la conclusión de que las familias están ajustando a la baja el consumo como reacción a la suba del dólar y el desempleo.

En el caso que la baja respondiera a una caída de inventarios, las perspectivas para el año 2016 serían peores porque se trata de una variable que en todos casos anticipa lo que ocurre en el ciclo. El acumulado de mercadería para vender es un indicador muy potente de las expectativas de las ventas por parte de las empresas y por lo tanto cuando cae es porque se prevé menor consumo.

Hay dos sectores de actividad que habitualmente no se analizan por indicadores anticipados cuya evolución se ilustra en los dos gráficos que aparecen en la parte más baja del cuadro. En el caso del comercio, hoteles y restaurantes hay una marcada caída en los últimos trimestres con valores en el año terminado en septiembre -3,2% de lo comprobado un año atrás. En el caso de transporte, almacenamiento y comunicaciones, la tasa de variación todavía es positiva pero hay una marcada tendencia descendente en relación a los valores observados a lo largo de 2014.

Un capítulo aparte merece la variación en las compras y las ventas al resto del mundo. Del lado de las exportaciones hay un fuerte freno y caída en términos reales que se agrava cuando se intenta traducir a dinero disponible en la economía porque los precios de exportación cayeron significativamente. Una de las razones por las que cayeron las ventas y el consumo privado es que hay menos dinero para gastar por la coyuntura externa.

En el mismo escenario, la buena noticia es que pasa lo mismo con los precios de las importaciones, en particular los insumos industriales y el petróleo. En el caso de los bienes de consumo, la baja no ha sido tan pronunciada y hay una suba en el tipo de cambio que los encarece. Poco a poco se observa un cambio en la canasta de consumo y se importan menos bienes con tal fin. Esto deja un poco más de espacio para la producción nacional. Si el clima de negocios lo permite es lo que se debería observar en 2016 y quizás sea lo que amortigüe las malas noticias que trae el enfriamiento de la economía.

HORACIO BAFICO Y GUSTAVO MICHELIN

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