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OCDE "estudia y recomienda"

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Foto: Pixabay

OPINIÓN

La semana pasada, Carlos Steneri, en una brillante columna, hacía referencia a un artículo publicado en un prestigioso medio internacional, donde desnudaba el absoluto desconocimiento de quien escribió la nota sobre ciertos acontecimientos que vivió nuestro país.

Construir sobre bases falsas es un sofisma, cosa que al parecer se ha vuelto común para cierta burocracia internacional.

A comienzos de la misma semana se conoció un estudio de la OCDE donde, de manera indirecta, se afirma que "hay más espacio para cobrar más IRPF y en general más impuestos". En realidad, lo que dice el trabajo es que el IRPF recauda un porcentaje del PIB, inferior a la mitad del promedio de los países de la OCDE (poco menos de 4% frente a 8,3%), del mismo modo que nuestra recaudación total de impuestos relativa al tamaño de la economía es inferior a la del citado conjunto de países.

Peras y Manzanas.

Para realizar comparaciones, hay que tener la certeza de que se trata de algo comparable. A primera vista se podría decir que comparar el porcentaje de recaudación de un impuesto contra el PIB es correcto; puede serlo, pero no siempre lo es, como claramente no lo es en el caso de referencia. En primer lugar, se debe tener en cuenta la contraprestación de los impuestos, los servicios que recibe el habitante. No es lo mismo pagar un impuesto, cualquiera sea éste y tener adecuados servicios públicos de educación, salud, infraestructura, limpieza, seguridad, espacios recreativos, etc., que enfrentar nuestra realidad donde se sufre las consecuencias de la carencia, al menos en la cantidad y calidad necesarias o, prácticamente se termina pagando doble el servicio, una vez por el impuesto para que "lo brinde" el sector público y otra, —en los casos que exista provisión alternativa—, contratando directamente el servicio privado. En segundo término, no hay que tener estudios universitarios para comprender que si el ingreso percápita de esta zona del mundo es muy inferior al promedio del de países de la OCDE, la capacidad de pagar impuestos es mucho más limitada, porque el umbral de ingreso de subsistencia es más o menos el mismo en valores absolutos, no relativos al PIB. Uruguay, teniendo de los mayores ingresos por habitante del barrio, igual es inferior al 40% del de los países más desarrollados. Hay que tener sentido común nada más. Si para cubrir el mínimo de necesidades se necesitan $ 100 y uno gana 300 y el otro 120, seguramente el que gana 300 podrá pagar bastantes más impuestos que el segundo, no ya en valores absolutos sino en términos de su propio ingreso. Al primero "le sobran" $ 200 (2/3 de su ingreso) y al segundo $ 20 (1/6 del ingreso). Tan sencillo como que la utilidad marginal del ingreso decrece a medida que éste aumenta. En tercer término, lo relevante a comparar, y para un mismo nivel de ingreso, son las tasas efectivas de impuestos y no las tasas legales. Si se hace esa comparación a igual ingreso en valor absoluto —y recordemos que vivir en Europa o EE.UU. no es más caro que vivir en Uruguay, lo cual la vuelve válida—, encontramos que aquí se abona un porcentaje de impuesto significativamente superior al de los países desarrollados por la conjunción de cuatro factores; i) un umbral de ingreso a partir del cual se comienza a abonar, ii) la casi inexistencia de deducciones admisibles, iii) la forma de cómputo de esas deducciones (*) y iv) tasas impositivas más altas en los primeros escalones de ingreso.

Para finalizar, en países como el nuestro, donde algunos (demasiados) impuestos no pasan por la caja del estado y por ende no se ven en las cuentas públicas y, además, el sector público tiene ingresos relevantes por sobreprecios en los bienes y servicios que brinda el propio sector a través de su sobredimensionado aparato comercial e industrial, cosa que no existe en la mayoría de los países desarrollados, medir la presión tributaria tomando exclusivamente los impuestos que recauda el gobierno directamente, sencillamente es un error.

¿La cooperación?

La OCDE, como su nombre lo indica, surgió como una organización de cooperación para el desarrollo económico y hoy se ha convertido, quizás siempre lo fue, en una de presión a los más débiles que amenaza con listados de "indeseables" según sus parámetros de conveniencia y no los reales de países como el nuestro. Darle corte, seguramente constituya un grueso error que terminamos pagando, aunque no asociemos el menor dinamismo económico a la aplicación de sus "recomendaciones". Uruguay ha retrocedido enormemente en la adecuada arquitectura de su sistema tributario, adoptando normas que se dan de bruces con sus reales necesidades.

Los análisis hay que leerlos, entenderlos y dirimir su pertinencia. Mucho me temo que desde hace tiempo los que vienen de afuera, en especial de organismos internacionales, son hecho por consultores que desconocen la realidad y están poco interesados en conocerla. La realidad no se cambia con diagnósticos errados y políticas no aplicables, sino con todo lo contrario. Si no entendemos que nuestro nivel de gasto público no es compatible con nuestro nivel de desarrollo relativo y los servicios que se brindan, no saldremos del pantano en el que estamos.

(*)En el mundo el IRPF se abona sobre el ingreso neto de deducciones, por lo que éstas, implícitamente, se deducen a la tasa marginal más alta. En Uruguay se abona en función del ingreso nominal y las escasas deducciones (salvo en salarios muy bajos) se toman al 8%, cuando la tasa mínima del impuesto es 10%.

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