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El nivel y la evolución del resultado fiscal público preocupan cada vez más

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Foto: Pixabay

TEMA DE ANÁLISIS

Por el incremento de la deuda aumentó el peso de los intereses que paga el gobierno al 2,8% del PIB.

El nivel y la evolución del resultado fiscal del sector público preocupan cada vez más, si bien la situación financiera del gobierno no enfrenta apremios en el corto plazo gracias al manejo profesional que se viene haciendo de la deuda pública desde hace años. De todas formas, dado el nivel y la evolución del déficit se van necesitando cada vez más recursos, lo que impacta en una deuda cuya trayectoria comienza a incomodar y reduce cada vez más el margen de maniobra del gobierno para hacer frente a un contexto global cada vez más incierto.

Los datos recientemente divulgados sobre el resultado fiscal al cabo del primer trimestre del año señalan que las cuentas del sector público, sin considerar el fideicomiso de los cincuentones, registraron un déficit equivalente al 4,5% del PIB. Ello marca un deterioro de 0,3 puntos respecto al cierre del año anterior y un punto porcentual respecto al cierre del año 2014, tal cual se muestra en el gráfico que aparece en la parte alta del cuadro que acompaña esta nota.

La comparación con respecto a 2014 no es antojadiza, sino que el período que se ilustra coincide con el de la presente administración, pero también con el del enlentecimiento de la actividad económica. Es muy importante tener en cuenta este último aspecto, ya que el menor dinamismo económico observado impactó en la recaudación, que evolucionó a tono con la base imponible. Queda de manifiesto entonces que el deterioro fiscal se explica fundamentalmente por un gasto cuya evolución no estuvo acorde con el nivel de actividad.

El gasto público se convierte así en uno de los talones de Aquiles de la economía sobre el que necesariamente tendrá que actuar la próxima administración, ya que difícilmente en los meses que le queda a la actual se tomen medidas correctivas. Por el contrario, en los últimos meses el gasto público está aumentando y no precisamente en los rubros más rígidos, sino en aquellos en los que el gobierno cuenta con una mayor discrecionalidad para actuar.

El deterioro de las cuentas públicas responde a un menor resultado del consolidado gobierno central (GC–BPS) y de las empresas públicas (EEPP). Las cuentas del GC-BPS se deterioraron en el 0,1% del PIB, y las de las EEPP en 0,2%. Tanto a nivel del BCU como de las intendencias no se observan cambios.

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En la presente nota analizaremos el comportamiento del GC-BPS. Se trata del corazón del sector público, la parte sujeta al Presupuesto nacional y la que más contribuye al déficit global, 3,5 puntos de los 4,5 totales, tal cual se ve en el gráfico de la parte alta del cuadro.

En el gráfico se observa que las cuentas, ya de por sí deficitarias, se agravaron a partir de 2018 cuando se diluyó el impacto del ajuste fiscal y quedó de manifiesto plenamente la tendencia creciente del gasto.

Analizando los ingresos y comparando su comportamiento con respecto a igual período de 2018, se constata que a nivel del GC aumentaron 4,1% en términos reales. Esta evolución llama la atención, ya que es una cifra superior a la del nivel de actividad. Estudiando con más detalle, se constata que el crecimiento responde a factores puntuales no necesariamente ligados al nivel de actividad presente y que difícilmente se sostengan.
Efectivamente la recaudación de la DGI, que es el ingreso más relevante, cayó 0,7% en términos reales, la del BPS se deterioró 1,5% y los impuestos que se cobran a las importaciones retrocedieron 2,9% real. El comportamiento de estos ingresos muestra una economía estancada, más acorde con la realidad

El que explica el incremento de los ingresos es el aporte de las EEPP al Tesoro que aumentó 900% en el primer trimestre, comparándolo con igual período de 2018.

Un aumento de tal magnitud responde a situaciones puntuales, como efectivamente lo fue el traspaso de utilidades del BROU al Tesoro en el mes de febrero, y también a un cambio en la cadencia del aporte que realiza UTE, al que se le pidió que adelante dividendos en marzo.

Pese al crecimiento extraordinario (por la magnitud y por lo puntual) de los ingresos, los gastos lo hicieron en un porcentaje mayor aún, 3,8% en términos reales. Prácticamente todos los rubros del gasto aumentaron, tal como se muestra en el gráfico que aparece al medio a la derecha.

Las pasividades, que son el componente más voluminoso del gasto con más del 30% del total, aumentaron 3,3% en términos reales en el trimestre respecto a igual período de 2018. La dinámica que muestra este gasto se debe a factores demográficos, pero también a la reforma de 2008 que aumentó la cantidad de pasivos

Las remuneraciones crecieron 4,1% real. El aumento salarial concedido en enero del orden del 10%, superior a la inflación del año anterior, implicó una mejora para los trabajadores, pero claramente un mayor gasto para el fisco en momentos en que las cuentas no lo permitían.

Pero tal como se muestra en el gráfico, el componente del gasto que más crece es el de gastos no personales. Se trata de partidas sujetas a discreción por parte de las autoridades, es decir que las pueden ajustar de una manera relativamente fácil, al igual que las inversiones que también crecen, pero a un ritmo menor. Más allá de la posibilidad de que estas partidas puedan reducirse ante el incremento del déficit, la probabilidad de que ello ocurra es nula. Es más, al menos en lo que a inversiones refiere hay que esperar un aumento asociado al ciclo electoral.

Una mención especial merece el comportamiento de los intereses, que a nivel del GC-BPS equivalen al 2,8% del PIB. Este pago está asociado a la deuda contraída fundamentalmente para financiar el déficit creciente. En cinco años, la deuda bruta del gobierno pasó del 38% del PIB al 49% en la última medición a marzo del presente año. Por mejores condiciones a las que se accedan, el incremento de la deuda requiera cada vez de mayores recursos para pagar los intereses.

Este rubro tiende a crecer. En primer lugar, por el propio déficit que obliga a recurrir a más deuda. Al respecto, el gobierno planea un incremento de aproximadamente US$ 1.200 millones en el endeudamiento bruto. A ello debe agregarse el efecto tipo de cambio, ya que las nuevas emisiones serán mayoritariamente en moneda extranjera. La suba que está experimentando el dólar en las últimas semanas implica que esos mayores intereses lo serán aún más medidos en pesos.

A su vez, también por el efecto del tipo de cambio, una economía que crece poco ve caer su PIB medido en dólares ante la suba del tipo de cambio. Un mayor endeudamiento en dólares frente a un PIB que cae hace aumentar el peso de la deuda y ello es un llamado de alerta para las calificadoras.

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