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Muere el centro en el laborismo

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Jeremy Corbin

Jeremy Corbyn, un disidente izquierdista de tiempo atrás, obtuvo una imponente victoria en la contienda por la dirigencia del Partido Laborista de Gran Bretaña. Los especialistas en política dicen que significa la condena de las posibilidades electorales del Partido Laborista; podrían tener razón, pero yo no soy la única persona que se pregunta por qué comentaristas que se equivocaron por completo al pronosticar el fenómeno Corbyn, tienen tanta confianza en su análisis de lo que significa.

Sin embargo, no trataré de meterme en ese juego. Lo que quiero hacer, más bien, es hablar sobre un aspecto crucial en los antecedentes del ascenso de Corbyn: la implosión de los laboristas moderados. En política económica, en particular, lo impactante en la contienda por la dirección fue que los otros candidatos apoyaron, esencialmente, las políticas de austeridad del gobierno conservador.

Peor, todos, implícitamente, aceptaron la justificación falsa de dichas políticas, en efecto declarándose culpables de crímenes políticos que, de hecho, no cometió el Partido Laborista. Si se quiere una analogía estadounidense, es como si todos los principales aspirantes a conseguir la candidatura demócrata en 2004 hubieran declarado por todas partes que "éramos débiles en la seguridad nacional y el 11 de septiembre fue culpa nuestra". ¿Nos habría sorprendido que los votantes en las internas demócratas se volvieran hacia un candidato que rechazara ese embuste, sin importar los demás puntos de vista que tuviera?

En el caso británico, las acusaciones falsas en contra del Partido Laborista implican a la política fiscal, específicamente, lo que se dice en cuanto a que los gobiernos laboristas de 1997 a 2010 gastaron mucho más de lo que tenían, creando una crisis de déficit y deuda que provocó la crisis económica general. Supuestamente, la crisis fiscal, a su vez, no dejó ninguna alternativa a los severos recortes al gasto, especialmente, al gasto que ayuda a los pobres.

Uno debe admitir que la mayoría de los medios informativos británicos han recogido y repetido estas aseveraciones. No es solo que los medios no hayan sometido las afirmaciones conservadoras a un escrutinio riguroso, las han informado como hechos. Ha sido asombroso observar esto porque cada parte de este discurso convencional es completamente falsa.

¿Fue el último gobierno laborista físicamente responsable? Gran Bretaña tenía un déficit presupuestario modesto en vísperas de la crisis económica de 2008, pero, como parte del PIB no era muy elevado, era más o menos igual que el déficit presupuestario estadounidenses en ese momento. La deuda del gobierno británico era menor, en tanto parte del PIB, de lo que era cuando el Partido Laborista tomó el poder una década antes, y era más baja que la de cualquier otra economía avanzada importante, a excepción de Canadá.

Es ahora que a veces se dice que la verdadera posición fiscal era mucho peor de lo que indicaban los números del déficit porque la economía británica estaba inflada a causa de una burbuja insostenible que levantaba los ingresos. Sin embargo, nadie dijo nada en ese momento. Por el contrario, las evaluaciones independientes, como las del Fondo Monetario Internacional, indicaban que podría ser una buena idea recortar un poco el déficit, pero no se veía ningún signo de un gobierno que viviera incontroladamente por encima de sus posibilidades.

Es cierto que los déficit británicos aumentaron después de 2008, pero ello fue resultado de la crisis, no su causa. La deuda también subió, pero sigue estando muy por debajo de los niveles que han prevalecido en gran parte de la historia moderna de Gran Bretaña. Y nunca ha habido ningún indicio de que a los inversionistas, en comparación con los políticos, les haya inquietado la solvencia de Gran Bretaña: las tasas de interés sobre la deuda británica se han mantenido muy bajas. Esto significa tanto que la supuesta crisis fiscal nunca creó algún problema económico real, como que nunca hubo ninguna necesidad de dar un giro drástico hacia la austeridad.

En resumen, todo el discurso sobre la culpabilidad del Partido Laborista por la crisis económica y la urgencia de la austeridad es una sandez. Sin embargo, es una sandez sobre la que los medios informativos británicos informaron regularmente como un hecho. Y todos los rivales de Corbyn en la dirigencia laborista, se creyeron completamente esa sandez convencional y, en efecto, aceptaron los argumentos conservadores en cuanto a que su partido hizo un trabajo terrible en el manejo de la economía, lo cual, sencillamente, no es cierto. Así es que, como dije, el triunfo de Corbyn no es tan sorprendente dada la determinación de los políticos laboristas moderados de aceptar aseveraciones falsas sobre infracciones pasadas.

Esto todavía deja la cuestión del por qué los laboristas moderados han sido tan desventurados. Si se compara con Estados Unidos, donde los mañosos del déficit dominaron el discurso de la elite política de Washington en 2010 y 2011, pero nunca lograron dictar los términos del debate político, y donde los demócratas de la corriente principal ya no suenan a republicanos ligeros. Parte de la respuesta es que los medios informativos estadounidenses no han estado tan comprometidos con las fantasías fiscales, aunque eso solo hace retroceder a la cuestión un paso.

Además de eso, no obstante, la elite política laborista parece carecer de toda convicción por razones que no comprendo del todo. Y eso significa que la victoria repentina de Corbyn no se trata de un repentino giro a la izquierda de parte de los partidarios del laborismo. Principalmente, se trata del extraño y triste colapso moral e intelectual de los moderados laboristas.

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Paul Krugman - Economista

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