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350 millones de kilos de comida a la basura por día

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Raúl Benítez.

El representante de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para América Latina y el Caribe, Raúl Benítez, asegura que en la región se desperdician aproximadamente 350 millones de kilos diarios de alimentos. Según la FAO, en las últimas dos décadas América Latina y el Caribe ha realizado progresos extraordinarios en la disminución del hambre, convirtiéndose en la región que mayores avances ha logrado en todo el planeta, aunque resta mucho por hacer. A continuación, un resumen de la entrevista.

LUIS CUSTODIO - [email protected]

—¿Cuáles son las iniciativas que está presentando la FAO para reducir la pobreza en la región?

—Queremos alcanzar que América Latina y el Caribe sea una zona libre de hambre y pobreza, y lograr estos dos fines de manera sostenible. Eso significa trabajar en varios frentes.

Por un lado, todo lo que hace a seguridad alimentaria y nutricional; al día de hoy, aún hay 34 millones personas en la región que tienen insuficiencia alimenticia. Pero la inseguridad alimentaria debe avanzar en otros aspectos más, porque en la medida en que América Latina y el Caribe ha visto descender el número de personas con hambre —de hecho fue la única zona del planeta que alcanzó la meta de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la meta de la Cumbre Mundial de la Alimentación— ha aumentado el número de personas que padecen de obesidad y sobrepeso. Uno de cada cinco de los adultos de la región tiene problemas de obesidad, y hay cerca de cuatro millones de menores de cinco años con sobrepeso.

—Son las dos caras de una misma moneda, el hambre y la obesidad…

—En la medida en que disminuimos el número de personas con hambre nos aparece este otro problema.

En muchos países el consumo de alimentos más saludables es más caro o más difícil de acceder. Para obtener productos frescos tienen que contar con dinero suficiente o desplazarse mucho, mientras tienen al alcance de la mano productos elaborados, ricos en azúcares o en grasas y sales. Esto ocurre desde los kioscos de las escuelas. Todos esos productos que no son saludables terminan generando lo que se denomina enfermedades no trasmisibiles, básicamente diabetes o enfermedades del corazón. Obviamente, esto generado por el sobrepeso y la obesidad, que en algunos casos alarmante, y es algo que no lo debemos entender como el problema de una persona, ni siquiera de la familia, sino que es un problema social y así lo debemos encarar. En los estratos socioeconómicos más pobres, se tiende a encontrar mayores niveles de sobrepeso y obesidad. Cuando uno tiene mejores condiciones económicas es más fácil acceder a productos frescos, que generalmente son más caros. Pero tenemos que volver al consumo de frutas, hortalizas, legumbres, que nos permite una dieta más balanceada y nutritiva y además, lo producimos acá.

—Resulta paradójico que produzcamos alimentos y pasemos hambre o nos alimentemos mal…

—Le comentaba antes que tenemos 34 millones de personas con hambre en la región, y desperdiciamos aproximadamente 350 millones de kilos diarios de alimentos. Eso nos permitiría alimentar casi diez veces más a la población de personas con hambre que tenemos. Es un problema que estamos enfrentando, establecimos una alianza con once países de la región para enfocarnos en eso.

En el mundo, cada año se pierden o desperdician cerca de 1.300 millones de toneladas de alimentos, entre un cuarto y un tercio de los que el ser humano produce para su consumo. Esa cantidad incluye el 30 % de los cereales; entre el 40 % y el 50 % de las raíces, frutas, hortalizas y semillas oleaginosas; el 20 % de la carne y los productos lácteos y el 35 % de los pescados. La FAO calcula que esta comida que no se aprovecha sería suficiente para dar sustento a 2.000 millones de personas.

—¿Por qué ocurre eso?

—Tiene mucho de inmoral. A veces es falta de infraestructura apropiada para el almacenamiento, pero a veces se trata de carencias en el acceso a los mercados. ¿Cuántas veces nos encontramos con que el productor recibe muy poca plata por lo que produce y en el supermercado el precio está siete u ocho veces más caro? Tanto así que hay ocasiones en que al productor no le conviene siquiera levantar la cosecha. Tenemos que buscar soluciones, circuitos cortos de comercialización, distintas alternativas que nos permitan que los productores lleguen al mercado con precios razonables.

Otras veces las pérdidas están asociadas a que compramos de más y se nos echan a perder los alimentos o preparamos comida de más y terminamos tirándola. Es una de las luchas más duras que tenemos que dar. América Latina y el Caribe ha comenzado a transitar los primeros pasos y esperamos seguir liderando este proceso a escala mundial, para atender rápidamente a los millones de personas que aún pasan hambre.

—Otro de los temas que hace a la seguridad alimentaria es el comercio entre los países de la región…

—Si bien el comercio de alimentos en la región ha ido incrementándose, un estudio que se hizo entre FAO y Aladi mostró que era factible que si creciera de acuerdo con su potencial, el comercio intrarregional permitiría poner un plato de comida en la mesa de todos los latinoamericanos y caribeños.

—En América Latina y el Caribe la pobreza se concentra en el sector rural…

—Es así, duplicando la pobreza de las zonas urbanas. Entonces, si queremos erradicar la pobreza debemos hacer foco allí. Si hacemos un análisis de cuál es la base agrícola de la región uno se da cuenta que el 80% de los productores son agricultores familiares o pequeños productores. Este segmento genera la mayor parte del empleo en las zonas rurales y son los grandes proveedores de alimentos frescos para las grandes urbes de la región. Por lo general, estos productores no tienen los servicios agrícolas adecuados. Uno puede observar por ejemplo, que los institutos de transferencia de tecnología que tenemos en nuestros países, por lo general no los consideran, o no lo hacen de manera apropiada.

Uno se da cuenta que el acceso a la tierra, a los financiamientos, a los mercados, es muy difícil para estos agricultores, y ahí tenemos un trabajo que hacer si queremos erradicar la pobreza rural. Estimular la agricultura familiar permitirá combatir la malnutrición con alimentos frescos y sanos, mejorando la diversidad de las dietas y disminuyendo la dependencia de importaciones y la vulnerabilidad a shocks económicos y naturales.

—Usted habló anteriormente de sostenibilidad. ¿Cómo se hace sostenible un plan de alimentación saludable y al alcance de todos?

—Si analizamos los actuales sistemas de producción y de consumo vemos que no son sostenibles. Hay un ritmo importante de degradación del suelo, de desforestación también, entonces, tenemos que buscar formas de producción que sean más compatibles con el medio ambiente.

Frente a ello también debemos dar las respuestas adecuadas ante al cambio climático. Antes era una ecuación relativamente sencilla, uno ponía determinada cantidad de semillas y esperaba cosechar un volumen específico de producción. Hoy la variable del cambio climático, añade un componente de incertidumbre muy grande, entonces, esto está afectando las zonas más vulnerables de la región, los grupos más frágiles de nuestras sociedades. Si efectivamente queremos erradicar el hambre y la pobreza de manera sostenible, tenemos que trabajar con estos aspectos del cambio climático y tratar de hacer más con menos recursos.

Tengamos en cuenta que el cambio climático nos está afectando a todos en la región; uno observa por ejemplo en Sudamérica, la secuencia de sequías e inundaciones con una frecuencia que nos alarma. En Paraguay tienen un fenómeno extremo cada 8 meses, cuando años atrás era aproximadamente cada cuatro años. Uno encuentra que el fenómeno del Niño está impactando fuertemente en lo que se denomina el "corredor seco" centroamericano, con pérdidas de producción y fuentes de trabajo. Y en el Caribe, la zona más afectada, el aumento en el nivel de los océanos puede atentar contra la existencia misma de los países. Es el mayor desafío que estamos enfrentando como humanidad en este siglo. Tenemos que juntar nuestras voces para hacerlas sentir con más fuerza en aquellos lugares del planeta donde uno encuentra los principales determinantes del cambio climático.

¿La última generación de América Latina y el Caribe con hambre?

—¿No es utópico hablar de "erradicar el hambre" por completo?

—Yo estoy persuadido de que no es así. Creo que podemos ser la última generación de latinoamericanos y caribeños en convivir con el hambre. No es una tarea sencilla ni mucho menos, pero muchos países de América Latina y el Caribe han salido del mapa del hambre, a raíz del compromiso político y la aplicación de medidas, como pueden ser aquellas que atienden a los grupos vulnerables con asistencia directa, medidas de transferencias condicionadas o no condicionadas, alimentación escolar, programas materno infantil, etc. , y en paralelo, otras políticas que tienen que ver con atacar los determinantes de la vulnerabilidad de nuestras sociedades. Que tienen que ver con la generación de empleo, el acceso a los mercados, el acceso a los financiamientos, a la tierra, etc.

En la región nos deberíamos sentir orgullosos de tener un ejemplo a nivel mundial, como es el programa de seguridad alimentaria y nutricional de la Celac. Es la única región del planeta que tiene a escala regional un plan para erradicar esos flagelos. En muchos países hay programas para disminuir o mitigar los efectos del hambre y la pobreza. Hay 21 países que aplican programas de transferencias condicionadas o no condicionadas que impactan en los 120 millones de personas más pobres de la región.

Por tanto, la bonanza económica sin dudas que fue un fuerte impulso para mejorar nuestros indicadores, pero mucho tuvo que ver la toma de decisiones de la clase política.

PERFIL.

Raúl Benítez.

Obtuvo su título de economista de la Universidad Nacional de Córdoba, realizó estudios de post grado en la Universidad de Harvard, EE.UU., en la Universidad de Belgrano y es Doctorando en Economía de la Universidad Católica Argentina.

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Raúl Benítez.

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