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Los milénials sufren un gran desfalco en Estados Unidos

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Millennials. Foto: Flickr

Economía

La pérdida de dinamismo perjudica a los milénials y a la generación Z más joven, aunque con frecuencia les va bien a los “baby boomers” (los niños de la posguerra).

Para los estadounidenses que tienen menos de 40 años, el siglo XXI ha sido como una larga recesión.

Quizá parezca una exageración debido a que la economía ha estado creciendo durante casi una década. Pero la verdad es que los estadounidenses más jóvenes no se han visto muy beneficiados.

En primer lugar, veamos los ingresos. En 2017, la gente de entre 25 y 34 años estaba ganando un poco menos de lo que la gente de ese mismo grupo etario había estado ganando en el año 2000.Las tendencias del bienestar se ven todavía peor. Desde que comenzó el siglo, el patrimonio neto medio ha caído para todos los grupos de edad por debajo de los 55 años.

¿Por qué está sucediendo esto? La razón principal es una falta de dinamismo económico. No se han creado tantas empresas nuevas desde el año 2000 —por razones que los expertos no entienden totalmente— y las empresas existentes se han estado expandiendo a un ritmo menor. (También ha caído el ritmo de recortes del empleo, por lo que la tasa de desempleo ha permanecido baja). En vez de iniciar proyectos nuevos, las empresas se están quedando con grandes cantidades de efectivo o distribuyéndolo entre sus accionistas.

La pérdida de dinamismo perjudica a los milénials y a la generación Z más joven, aunque con frecuencia les va bien a los “baby boomers” (los niños de la posguerra). Debido a que la tasa de despido ha descendido desde el año 2000, los trabajadores más viejos han podido conservar sus empleos. Para los que están jubilados, su ingreso —una combinación de la seguridad social y los planes 401(k)— sigue quedando, en promedio, más arriba de la inflación.

Sin embargo, muchos trabajadores más jóvenes tienen problemas para iniciar sus actividades profesionales con un buen sueldo, por lo que no tienen el dinero para comprar su primera casa o empezar a invertir en la bolsa de valores. Desde luego, los trabajadores más viejos enfrentan sus propios retos, como la discriminación de la que son objeto debido a su edad. No obstante, en general, está creciendo la brecha generacional tanto en ingresos como en riqueza.

En vista de estas tendencias, pensaríamos que el gobierno está intentando ayudar a los jóvenes, pero no es así. Más bien al contrario, las políticas federales y estatales caminan hacia la dirección opuesta. El Medicare y la seguridad social se han salvado de los recortes, pero no ha sido así para los programas que benefician a los trabajadores y a las familias más jóvenes.
El mejor ejemplo es la educación superior.

Durante la década pasada, los estados han recortado el financiamiento a las universidades en un 16% en promedio por estudiante. Esto es una forma alarmante de miopía económica. Como respuesta, ha aumentado la colegiatura, y los estudiantes se han endeudado más. Lo peor es que muchos estudiantes asisten a universidades que tienen altas tasas de deserción y acaban por tener una deuda, pero no un título.

Además de lo mal que el gobierno está tratando a los jóvenes actualmente, el futuro parece todavía más ominoso. En primer lugar, la deuda nacional, aunque por el momento es manejable, sigue en ascenso. La principal razón es el costo de la atención médica: la mayoría de los estadounidenses recibe muchos más beneficios de Medicare de lo que pagaron en impuestos por el Medicare. También tiene que ver el recorte a los impuestos que hizo Trump. Esto está aumentando la deuda y quienes resultan más beneficiadas son las familias más viejas y acomodadas.

En segundo lugar, es probable que el calentamiento del planeta provoque daños espantosos y genere costos enormes.

Ahora bien, los estadounidenses jóvenes están a favor de medidas agresivas para desacelerar el cambio climático. Sin embargo, el Partido Republicano —el cual gana elecciones con el fuerte apoyo de los votantes más viejos— ha vetado todas esas medidas. Como resultado, los gases invernadero siguen diseminándose en la atmósfera, y es probable que la crisis climática sea mucho peor de lo que debería ser. Los estadounidenses jóvenes de hoy en día tendrán que sufrir las consecuencias y asumir los costos.

Días atrás, uno de esos estadounidenses jóvenes —alguien que se consideraría un milénial más viejo— anunció que se postularía para la presidencia: el alcalde de South Bend, Indiana, de 37 años, Pete Buttigieg. Un veterano de la Armada y ganador de la beca Rhodes que ha sido felicitado por Barack Obama, Buttigieg es una estrella naciente demócrata en la política. Pero desde luego que tiene pocas posibilidades de obtener la candidatura. Después de todo, es alcalde de una ciudad mediana.

No obstante, su candidatura es importante porque tiene la posibilidad de influir en toda la campaña. Buttigieg inició su contienda hablando sobre la “injusticia intergeneracional” y dejó en claro que se concentraría marcadamente en el futuro. Y ni una sola vez mencionó la palabra “Trump”.

A lo largo de nuestra conversación, le pregunté cómo esperaba congraciarse con los estadounidenses más viejos —cuyo índice de votación es, hay que reconocer, mucho más alto que el de los jóvenes— y me contó una historia fascinante. La primera vez que contendió por la alcaldía de South Bend en 2001, solo tenía dinero para realizar una encuesta. En ella, su equipo preguntó a los votantes cómo se sentirían de tener un alcalde tan joven. El grupo de votantes que con mayor probabilidad lo veía como una ventaja fue el de mayor edad.

“Muchas de las personas que reaccionan más positivamente a un mensaje moral acerca del futuro son las personas mayores”, comentó. “La historia de los estadounidenses se basa en asegurarse de que cada generación esté en una mejor posición económica que la anterior. No quiero que mi generación sea la primera que no tenga eso. Pero también creo que las generaciones más viejas no quieren ser las que lo provoquen”.

Existen algunos trueques inevitables entre los jóvenes y los viejos: el dinero que se gasta en Medicare ya no está disponible para la educación preescolar universal. Pero los problemas más grandes del país no son las multitudes de gente mayor codiciosa que obtiene ganancias a costa de los jóvenes, sino que tienen que ver con una economía que riega gran parte de su abundancia sobre quienes ya poseen riqueza, a costa de la mayoría de los estadounidenses… y de nuestro futuro. Los jóvenes pagan el precio más alto de estas injusticias.

Ese es un tema indispensable para la campaña de 2020, cualesquiera que sean los candidatos principales.

(*) David Leonhardt.

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