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Los mercados dan por cerrado el capítulo recesivo

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Joaquín García Huerga -  Director de Estrategia Global de Asset Management de BBVA. Foto: El País
Leonardo Maine

ENTREVISTA

Este año, el S&P puede subir hasta 10% y las bolsas europeas y el mercado japonés, acumulando los dividendos, hasta un 20%.

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El mundo seguirá disfrutando del estímulo fiscal que haga falta y lo mismo ocurrirá en lo monetario, con una política “ultra laxa” por parte de los bancos centrales, asegura Joaquín García Huerga, director de Estrategia Global de Asset Management del banco español BBVA. Define a 2020 como el año en que los mercados “lidiaron con la pandemia y la sortearon”. Asegura que en 2021 será un año de fuerte crecimiento económico, con subas superiores al potencial en todas las economías consideradas relevantes para el conjunto, tanto por la superación de la pandemia como las medidas de estímulo monetario y fiscal. A continuación, un resumen de la entrevista.

—La extensión en el tiempo de políticas de estímulo económico como el QE (quantitative easing) ha llevado a que muchos analistas se pregunten si detrás de estas medidas no está la teoría MMT (Modern Monetary Theory) que le resta importancia a los déficits públicos o el mayor endeudamiento. ¿Cuál es el sustento de esa lectura? ¿Hay un cambio de paradigma en la forma de verlo?

—Creo que nadie tiene certeza de cuáles son las consecuencias del MMT. Aunque tengo la impresión de que esta teoría, que no es tan nueva, ha surgido con fuerza en estos momentos debido a que algunos políticos tratan de remediar la situación actual, donde progresivamente los crecimientos potenciales de las economías van disminuyendo; tratan de estimular el crecimiento económico y al final, han encontrado, o teóricamente ellos creen haber hallado un camino a la solución, simplemente imprimiendo dinero. Es un tema muy controvertido, que desde nuestro punto de vista si se aplica a rajatabla puede ser peligroso ya que puede quebrar la confianza en el sistema. Ojo con esto, hay que tener mucho cuidado. Y no lo pienso solo yo de esa manera, sino que coincide con lo que piensan la mayoría de los economistas y los profesionales que trabajan en los mercados financieros.
Una cosa es estimular el crecimiento con una medida que tendrá un día final. Otra es perpetuar las políticas de QE (quantitative easing).

—¿Deberíamos ver este tipo de políticas como algo absolutamente circunstancial para atravesar estar coyuntura?

—Así es, pero de todas formas, no se está aplicando realmente al día de hoy una política de MMT. El tema es que como llevamos varios años con políticas de QE, parece que nos estuviéramos acercando un poco a esa teoría. Pero no es lo mismo; desde nuestro punto de vista —y es lo que nos dicen las autoridades monetarias— las políticas de QE tendrán un fin cuando se recupere el crecimiento económico y repunte la inflación en los países de la zona euro.

—¿Cuál es el horizonte para esa recuperación?

—Las políticas de estímulo monetario se estaban ya quitando; las autoridades tenían toda la intención de retirarlas. De hecho secuencialmente en el período 2018-2019, incluso a comienzos de 2020, si vemos la cantidad de dinero que compran los bancos centrales, eso va disminuyendo, claramente, y ese era el camino. Hasta marzo de este año ese era el camino, pero sobrevino la pandemia y de repente todo el escenario cíclico cambia, por tanto los bancos centrales de nuevo recurren a políticas de QE, incluso con más intensidad. Ahora comenzaremos la recuperación y tendremos dos o tres años de crecimiento y en ese proceso iremos viendo medidas tendientes a desmantelar los QE. Son programas excepcionales para momentos muy especiales.
¿Cuándo finalmente terminará este proceso? Aún no lo sabemos; tanto la reserva federal como el banco central europeo están siendo muy claros en la comunicación. Y para que no haya dudas y confusión en los mercados le están dando mucha visibilidad y van contando cómo y de qué manera se extienden esos programas monetarios. A mitad de año habrá una revisión y evaluación de los programas monetarios por parte del BCE. Seguirá hasta que el crecimiento y la inflación hayan repuntado. Hay unos cuantos trimestres por delante, sin dudas.

—Trimestres de tasas muy bajas, que en el caso de la de Europa seguirán en terreno negativo…

—En Europa las tasas están en el -0,5% y el banco central europeo ha dicho que así iban a seguir, efectivamente. Estimamos que el bono alemán a 10 años, en doce meses, estará en el mismo nivel que ahora, -0,5%. Y en el caso del bono de Estados Unidos a 10 años, lo ubicamos en 40-50 puntos básicos por encima del actual nivel, en doce meses.
Tenemos por delante un período de tasas bajas y monedas estables. Si la pandemia llega a ser controlada en 2021 —que aún es una interrogante— el escenario previsto es que todas las economías van a crecer…

—¿Cuánto incide en el futuro próximo el manejo de una deuda pesada, de déficit fiscales altos, que están detrás de las decisiones de política monetaria de los países fiscales?

—Los déficits fiscales, por lo menos en el corto plazo, contribuyen al crecimiento. La gasolina fiscal que se volcó en las economías, justificadamente, habrá que irla cerrando en 2021. Y la deuda pública que se está acumulando, será un problema a afrontar más en el largo plazo. Al día de hoy el mercado no está preocupado por esos niveles de deuda. Más adelante, deberá contarse con crecimiento económico y, adicionalmente, niveles de inflación más altos que los actuales.

—El problema de inflación muy baja es particularmente preocupante en Europa, tanto como que no han podido superarlo en años…

—Claro que hay relación entre crecimiento económico y el comportamiento de la inflación, pero quizá el gran driver de la inflación históricamente han sido las subidas salariales. La inflación al día de hoy es un fenómeno —no solo en Europa— que está costando entender. En general la globalización de estos últimos años ha tendido a presionar la inflación a la baja. Nuestras previsiones apuntan a que el repunte en la inflación en la Eurozona va a ser lento, y el modelo que tenemos a dos años vista, nos está marcando tan solo un 1% de inflación.

—¿La recuperación de Europa vendrá rezagada?

—No me atrevería a tildar como lenta la recuperación en Europa. Una cosa es que Europa haya tenido un año 2020 duro, peor, en términos económicos que Estados Unidos y desde luego que China, pero de hecho nuestra previsión en la eurozona para el 2021 es de un crecimiento del 5%, cuando en Estados Unidos tenemos un 3,8%. Además, el proyecto en la eurozona se está viendo reforzado políticamente y de hecho va a haber emisiones de deuda conjunta de países europeos. El euro no está en entredicho; es decir, todo ese ruido de hace años también nos lo hemos quitado de encima de la mesa.

—¿Qué encierra esa emisión conjunta?

—Se busca, en primera instancia acceder a mejores tipos de interés y en segundo lugar, dar un voto de confianza al proyecto del euro y de la eurozona…

—Un proyecto que necesita particularmente de buenas señales en la coyuntura actual, Brexit incluido…

—Al cierre de esta larga historia del Brexit, lo que tenemos es que las previsiones económicas ya poco van a cambiar, está muy internalizado y asumido lo que pueda suceder. La atención de los mercados descansa hoy en el control de la pandemia. Si bien el Brexit es relevante, a esta altura es un tema con menor capacidad de mover las estimaciones económicas de lo que tiene la pandemia.

—En su reciente presentación ante clientes de BBVA en Uruguay (conferencia virtual, 10/12/2020) alentó una rápida recuperación de los mercados en este 2021…

—Debemos decir que las bolas están caras, y especialmente la de EE.UU. Pero el comportamiento de las bolsas está influido por la valoración especialmente en el largo plazo. En el corto plazo atienden a otros condicionantes, como los beneficios empresariales. El consenso sobre beneficios es muy gratificante. La dinámica de recuperación de estos últimos meses será seguida de datos muy positivos para 2021 y 2022. El S&P 500 puede subir en el entorno del 8-10% y las bolsas europeas, acumulando los dividendos puede llegar a un 20%.

—En ese contexto de confianza de los inversores, ¿qué lugar ocupa la deuda de los emergentes?

—Desde hace ya unos años uno de los activos que más nos gusta, sobre todo en términos de rentabilidad esperada y riesgo asumido, que es el binomio que siempre hay que mirar, es la renta fija soberana de los países emergentes y por qué no, en moneda local tanto como en dólares. De hecho, ese tipo de inversión ha dado mucho dinero en estos años. Se pagan generalmente altos cupones en países donde, de forma estructural, han ido cambiando la forma de ser administrados. El mundo emergente ya no tiene esas crisis devastadoras de otras épocas, entonces es un activo que nos gusta como complemento de carteras diversificadas y globales.

—La citada presentación sobre el año 2021 hace referencia a condiciones de “daño estructural” en la economía global. ¿Qué encierra, específicamente?

—De acuerdo con ese esquema que presentamos en Montevideo, con daño estructural nos referimos al período post-covid y a aquellos sectores económicos que desgraciadamente se están llevando lo peor de esta crisis. Específicamente, sectores como el turismo y la hotelería donde el daño indudablemente es estructural y global, donde va a ser necesario inyectar más dinero para mantenerlos o reconvertirlos.
El futuro pos pandemia estará caracterizado por la polarización política, proteccionismo, daños estructurales en esos sectores de la economía a los que nos referíamos, mayores estímulos fiscales y la sostenibilidad como un tema donde se abrirán oportunidades.

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