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Mentiras e incoherencias

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Casa Blanca. Foto: Reuters.
Miembros del Servicio Secreto vistos frente la Casa Blanca en Washington. Imagen de archivo, 20 enero, 2015. El Servicio Secreto estadounidense recuperó un "dispositivo" de los terrenos de la Casa Blanca, que según reportes era un pequeño avión no tripulado, pero el incidente no representaba un peligro inmediato, dijo el Gobierno. REUTERS/Jonathan Ernst
JONATHAN ERNST/REUTERS

PAUL KRUGMAN

Una cosa con la que pueden contar en la política estadounidense del siglo XXI es que los republicanos mentirán tratándose de los impuestos. Lo hicieron con George W. Bush, con Barack Obama y lo siguen haciendo con Donald Trump.

Casa Blanca. Foto: Reuters.
Foto: Reuters

Sin embargo, en esta ocasión es diferente. No solo es que las mentiras se han vuelto todavía más descaradas. Ahora hay una combinación de incoherencias y enojo que no habíamos visto antes. Estos días parece que ni siquiera se pueden poner de acuerdo en contar su historia y literalmente comienzan a gritar obscenidades cuando alguien trata de señalarles los hechos.

Las mentiras del Partido Republicano respecto de los impuestos abarcan dos cosas: quién sale ganando y quién sale perdiendo con los cambios fiscales y cómo afectarán el presupuesto.

Por ello, cuando Bush recortó impuestos en 2001 y 2003, su partido y él insistieron en repetidas ocasiones en que los recortes fiscales beneficiarían principalmente a la clase media. De hecho, aunque había algunas exenciones fiscales para la clase media en el paquete, como un aumento en el crédito tributario por tener hijos, dichas exenciones se vieron minimizadas por los recortes en los tipos impositivos de los ingresos elevados, así como la reducción de impuestos sobre los dividendos y la revocación del impuesto de sucesiones. En general, el 1% más rico vio un mucho mayor aumento en sus ingresos después de impuestos que las familias de la clase media.

Al mismo tiempo, el gobierno de Bush usó una serie de trucos para esconder el verdadero costo fiscal de su plan, tales como retrasar la implementación de algunos recortes fiscales mientras decía que otros expirarían, cuando la intención real era que fueran permanentes.

Cuando Obama asumió la presidencia, estos trucos sencillamente se invirtieron. Los republicanos insistieron en que Obama había impuesto un "aumento de impuestos descomunal" a la clase media; de hecho, en su mayoría había hecho lo contrario. Mientras tanto, insistían en que el aumento en el déficit presupuestal ocasionado por la crisis financiera de 2008 era permanente y ridiculizaron las afirmaciones del gobierno de que los déficit caerían repentinamente una vez que los gastos durante la crisis acabaran y los comprobantes fiscales se recuperaran; de hecho, eso fue justamente lo que ocurrió.

¿Cuál es la diferencia en esta ocasión? Como sucedió en la era Bush, los republicanos afirman ofrecer un recorte fiscal a la clase media. Pero ahí donde Bush realmente estaba recortando impuestos a la clase media, solo que mucho menos de lo que los recortaba a los ricos, los planes republicanos actuales elevarían dichos impuestos a muchas familias de mediano y bajo ingreso, incluso mientras los disminuyen a los ricos (Steven Mnuchin, el secretario del Tesoro, afirma que solo "los que ganen un millón de dólares" verán un aumento en los impuestos. Lo cual no condice con la verdad).

¿Cómo pueden republicanos como Paul Ryan, el vocero de la Cámara de Representantes, hacer como que están ayudando a la clase media? Depende básicamente de un nuevo tipo de truco presupuestal: tanto el proyecto de ley para recortar impuestos de dicha cámara como el del Senado contienen algunas exenciones tributarias para la clase media, pero solo durante los primeros años. Después expiran. Tomemos uno de los ejemplos favoritos de Ryan, una familia con dos hijos que gana U$S 59.000 al año. Esa familia sí obtendría una exención fiscal el año que viene, pero rápidamente se reduciría y se convertiría en un aumento de impuestos para 2024.

La respuesta de los republicanos es afirmar que estas exenciones fiscales en realidad no expiran, que el congreso acabaría por renovarlas. Eso es muy dudoso, e incluso de ser así, quiere decir que los planes fiscales añadirían mucho más a la deuda nacional de lo que el Partido Republicano admite. Esto me lleva al asunto del déficit presupuestal.

No hace mucho, los republicanos más importantes dijeron estar muy preocupados por el enorme déficit presupuestal.

Pero Mnuchin sigue afirmando que los recortes fiscales se pagarán solos, llegando incluso a afirmar (falsamente) que el Tesoro ha dado a conocer un estudio demostrando esto. Mick Mulvaney, el director del presupuesto, reconoció alegremente que estaban usando trucos para aprobar un proyecto de ley que recorta impuestos permanentemente a las empresas, pero no había de qué preocuparse. Todo funciona, al parecer.

Así que estamos ante un nivel sin precedentes de deshonestidad. Pero, ¿qué ocurre cuando alguien trata de explicar lo que está pasando? Cuando el senador Sherrod Brown trató de señalar que el proyecto de ley del Partido Republicano en el Senado favorece en gran medida a los ricos, el senador Orrin Hatch explotó, diciendo que eran "tonterías" y afirmando que él creció pobre. Lo siento, pero ese no es el enojo justo de un hombre al que se acusa indebidamente de obrar mal. Es la ira que siempre muestran los estafadores cuando se descubre su estafa.

¿Y de qué se trata la estafa? La sola incoherencia de los argumentos a los que aluden los republicanos para sus planes muestra que no se trata de ayudar a la economía, ni qué decir de las familias comunes y corrientes. En realidad, se trata de hacer a los ricos más ricos a costa de todos los demás. Si estas son las "tonterías", vamos a sacarles el mayor provecho.

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