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La mayor crisis de la historia

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La economía brasileña vive la crisis económica más seria de su historia. Desde su inicio, en el segundo trimestre de 2014, El PIB ya acumula una caída de casi 8%.

La tasa de desempleo aumento más de 5 puntos porcentuales, representando un 11,6% de la fuerza de trabajo: existen hoy cerca de 12 millones de desempleados en el país.

¿Final de recesión?

La semana pasada, el IBGE divulgo los datos relativos al PIB del segundo trimestre: la caída de 0,6% ante el trimestre anterior fue un poco mayor que la del primer trimestre (-0,4%), indicando que la recesión todavía es profunda. Por el lado de la demanda, se destaca la baja del consumo de las familias, de -0,7%. Por el lado de la oferta, el sector servicios, que responde por el 72% del valor agregado de la economía y el 68% de la ocupación, cayó 0,8%.

A pesar de estos dados todavía bastante negativos, el PIB del segundo trimestre trajo también algunas informaciones positivas. La inversión en capital fijo presentó una variación positiva (0,4%), después de diez trimestres de caída. Entre los sectores, se destaca el crecimiento de la industria, con una variación de 0,3%, también la primera variación positiva después de ocho trimestres consecutivos de caída.

Finalmente, se destaca el fuerte aumento de la confianza de los empresarios y consumidores a partir del final de 2015 e inicio de 2016. Esa reversión todavía no fue suficientemente fuerte como para elevar los indicadores a niveles que representen una percepción optimista frente al cuadro actual o las perspectivas futuras, pero revelan una fuerte recuperación frente al pesimismo exacerbado que prevaleció desde el final de 2013.

¿Cuáles son las perspectivas de corto plazo? Es probable que el tercer trimestre todavía presente una caída en el margen, reflejando la debilidad de la demanda y los ajustes en curso del mercado de trabajo y de crédito.

De todos modos, hay indicadores en los que la trayectoria de caída puede interrumpirse en el último trimestre del año, a partir de cuando se iniciaría un proceso de recuperación con tasas de crecimiento positivas. Las proyecciones de mercado apuntan a un crecimiento de 1,3% en 2017. La recuperación deberá ocurrir en un contexto de política de ajuste fiscal que se espera rigurosa. Lo que se espera es que la reducción del déficit primario en un primer momento sea neutra: su impacto negativo sería contrabalanceado por el efecto positivo —de cierta forma, ya presente en los indicadores de confianza— sobre las expectativas.

Las reformas.

La posibilidad de que Brasil vuelva a crecer a tasas más elevadas depende críticamente del encaminamiento de reformas de carácter estructural. Entre ellas, aquellas que involucran el ajuste permanente en las cuentas públicas, adquieren carácter prioritario. Además, son también fundamentales las reformas que permitan una aceleración de la tasa de crecimiento de la productividad de la economía: la reforma del marco regulatorio en los sectores de infraestructura, buscando atraer inversiones privadas al sector; el sistema tributario, excesivamente complejo y distorsivo, la reforma laboral, de modo de aumentar la flexibilidad del mercado de trabajo y la inversión en capital humano por parte de las empresas; y, por fin, la apertura comercial,

El carácter dramático del marco actual no permite vacilaciones en la aplicación de estas reformas, bajo el riesgo de que la economía brasileña permanezca estancados ante la mayor expansión de estos desequilibrios.

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Paulo Levy. Foto: Darwin Borrelli

PAULO LEVY

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