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Las condiciones externas marcan el ritmo a Uruguay

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Foto: Pixabay

TEMA DE ANALISIS

No todo es bueno, pero el viento está a favor y se puede aprovechar para lograr reimpulso económico.

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Hay viento a favor; el cielo no está despejado del todo y el mundo se acostumbró a la falta de certezas, lo que condiciona a la economía no solo por buen o mal contexto, sino por focos de incertidumbre. Pero el viento es favorable y Uruguay puede aprovechar eso para impulsar su economía.
El Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres) realiza un seguimiento de la economía de América a través de una batería de decenas de indicadores macroeconómicos, lo que se combina con el análisis del monitoreo permanente de variables de la economía mundial y, en especial, de aquellos indicadores que registran las principales influencias sobre Uruguay. Ese estudio, que se actualiza a diario, permite confirmar que se han constituido condiciones favorables para el crecimiento de la producción local. Eso no significa que esté todo bien para el país.

¿Qué está pasando en el mundo? La recuperación económica se está volviendo más robusta a nivel global, aunque no homogénea, lo que depende del avance de la vacunación contra la Covid-19.
Una buena noticia para Uruguay es la recuperación económica de China y Estados Unidos, que genera un aumento en la demanda mundial de alimentos que Uruguay exporta y que ha hecho que los precios suban (Figura 1).

Pero no son todas buenas noticias: la recuperación de la actividad lleva también a un aumento en la demanda de petróleo, y la suba de su precio afecta negativamente a nuestro país, que importa el producto (Figura 2).
El rápido proceso de vacunación en EE.UU. y el paquete de estímulo fiscal de US$ 1.9 billones a comienzos de año, impulsó la actividad de esa potencia. A eso se suma la política monetaria expansiva, con tasas bajas que incentivan el consumo por sobre el ahorro. Esto abarata el costo de financiamiento de Uruguay y lo vuelve atractivo para inversores que busquen mayores retornos.

Pero imprimir no es gratis. La inflación y el aumento de emisión de los bancos centrales (para aumentar la actividad) impacta con aumento fuerte de los precios. Hoy la inflación de Estados Unidos es 5,4%, en la Euro Zona 2,2%, en Reino Unido 2,5% y en Canadá 3,1%.

Hay preocupación por la inflación y la Reserva Federal (FED) comenzó a tomar acciones; aunque las tasas se mantienen en niveles históricamente bajos, en los últimos meses la tasa a 10 años de los Bonos americanos abandonó valores mínimos (Figura 3).

En caso que la inflación persista, la FED continuará adoptando esta política de fortalecimiento del dólar.

¿Y en qué está la zona de cercanías?

La región, al igual que el mundo, se recupera de manera dispar, y las falencias prepandemia enlentecen el ritmo (Figura 4).

La actividad económica en Brasil se recupera rápido. El boom del sector agroexportador, la suba en la inversión y la reducción de las restricciones sanitarias llevó a que alcanzara niveles prepandemia, e hizo crecer las proyecciones de crecimiento (5,1% para 2021 y 2,2% para 2022).
Sin embargo, el desempleo está en máximos históricos (14,7%), y la tasa de empleo se ubica debajo de 50%. Los "trabajadores desalentados" (los que dejaron de buscar empleo) son cada vez más y la inflación no cede: llegó a 9%.

El poder adquisitivo de los hogares cae, y el aumento de la pobreza se hace notar. Las cuentas públicas también necesitan impulso: el déficit fiscal está cercano al 10% del PIB, y la deuda pública supera el 80% del producto.
El gobierno planea un plan de infraestructura sin precedentes. A raíz de inversión privada, se subastaron con éxito importantes obras, y se busca llegar a US$ 50 mil millones, el equivalente a más de 30 años del presupuesto público para infraestructura. Mediante concesión de carreteras, puertos, aeropuertos y ferrocarriles, el gobierno busca acelerar la economía.
Y para combatir la escalada inflacionaria y la apreciación del dólar, el Banco Central de Brasil ha aumentado progresivamente su tasa de interés (de 2% en marzo a 5,25%).

Las perspectivas siguen siendo negativas para Argentina. Para 2021, se proyecta un crecimiento de 6,8%, que está lejos de acercarse al nivel prepandemia, porque la economía se contrajo casi 10% en 2020. En ese sentido, la actividad económica estaría, a fin de año, 4,2% debajo de una década atrás, diciembre de 2011. Eso habla de una “década perdida”.

La depreciación del peso argentino ha sido muy significativa en los últimos años, y trajo aparejados altos niveles de inflación. La cotización del dólar blue supera los 180 pesos, y la inflación está por encima de 50%. Las perspectivas devaluatorias post elecciones legislativas de noviembre justifican parcialmente la tendencia alcista del tipo de cambio. Por ello, se volvió a fortalecer en los últimos días el cepo cambiario.

El mercado de trabajo argentino está muy deteriorado. La tasa de empleo es apenas 41,6% (55,4% en Uruguay). La tasa de desempleo no es alarmante (10,2%) pero sí la baja participación en el mercado laboral.

En lo fiscal, si bien en el año se logró moderar el déficit (de 8,5% en 2020 a
4,8% del PBI en junio), las perspectivas no son buenas. La deuda pública se mantiene cercana al 100% del PBI.

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¿En qué está el Uruguay?

La recuperación de la economía argentina es clave para Uruguay, dado que se acerca una temporada turística con menores restricciones.

Lo que pasa en el mundo repercute directamente en Uruguay, y para dimensionarlo, Ceres elaboró un Índice de Condiciones Externas, que contempla la evolución de la coyuntura económica global y regional, desde 1985 a la fecha (Figura 5). Ese ICE toma las principales variables que inciden en el desarrollo económico del país: tasa de interés de largo plazo de Estados Unidos, índice mundial de precio de alimentos, precio del petróleo Brent, PIB trimestral de Argentina y de Brasil, y tienen ponderación según la incidencia que cada una tiene sobre el producto de Uruguay.

Excluyendo momentos puntuales causados por la pandemia, Uruguay padeció el contexto externo más desfavorable en 2002-2003, durante el gobierno de Batlle, y el más favorable en 2010, en el gobierno de Mujica, al igual que la actividad.

Los precios de los bienes que Uruguay exporta aumentaron significativamente, y las condiciones de financiamiento se abarataron, lo que vuelve a Uruguay atractivo en términos de inversión extranjera. La demanda brasileña está firme, pero la magra evolución económica de Argentina, afecta negativamente a Uruguay, así como la escalada en el precio del crudo.

No todo es bueno, pero el viento está a favor y Uruguay puede aprovecharlo para lograr reimpulso económico.

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