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El lado oscuro de la nueva economía para las sociedades

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Ricardo Pascale. Foto: Fernando Ponzetto
Nota a Ricardo Pascale, economista, profesor y escultor uruguayo, por su exposicion Viento en el Museo Gurvich de Montevideo, ND 20170731, foto Fernando Ponzetto - Archivo El Pais
Fernando Ponzetto/Archivo El Pais

Sociedades como la uruguaya, a raíz del fuerte impacto que impone la aceleración industrial disruptiva, deben definir nuevos contratos sociales, para no pagar los costos de los cambios.

En opinión del Cr. Ricardo Pascale, los desafíos son enormes y tienen su lado "oscuro". Entre otras cosas, destacó las perspectivas laborales ante tantos cambios que prescinden del ser humano o requieren habilidades especiales, unido al envejecimiento laboral precoz, que no son ajenos a estos fenómenos. A continuación, un resumen de la entrevista.

—El modelo de desarrollo impulsado a nivel global durante las últimas décadas, ¿se agotó?

—En las sociedades se producen, de tiempo en tiempo, revoluciones tecnológicas que cambian sus paradigmas de desarrollo. En el siglo XX, hubo dos. La que se inicia en 1908, año en que Henry Ford lanza su modelo T de automóvil. Una revolución de producción en masa. Lo importante era producir una unidad más. No importaba innovar. Del capital humano (KH) no se esperaba que fuera una fuente de creatividad, de innovación de nuevos servicios, productos, procesos, formas de comercialización, modalidades de organización.

La segunda, se inicia en 1971, cuando Intel, lanza su microprocesador, que impulsaría a las sociedades hacia una revolución tecnológica, basada en las TIC, que experimentan un cambio dramático, impulsando el conocimiento, con él la innovación, la productividad y la competitividad.

Lo importante es crear valor a partir de algo único y que permita a las sociedades incrementar los niveles de vida de su gente. En esta revolución, el KH juega un rol central. Se busca agregar conocimiento, innovar y por tanto generar valor. Es una economía basada en el conocimiento (EBC). Hoy día hay nuevas aristas y con ellas nuevos desafíos, como la robótica, la nanotecnología, la inteligencia artificial, con repercusiones importantes en los mercados laborales.

—Resultan evidentes los riesgos de no asumir los cambios a tiempo...

—El Banco Mundial ha desarrollado el índice KEI. Mide el grado de un país como EBC. En estudios econométricos de la asociación entre el grado de profundidad de EBC de cada país y de su PIB per cápita en PPP (purchasing power parity, o paridad de poder de compra), encontró una asociación positiva y exponencial entre ellas. El conocimiento, pasó a ser el factor clave para el desarrollo de los países. Diversos estudios muestran que no hay país desarrollado, que no haya ingresado en la EBC.

Es decisivo pues, tener claro en qué modelo está ubicado cada país. Los problemas de no ingresar a una EBC con fuerza y masivamente, es ir distanciando el bienestar de los habitantes de ese país, de los que sí lo hicieron.

—Otra característica son los cambios en el crecimiento global. ¿Cómo debemos interpretarlos?

—Los países se solían agrupar en función de algunos elementos y potencialidades comunes. Así se acuñó el término BRIC (Brasil-Rusia-India-China). Ahora, las referencias más habituales son a Icasa (India-China-África-Sudeste de Asia). África superará en el 2040 en población a China e India juntos y tiene enormes potenciales de desarrollar recursos domésticos, de impulso a la infraestructura, más allá de un conjunto de dificultades que conocemos.

Avances tecnológicos cambian partes importantes de la ecuación en cuanto a los recursos limitados, ya sea por la reducción en el consumo, como por cambios en la producción o por combinación de tecnologías. Esta restricción de recursos, nos pone de frente a nuevas ideas, a procesos menos intensos en recursos y a un crecimiento de la economía circular.

—¿Esa nueva realidad modificará el orden mundial?

—El orden mundial experimenta cambios fuertes. Los flujos de comercio y financieros, por ejemplo, vienen cayendo desde 2011, en tanto que los flujos de datos crecen exponencialmente.

La globalización presenta cambios. Progresa, pero hay fuerzas anti globalización como el Brexit, políticas de la administración Trump, (TPP, Nafta). Asimismo hay cambios en la forma de la globalización. Junto a estas dinámicas hay una tendencia a la localización y reconocimiento de pronunciadas diferencias de gustos locales (cadenas fast food, Estée Lauder y su línea Osiao, Hyundai y sus modelos, ambos para China son ejemplos). Las complejidades de la globalización son evidentes. La importancia de competir con precisión local a escala internacional continúa en crecimiento.

—Usted habla del "lado oscuro" de estos cambios que se instalan en las nuevas sociedades. ¿Qué consecuencias traerá para el mercado laboral?

—Sí, tiene su lado oscuro y en varios campos. La distribución del ingreso, es uno. Piketty se refirió a este punto a través de su conocida, r > g, donde r es la tasa de ganancias de las empresas y g es la tasa de crecimiento del producto. La clase media, en promedio mundial, acusa dificultades. La llamada "digital divide" (desigualdad económica y social con respecto al acceso, uso o impacto de las tecnologías de la información y la comunicación) no se reduce, y tampoco es ajena a este fenómeno. Muchos analistas atribuyen el triunfo de Donald Trump, a acentuar su apoyo a esa clase media que permaneció fuera de la nueva revolución. Debe pensarse también que el 50% de los jóvenes están desempleados en muchos países desarrollados.

Los seres humanos tenemos dos velocidades, decía Ortega y Gasset; una, la del tempo que vive el ser y la otra, arcaica, es su conformación física y psíquica (en 40 años cambiaron radicalmente las formas de comunicarse los seres, de comerciar, de producir, convivir y el ser humano constitutivamente es el mismo). Esas dos velocidades son muy disimiles, y las disonancias traen desordenes en la salud. El nivel de personas con depresión es muy importante —según la OMS va en crecimiento—; el estrés crónico es similar, el burn out. Las perspectivas laborales ante tantos cambios que prescinden del ser humano o requieren habilidades especiales, unido al envejecimiento laboral precoz, no son ajenos a estos fenómenos.

—¿Qué hacer como sociedades, entonces?

—No son costos que inevitablemente tengan que pagar las sociedades, pero estimo que se debe estar muy atento a estos temas e imaginar e implementar soluciones. En definitiva, se hace necesario un nuevo contrato social.

—Cuando refiere a un "nuevo contrato social": teniendo en cuenta que los actuales modelos económicos y sociales están bajo la presión de intensos cambios, ¿es necesario un nuevo orden?

— El uruguayo, en promedio, según estudios, tiene aversión al riesgo. Sin embargo, es un pueblo de una gran civilidad. Para estos cambios, se debe hacer esfuerzos de difusión y no de imposición. El uruguayo cuando entiende el problema, su incertidumbre se reduce y con ella crece su confianza y actúa. Es evidente, que la educación de estudiantes y padres en este sentido juega un rol decisivo.

—¿Cómo deben responder las élites políticas o tomadores de decisiones en el país?

—Uruguay tiene todas las posibilidades de una gran transformación para participar con éxito en el complejo mundo que vivimos. Se requiere, en todo caso, de consensos que definan rumbos. No solo consensos en el área política, sino en todos y entre todos los grupos interesados en los problemas a abordar. Esos consensos requieren de un grado alto de confianza sistémica. Mi experiencia vivida en la vida pública, es la causa de mi optimismo, en que continuemos empinando nuestra curva para lograr una convergencia con los países que ya ingresaron en la llamada EBC.

Cadenas de valor no lineales son las ganadoras en la era digital.

—¿Hacia dónde va la aceleración industrial disruptiva que usted menciona?

—Es disruptiva, y desbalanceada por sectores. Grandes crecimientos en ciencias biológicas para diagnósticos más precisos, algoritmos para predecir enfermedades, sensores ingeribles, etc. En la industria automotriz para soluciones móviles. En otros sectores, como los commodities, en cambio, el crecimiento es más limitado. El balance de poder —compradores y vendedores—, también cambia, pasa de B2C (Business-to-Consumer) a C2B (Consumer-to-Business) y los límites de las industrias son más imprecisos. La alineación de posición digital de los agentes económicos y cómo conformen su estrategia de negocios serán factores claves para distinguir perdedores y ganadores. La revolución digital tiene en este sentido un lado oscuro: al reducir los costos de fricción, se presionan los resultados. Y un lado soleado: la posibilidad de crear nuevas cadenas de valor, que dejan de ser lineales, para pasar a ser en plataforma (Google, Amazon, Facebook) y otras asimiladas tipo "any to any",como Airbnb y Uber.

Ricardo Pascale.

Contador Público por la UdelaR, Diploma de Estudios Posdoctorales en Finanzas. en la Universidad California- Los Ángeles. Doctor en Sociedad de la Información y del Conocimiento (UOC- Cataluña). Ex Presidente del BCU. Artista plástico..

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