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Invertir en la salud de la madre

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Opinión

El entorno del niño al nacer tiene un impacto enorme en sus resultados educativos y laborales futuros. Parte de ese entorno clave es la salud de la madre.

¿Cómo se relaciona el capital humano de la familia con la salud y la educación del hijo? Janet Currie (Columbia University) publica la investigación Healthy, Ealthy, and Wise: Socioeconomic Status, Poor Health in Childhood, and Human Capital Development en el Journal of Economics Literature, centrándose en la relación salud de la madre —salud del hijo— resultados académicos y laborales futuros del hijo.

La carga genética.

Currie señala que hay una tendencia en los investigadores de temas sociales a asumir que las diferencias que se manifiestan en el momento del nacimiento serían puramente genéticas. Sin embargo, una buena cantidad de evidencia epidemiológica sugiere que esta visión es equivocada.

Los genes pueden predisponer a una persona hacia una condición, pero generalmente es su medioambiente el que gatilla y activa la expresión de los genes. Por ejemplo, los genes que están asociados a una patología en unas circunstancias, pueden tener una función protectora en otros contextos.

En otras palabras, los niños que viven en malas condiciones socioeconómicas pueden tener un capital humano pobre al nacer por las circunstancias que están alrededor de ese nacimiento, no porque los padres tengan un capital genético más pobre.

Salud del niño.

¿Qué muestra la evidencia internacional? Las diferencias entre la salud de los niños que viven en contexto de riqueza respecto a los niños que viven debajo de la línea de pobreza están presentes ya al nacer. Por ejemplo, los niños de contextos socioeconómicos pobres presentan, en promedio, menor peso al nacer.

Otro ejemplo: el asma tiene el liderazgo de las enfermedades crónicas entre los niños, y es una de las primeras causas de hospitalización, uso de la emergencia y de inasistencia escolar. Currie señala que en Estados Unidos, mientras que el 13% de los niños que no están bajo la línea de pobreza tienen asma (diagnosticado por un médico), en el caso de los niños pobres el asma tiene una incidencia del 16%. Si el asma está bien vigilada posiblemente no tenga consecuencias para el desarrollo del capital humano del niño, pero los niños que viven en contexto de pobreza tienen una probabilidad menor de ser diagnosticados y seguidos apropiadamente.

Los problemas crónicos de salud mental (por ejemplo, el déficit atencional) es mayor en los niños que proceden de contextos pobres.

Los problemas de audición, visión y habla, también son una categoría importante de enfermedades crónicas y están más presentes en los niños que viven debajo de la línea de pobreza. Estos niños tienen menor probabilidad de recibir atención médica y por tanto tienen menor chance de recibir un apropiado diagnóstico y cuidado, en comparación a los niños no-pobres.

En definitiva, la mala salud de niño muy probablemente afectará su salud futura, que terminará afectando sus resultados académicos, su participación en el mercado laboral y su productividad.

La inversión que se hace en la salud del niño mientras está en el útero de la madre y mientras lo están cuidando, tiene un impacto tremendo a mediano y largo plazo. Cuidar a quien es madre es una inversión muy efectiva.

¿Qué más podemos hacer como sociedad en este sentido? ¿Cómo facilita la política pública la inversión en salud de la madre que está gestando o en etapa de crianza? ¿No se pueden remover los obstáculos a los servicios de salud que enfrenta la madre en la etapa de gestación y crianza? Richard Thaler, premio Nobel de Economía 2017, es el padre de la Nudge Theory. Thaler muestra evidencia de la gran efectividad que tiene darle pequeños empujoncitos (nudges) a las personas, mediante sutiles intervenciones públicas, para que tomen acciones que recaerán finalmente en su propio beneficio.

Un ejemplo de esto son los mensajes de texto: hay abundante evidencia internacional que demuestra que simplemente con enviar periódicamente SMS o WhatsApp, para hacer recordatorios o animar a algunas personas, son altamente efectivos —y muy baratos— para cambiar las conductas.

¿Qué podemos instrumentar para que la madre que está gestando vaya a todos los controles periódicos médicos? ¿Qué "empujoncito" podemos diseñar para que la madre realmente lleve a su hijo a los controles en los primeros meses de vida? ¿Qué obstáculos podemos remover? En definitiva, ¡cuánto depende de que los diseñadores de política cuiden, pongan atención en las pequeñas cosas, en trabajar bien hasta en los últimos detalles!

(*) Alejandro Cid es Decano de la Facultad de ciencias Empresariales y Economía de la universidad de Montevideo.

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Alejandro Cid

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