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Inversión en salud

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La anemia a edades tempranas puede provocar luego diversos trastornos. Foto: shutterstock

Se ha encendido una luz de "peligro". Las estadísticas sugieren que estamos invirtiendo mal en la salud de los más chicos.

El Mides dio a conocer que casi el 50% de las personas que se dedican al cuidado remunerado de niños lo hace informalmente. Para tener un punto de comparación, si observamos todas los trabajadores de Uruguay, el 25% no realiza aportes a la seguridad social (es un "trabajador informal"): la informalidad se duplica para el caso de los ocupados en cuidar niños.

¿Cuál es el costo de un servicio de cuidado de poca calidad? James J. Heckman —premio Nobel en Economía—, en su investigación "The economics, technology, and neuroscience of human capability formation", resume los descubrimientos científicos en los que hoy ya hay consenso. Primero, la habilidad cognitiva importa: la capacidad de razonar y de aprender está fuertemente asociada a mejores salarios y educación, y menor tasa de delitos.

Segundo, las habilidades no cognitivas son múltiples: perseverancia, motivación, autoestima, autocontrol... y tienen también un efecto directo en variables sociodemográficas claves.

Tercero, la distinción entre lo que viene por nacimiento (los genes) y lo que viene por el medio ambiente donde crece la persona es una distinción obsoleta. Los comportamientos y habilidades están determinados por la interacción entre genes y medioambiental de la familia (el estilo de los padres, el stress del hogar que experimenta el niño en el útero, etc.).

Cuarto, las enormes diferencias en habilidades (y salud) entre los individuos empiezan a tempranísimas edades, tanto para las habilidades cognitivas como no cognitivas.

Quinto, existe una evidencia contundente de que hay etapas de la vida de las personas que son claves. Si la gramática no se aprende cuando se es un niño, es muy difícil aprenderla siendo más grande. Si un segundo idioma se adquiere antes de los 12 años, se logra hablar sin acento. Un niño que nace con una catarata se quedará ciego si no se corrige antes del año de vida. ¿Se puede llegar a cambiar las habilidades de un adolescente? La evidencia muestra que sí —la corteza prefrontal sigue siendo maleable antes de los 20 años— pero es más difícil y costoso.

Sexto, la evidencia muestra elevados retornos a las inversiones en niños chicos —incluso aún no nacidos— que están en desventaja socioeconómica (han sido muy efectivas en el desarrollo futuro del niño, algunas políticas como ayudar a que no nazcan con bajo peso o reducir la exposición a alcohol y nicotina de niños que aún están en el útero).

Séptimo, si las inversiones que se han hecho en los niños no se refuerzan con nuevas inversiones cuando son más grandes, se puede llegar a perder todo el efecto conseguido.

Octavo, el impacto de la eventual restricción económica que enfrentan los padres sobre las habilidades de los hijos depende de la edad. Por ejemplo, facilitar recursos a padres con hijos chicos (lugares donde puedan alimentarse bien, garantizar buen acceso a la salud.) suele tener un gran impacto positivo. En cambio, con hijos más grandes en situación de vulnerabilidad, el impacto de ofrecer la misma cantidad de recursos (acceder a educación superior.) suele ser casi nulo.

Noveno, las habilidades socioemocionales (es decir, no cognitivas: perseverancia, autocontrol, resiliencia, etc.) alientan, impulsan a las habilidades cognitivas (capacidad de razonar y aprender) y a los comportamientos saludables.

En resumen, la evidencia científica documenta la importancia de las inversiones en los primeros años de vida, que impactan enormemente en los resultados educativos, económicos, y comportamentales (en materia de salud, riesgo, delito) futuros. Observar que el 50% de los cuidadores remunerados son informales no es una buena noticia. El futuro de Uruguay se juega, en buena medida, en las nuevas generaciones que están naciendo hoy. Y no los estamos cuidando bien. ¿Sugerencias de política? A nivel del gobierno y de los directores de los centros educativos, incentivar el aumento de la calidad de los cuidadores; a nivel de las madres y padres, no descansarse de que el niño está en el centro educativo (¿está creciendo en habilidades o durmiendo la siesta?): a exigir calidad, a hacerse oír, y a colaborar.

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La anemia a edades tempranas puede provocar luego diversos trastornos. Foto: shutterstock

ALEJANDRO CID

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